Esta fotografía pertenece al chupinazo de Sanfermines de este año. No sé realmente qué veo, si la chica se desnudó libremente (bien) o la desnudan. Lo que sí veo son unos dedos de naturaleza absolutamente amputable bajándole el pantalón por detrás, y una marea de orcos, con aspecto de gente de reposadas lecturas, supurando babas y gruñidos a su alrededor. Luego se ven pares de manos que se dirigen hacia ella con algún tipo de licencia de barra libre carnal que no alcanzo a comprender.
No sé el caso de esta foto en concreto, pero hay muchas parecidas circulando alegremente esta semana. En algunas se ven a chicas intentando bajarse las camisetas y apartarse las hordas de manos zombis que las acosan. Otras sonríen (si es con sinceridad y asentimiento, bien de nuevo). Lo que parece improbable es que todas esas jóvenes hayan dado su permiso para ser manoseadas por una turba de salidos.
Si ves a alguien quitarse una camiseta, eso no te autoriza a recorrer su cuerpo con impunidad y moco erecto incontenido; algo así se debería estudiar en alguna asignatura impensable que se llamara Educación para la ciudadanía o Lecciones para no ser un perfecto gilipollas. Ambas de improbable estudio ya, ni siquiera como optativas. Lo único claro es que estos episodios y otros aun más graves están ahí año tras año, en esa festividad de toro, alcohol e imaginaria teta de autoservicio. Y así lo denuncian varias plataformas de mujeres contra la violencia sexual de Pamplona, que se esfuerzan por sensibilizar contra estos actos.
¿Es o no es para llamar frígidas y reprimidas a estas feministas trasnochadas? Si estamos en fiestas, joder, dejad a los muchachos que se diviertan.
Será que es una cuestión de género, de no cometer delitos o simplemente de respeto. Cabestros.
Por Jesús Moreno Abad
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION