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sábado, 13 de julio de 2013

Las andanzas marianas del prenda Marhuenda * El patriotismo de los canallas * Cuatro horas con Bárcenas



Las andanzas marianas del prenda Marhuenda

Al incorruptible e incombustible monaguillo de la prensa de extrema derecha, Francisco Marhuenda no le debe llegar la camisa al cuerpo. Marhuenda mantuvo una gran relación laboral con Mariano Rajoy entre los años 1996-2001, tiempos en los que, según los papeles de Bácenas, Mariano, a la sazón, ministro de Aznar, trincaba dinero negro oculto en cajas de puros. 


Dicen Los Genoveses sobre Francisquito: "Primero como Director de su Gabinete cuando era Ministro de Administraciones Públicas.  Dos años y medio después como Director, también de su Gabinete, pero en su calidad de Ministro de Educación y Cultura para finalmente, en mayo del 2000, ser nombrado Director General de Relaciones con las Cortes, dentro del Ministerio de la Presidencia que dirigía el por entonces además Vicepresidente 1º del Gobierno, Mariano Rajoy. Es decir, 5 largos años siendo su sombra, su confesor, su amigo y su colaborador."

Lea las viejas andanzas marianas del prenda Mahuenda aquí 
Ricardo Ricardo
  • 'Al menos los últimos 20 años el PP ha estado financiándose de forma ilegal'
  • 'Lo hasta ahora publicado es una pequeña parte de la documentación que tiene'


El patriotismo de los canallas







Lean, por favor, este párrafo de la crónica de Pedro José Ramírez del pasado domingo, titulada Cuatro horas con Bárcenas:



“Bárcenas no quiso concretar más, pero en un momento de la conversación dijo que la divulgación de esos documentos 'haría caer al Gobierno' y añadió que daba por hecho que yo compartía que 'en las actuales circunstancias lo último que conviene a España es que caiga este Gobierno'. Yo le contesté que en cualquier circunstancia lo último que le conviene a  cualquier democracia es estar asentada sobre una mentira”.



¿No es conmovedor el patriotismo de Bárcenas que se preocupa por la estabilidad del Ejecutivo de Rajoy, aun en su tremenda situación carcelaria, porque a España no le vendría bien que su Gobierno tuviese que dimitir si él tirase de la manta hasta dejar in puribus a sus compañeros de partido? ¿Y no es acaso edificante que Pedro José Ramírez, director del segundo diario del país, apele a la verdad con una pureza prístina como seguro pilar de la democracia? Quizás para este tipo de personajes y situaciones, campanudas y calderonianas, escribió el británico Samuel Johnson la célebre frase según la cual “el patriotismo es el último refugio de los canallas”. Un suponer, naturalmente, porque líbreme Dios de asegurar que lo sean. Simplemente, se hacen sospechosas esas apelaciones a la patria y a la verdad, cuando lo que media en la cuestión es la prosaica pasta.



En cualquier caso es tranquilizador para la ciudadanía que un individuo que dispone en Suiza y en otros lugares paradisíacos -gracias a su capacidad  para que  “el dinero no esté ocioso”- de una saneada fortuna, le preocupe la estabilidad de su país hasta el punto de guardar silencio (¿no son desde hace mucho tiempo los secretos de Polichinela?) sobre episodios documentados de corrupciones varias en el primer partido político español. Y es aún más tranquilizador que el responsable de un diario del porte del que dirige Ramírez se muestre tan afecto a la verdad, caiga quien caiga, porque la verdad nos hará a todos libres bajo sus semanales dictámenes éticos.



El diálogo de carmelitas entre Bárcenas y Ramírez ha tenido todavía consecuencias más emotivas y edificantes. Cuando el jueves el director de El Mundo (qué lástima que no haya grabado la conversación de esas cuatro horas con el ex tesorero del PP y qué lástima que un defensor tan apasionado de la verdad tardase semanas en publicar el contenido del diálogo)  declaró después de deponer como testigo ante el juez Ruz que la remisión  de uno de los papeles de Bárcenas significaba que el preso está dispuesto a “colaborar con la justicia”.  Ya lo veremos.


Los mal pensados –que en este país abundan- suponían que el papel “de colorines” (el de El País era en blanco y negro y fotocopia) que Ramírez llevó presuroso en horario intempestivo a la Audiencia Nacional era la consumación de una transacción que habría consistido en lo siguiente: si me meten en la cárcel tú lanzas –sin grabación y sin comillas en los párrafos más estratégicos- el contenido (parcial) de nuestra conversación y yo, en prueba de que has hecho bien las cosas, te hago llegar un papel para que le ganes por la mano a El País y te conviertas en lo que a ti te gusta, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Esta versión es, sin embargo, del todo rechazable porque Bárcenas es un patriota y Ramírez un amante de la verdad.


 Su conversación de cuatro horas lo acredita de manera indubitada.


Voy terminando este breve y emocionado relato de patriotismo y valores éticos. Porque aquí hay unos pérfidos antipatriotas. El primero el presidente del Gobierno que, sí o sí, ha cobrado lo que no debía y con él otros dirigentes del Partido Popular. Cobros de unos dineros con los que Bárcenas no se enriqueció porque su fortuna procede de sus capacidades y no de supuestas mordidas que el contempló impasible a miles euros salariales al mes.



 Y los que ponían el cazo eran –se supone- algunos de aquellos que en los noventa se encamaron  tácticamente con Ramírez para echar a González y luego para endosarle a Zapatero y al PSOE una suerte de encubrimiento de los atentados del 11-M. Claro que siempre fue para que la verdad resultase el pilar de la democracia.


Y en eso estamos. Sin embargo creo que hasta el lunes Mariano Rajoy debe seguir amparado por la presunción de que su palabra es de más calidad que aquellas que le acusan. Según los términos de la declaración judicial y patriótica de Bárcenas pasado mañana, el panorama podría cambiar. Es pues, cuestión de horas y mientras tanto los grupos parlamentarios de la oposición no deben olvidar que en 1993 CiU y el PSOE bloquearon una vital comparecencia de Felipe González en el Congreso a cuenta del caso Filesa.

 O sea que la historia se repite


Acaso este sea un episodio mortal de necesidad para el futuro de Rajoy, o acaso salga relativamente airoso del embrollo. Pero algo está haciendo bien el presidente –en el océano de errores que ha perpetrado a causa de su ausencia de inteligencia emocional y escasa fibra política- cuando  se resiste a  rendirse al patriotismo de algunos canallas.  Si tiene que salir zumbando de la Moncloa que sea porque el Parlamento (adelante con la moción de censura que tan higiénica resultaría en este lodazal) y los ciudadanos lo decidan democráticamente, no porque así lo determine el rampante pretorianismo mediático incrustado en el sistema.

José Antonio Zarzalejos 

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