El escándalo
generalizado que han provocado las sucesivas imágenes de los cachorros
del PP ensalzando imágenes del nazismo y el franquismo ha tenido dos
reacciones bien distintas pero con el mismo fondo revisionista de la
historia de España.
De un lado, el portavoz del PP Rafael Hernando no ha podido ocultar su
alineamiento con quienes durante décadas han justificado el golpe
militar franquista como inevitable ante una república que generaba
muerte, caos y desorden. Es una alegría comprobar como cada vez está
más extendido en nuestra sociedad el rechazo a estas teorías, y la
calificación contundente del alzamiento como un golpe antidemocrático
injustificable.
La segunda reacción es más hábil pero no menos tramposa. El dirigente
popular González Pons abronca a quienes en su partido muestren
relaciones con el ideario nazi, en un polémico artículo que reconoce el
papel de los refugiados republicanos españoles en la liberación de
París.
Es
un triunfo, sin duda, que la derecha española se sienta lo
suficientemente acorralada por la opinión pública como para tratar de
desvincularse de su historia, pero es tramposo obviar que los símbolos
antidemocráticos con los que se han fotografiado sus compañeros de
partido son, mayoritariamente, símbolos de la dictadura franquista.
Este oportuno olvido sigue la estela de quienes, desde 1945, han tratado
de desvincular a Franco del fascismo europeo, construyendo una imagen
del caudillo como un estadista imparcial en la Segunda Guerra Mundial.
La realidad de los hechos históricos es bien distinta. Para empezar, la
intervención alemana e italiana fue decisiva en la victoria de Franco en
la guerra civil; tanto es así que en los primeros años de la dictadura
ésta se alineó en su política exterior con las potencias fascistas.
En 1940, ante el triunfo nazi en la invasión de Holanda, Bélgica y
Francia, la dictadura española pensó que era el momento de entrar en la
contienda con el objetivo de, ante una previsible victoria del eje,
participar del reparto de los territorios conquistados.
De esta actitud en la política exterior es reflejo el encuentro de
Franco y Hitler en Hendaya en 1940. Dicen los historiadores franquistas
que el caudillo se resistió a las exigencias de Hitler de implicarse en
la guerra; la realidad fue que Hitler se negó a comprometer la entrega a
España de Gibraltar, el Marruecos francés, una región de Argelia y el
suministro de petróleo y alimento y armas tras la guerra.
La debilidad de las tropas franquistas tras la guerra civil y las
exigencias de Franco convencieron a Hitler de dejar a España como Estado
no beligerante, una fórmula que declaraba a la dictadura simpatizante
de las fuerzas del eje, pero que no establecía alianza alguna. El apoyo
quedó más que manifiesto con la formación de la División azul en 1941,
que combatiría con el ejército nazi en la invasión de la Unión
Soviética.
No era gratuito este apoyo, la relación de simpatía con el nazismo se
tradujo en la persecución en la Francia ocupada de los 450.000
republicanos que se habían exiliado en el país vecino en 1939. Las
tropas nazis capturaron para el régimen de Franco a destacadas figuras
de la República como Lluis Compayns y a miles de españoles que acabaron
en campos de concentración nazis como el de Mauthausen.
La resistencia y el avance soviéticos en el frente del Este y la entrada
de Estados Unidos en la guerra cambiaron el rumbo de la Segunda Guerra
Mundial y la derrota de Mussolini en 1943 hizo replantearse al
franquismo su posición, optando por declararse neutral en la contienda.
Este es uno de los hechos que explican la supervivencia del franquismo a
la derrota del fascismo en Europa.
Como dice González Pons en su artículo, liberar París es una tarea
educativa diaria, por eso además de las visitas a los centros del horror
nazi diseminados por Europa, sus hijos deberían saber que el valle de
los caídos fue levantado por los prisioneros republicanos sometidos como
esclavos a la tarea que se propuso el dictador español de reescribir
nuestra historia, y que las cunetas de este país están aún llenas de
compatriotas que lucharon por la democracia y la libertad.
Supongo que ya sería demasiado pedir al PP un compromiso con la
democracia tal, que le llevara a retirar los honores de presidente
fundador del partido al difunto Fraga, quien con otros cinco ex
ministros franquistas fundó Alianza Popular al grito de Franco, Franco.
Para presumir de demócrata no basta con obviar a Franco mientras se
persiste en negar sus crímenes e impedir el reconocimiento con honores
de quienes lucharon contra él en nombre de la democracia y la libertad.
Tania Sánchez Melero
Fuente: www.publico.es

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