Alea jacta est, la suerte está echada. Esta noche nuestro Quique Blas se rebajará a sala de banquetes. Ya conocemos el concepto patrimonial con que nuestro pepero héroe usa y abusa de los bienes comunes de los villalbinos, exactamente igual que un señorito cortijero de la España profunda de principios del siglo pasado. "Esta tierra es mía, y hago y deshago a mi voluntad, para favorecer a aquellos dignatarios peperos que me dieron este chollo", piensa convencido. "Los pobres y los rojos que se joroben, ¿o es que todavía no se han enterado de que en este país hay clases?"
Estos días hemos podido ver como ha utilizado a decenas de empleados municipales como si de sus criados se tratara. Incluso amenazándoles si no obedecían con premura. Todos somos testigos de como se han gastado mucho mas dinero, y esfuerzos, en dos horas de "confort" para un millar de peperos foráneos, que lo invertido. durante mas de treinta meses, para proveer de cierta comodidad a los miles de deportistas villalbinos usuarios de nuestro viejo y querido pabellón. Todavía está mañana un pelotón de empleados de nuestro ayuntamiento se dedicaban a abrillantar los colores de las inmediaciones del lugar de la desvergüenza.
También hemos podido observar toda la semana como algunos miembros de la horda se paseaban, látigo en mano (en boca sería mas exacto), dando ordenes a diestro y siniestro y repartiendo amenazas si las canas del Quique Blas no quedaban lo suficientemente bien teñidas. Con unos modos dignos de un carretero particularmente mal hablado, se encaraban incluso con algunas ediles de la oposición, quienes les echaban en cara, tanto el fondo como las formas, de esta apropiación de un bien común.
Mientras, con buenas voces y muchos ánimos, unos cuantos vecinos iremos -como buenos anfitriones- a darles el cante navideño. Buena voluntad no nos falta, aunque tal vez tropecemos con los chicos de la fuenlabreña, y se nos impida cantar villancicos en fechas navideñas. De todas formas cantaremos para ellos, aunque solo sea para hacerles olvidar la vergüenza de hacer sido relegados al papel de vigilantes jurados (porteros de su sala de fiestas, al fin y al cabo).
No es bueno que el alcalde avergüence a sus vecinos. Tampoco que se establezcan barreras de miedo entre elegidos y electores.
A Jorge Fulla Xauet


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