La excusa de que la clase obrera está absolutamente abducida, es la excusa perfecta para los reformistas y la socialdemocracia para seguir con el engaño
La
excusa de que la clase obrera está absolutamente abducida, es la excusa
perfecta para los reformistas y la socialdemocracia para seguir con el
engaño.
No es muy difícil explicar que el capitalismo es un sistema
imposible de reformar y que la solución es destruirlo, no reformarlo, ni
que seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras
aisladas, mientras subsista el dominio del capital.
Lo que no dicen es
que son ellos los causantes, al negar el discurso de clase, ya que
cuando la crisis se intensifica, que las acciones de resistencia
aumentan, poco a poco, pero con más potencia, la conciencia de la clase
obrera se encuentra limitada, limitada por la ideología burguesa
prodigada en su seno por los partidos y sindicatos reformistas.
La
ideología burguesa de izquierda debe necesariamente disfrazar la
verdadera naturaleza de sus contradicciones con el proletariado, ya que
sin ella la burguesía dejaría de existir.
Mientras oprime al
proletariado, mediante la explotación, la burguesía debe también
conciliar, conseguir la paz social, condición necesaria a su
supervivencia como clase dominante si no juega la carta del fascismo.
Así todo el aparato de la izquierda reformista se moviliza para mantener
la división de la clase obrera y mantener la paz social.
Las maniobras
de estos aparatos tendrían poca efectividad, si no fuera principalmente
una lucha ideológica, basada en la unidad de la izquierda reformista,
los sindicatos burgueses reformistas y los movimientos sociales
interclasistas, para privar a la clase obrera de su ideología y su
conciencia.
Este proceso histórico, el retroceso de las luchas
obreras, las derrotas, los engaños ilusorios, priva a esas luchas de
toda perspectiva política e incluso de perspectiva económica
correspondiendo con las crisis capitalistas.
En los períodos de
expansión, el capitalismo invierte una pequeña porción de la plusvalía
en el control ideológico de la clase obrera y la formación de una
disidencia controlada. Al mismo tiempo, el Estado burgués perfecciona su
aparato represivo.
La táctica querida de la izquierda reformista,
complemento esencial para la colaboración de clases, es la afirmación a
los trabajadores de que existe una solución política a través de la
participación en las elecciones y de que existe la posibilidad de una
revolución mediante las urnas, cuando en realidad la lucha de clases
diaria es la denuncia de las democracias burguesas y el desarrollo de la
lucha de clases revolucionaria.
También la principal actividad de los
reformistas, es asegurar su lealtad a la ideología burguesa, promoviendo
las luchas pacifistas, creando también la ilusión de que la toma del
poder podría realizarse "pacífica" e "institucionalmente".
La
ideología proletaria, la experiencia histórica del proletariado, siempre
ha tenido como objetivo la destrucción del capitalismo y la dictadura
de la clase obrera sobre la clase burguesa, para eliminarla de forma
permanente. Lo demás es un engaño histórico.
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