Lo que no se dice sobre las causas de la Gran Recesión
Este artículo señala que la causa más importante de la Gran Recesión
ha sido la enorme concentración de las rentas que ha ocurrido como
consecuencia de la aplicación de las políticas neoliberales desde los
años 80.
A pesar de la enorme
evidencia que existe sobre este hecho, los mayores medios de información
han silenciado o ignorado esta realidad.
El título de este
artículo podrá sorprender al lector, pues se ha escrito tanto sobre las
causas de las crisis que parecería que ya todo se ha dicho o escrito.
Pues no, no todo se ha dicho o publicado. En realidad, muy poco se ha
dicho o publicado en los mayores fórums de información y persuasión
sobre las causas reales de lo que se ha llamado la Gran Recesión. Espero
que al final del artículo entienda por qué se ha hablado muy poco de
ello.
Tres son las causas de la Gran
Recesión. Una, sobre la que sí se ha escrito bastante, es el crecimiento
del capital financiero, es decir, de las instituciones como la banca,
las compañías de seguros y otras cuyo negocio se basa en manejar dinero.
La otra causa, relacionada con la anterior, es la desregulación de este
capital financiero, y muy en especial del sector bancario, que ha
creado lo que correctamente se ha definido como “capitalismo de casino”
(es decir, basado en la especulación). Esta desregulación se ha dado
como parte de una cultura desreguladora que ha afectado a otras
actividades económicas, como la desregulación del comercio. De ello
también se ha hablado extensamente.
Ahora bien, de lo que no se ha hablado
es precisamente de lo que hay detrás del aumento del crecimiento del
capital financiero (o lo que se llama financiarización de la economía) y
de su deriva especulativa. Esta ignorada o desconocida (o incluso
ocultada) causa es ni más ni menos que el enorme crecimiento de las
desigualdades de renta en la mayoría de países a los que se define como
países avanzados económicamente (básicamente los de la OCDE, el club de
países más ricos del mundo).
Y aquí el lector me va a permitir que
elabore qué quiere decir “el incremento de las desigualdades en la
distribución de las rentas en un país”. Comencemos primero con el
concepto de “distribución de las rentas”.
Las rentas (el dinero que la
gente recibe) pueden proceder del trabajo (predominantemente a través de
los salarios) o de la propiedad de capital (es decir, propiedad, como
por ejemplo, acciones, que generan rentas). Pues bien, la distribución
de las rentas es el factor determinante para entender la evolución
económica (y también política) de un país.
La mayoría de la población obtiene sus
rentas del trabajo. De ahí que cuando estas rentas bajan (y pueden
bajar debido a varias circunstancias, como la bajada de salarios, y/o el
descenso del número de gente que trabaja, y/o el aumento del
desempleo), la demanda de productos y servicios, y con ello la
producción de estos productos y servicios, también baja, con lo cual la
economía sufre un descenso, que es lo que se llama recesión.
El “descubrimiento” de esta relación
entre bajada de la demanda y crisis económica se atribuye generalmente
al famoso economista Keynes, lo cual no es del todo cierto. En realidad,
le sorprenderá al lector que fue Karl Marx -que tiene muy mala prensa
en España- el que ya lo señaló cuando indicó en su libro más conocido,
El Capital, que la acumulación de capital, a costa del trabajo, llevaría
a las crisis del capitalismo. Pero más que Karl Marx, el que elaboró
más esta teoría fue uno de sus seguidores, M. Kalecki, el cual a su vez
influenció a dos de los mejores economistas de nuestro tiempo, Joan
Robinson y mi amigo Paul Sweezy, ninguno de los cuales, por cierto,
recibió ningún Premio Nobel de Economía. En su lugar, los Premios Nobel
de Economía (financiados por la banca escandinava) eran entregados a
ultraliberales como Robert Lucas, que había escrito que analizar temas
de distribución de la renta era dañino y peligroso (“una de las
tendencias perniciosas y dañinas en el conocimiento económico… en
realidad, venenosa para tal conocimiento, es el estudio de temas de
distribución”. The Industrial Revolution: Past and Future). Ni que decir
tiene que Lucas era un economista súper próximo al capital, que no
quiere oír nada sobre redistribución de las rentas. Autores como Lucas y
otros economistas neoliberales continúan teniendo muy buena prensa, no
solo en círculos académicos españoles sino incluso en la prensa en
general.
¿Por qué la financiarización de la economía?
Ahora bien, cuando la gente no tiene
dinero, lo pide prestado. Y de ahí se explica el gran crecimiento de la
banca. El endeudamiento tan tremendo de las familias españolas, así como
de las medianas y pequeñas empresas (que son las que crean más empleo
en España), se debe precisamente a la disminución de las rentas del
trabajo. Hay una relación inversa desde los años ochenta entre la
disminución de las rentas del trabajo en un país y el crecimiento de la
banca. A mayor disminución de las primeras, mayor crecimiento de la
segunda (ni que decir tiene que otros factores intervienen también, como
la mayor o menor disponibilidad de crédito. Pero esto último no explica
por sí solo el enorme crecimiento del endeudamiento).
Y los datos hablan por sí mismos. Las
rentas del trabajo como porcentaje del PIB bajaron en España desde el
68% en la década de los ochenta a un 62% en la primera década del siglo
XXI. En EEUU, durante el mismo periodo bajaron de un 68% a un 65%. Un
tanto parecido ocurrió en la mayoría de países de la OCDE, aunque el
grado de descenso y el porcentaje variaron considerablemente. Pero,
incluso en los países nórdicos, como Suecia, el descenso, aun cuando
mucho menor, fue del 71% al 69%. España, junto con Grecia (que pasó del
67% al 60%), Italia (del 68% al 65%) e Irlanda (del 70% al 55%), fueron
de los países en los que el porcentaje de las rentas del trabajo sobre
el PIB era más bajo y en los que más bajó (Eckhard Hein,
“Finance-dominated Capitalism and Income Distribution. Implications for
an ‘Agenda of Shared Prosperity’”). En todos ellos, las rentas del
trabajo bajaron rápidamente a costa del incremento de las rentas del
capital. Esta es la realidad, ignorada, desconocida u ocultada. Y no es
casualidad, por cierto, que Grecia, Irlanda, Italia y España sean los
países donde la Gran Recesión ha sido más acentuada (ver mi artículo
“Capital-Trabajo: el origen de la crisis actual”, Le Monde Diplomatique,
julio de 2013). Es en estos países donde el problema de la demanda es
mayor y, por lo tanto, la recesión es también mayor.
¿Por qué aumentó la especulación financiera?
Este descenso del peso de las rentas
del trabajo puede no traducirse en descenso de la demanda si la
capacidad adquisitiva de la población no desciende como consecuencia de
conseguir prestado dinero para continuar comprando los productos y
servicios que necesita. Es decir, el crédito (que le proporciona la
banca) puede mantener la demanda. Pero hasta cierto punto. Y ahí está la
raíz del problema. La demanda persiste pero va cayendo, y con ello la
actividad económica. Y ello puede representar un problema, incluso para
el mundo del capital, pues si no hay suficiente demanda, las fábricas
producen menos y los propietarios pueden conseguir menos beneficios. Lo
que se llama la “rentabilidad del capital” queda afectada cuando la
demanda baja. De ahí que la gente que tiene mucho dinero no vaya a
invertir en lo que se llama economía productiva (es decir, en producir
productos y servicios), sino en áreas donde la rentabilidad sea mayor,
tales como las actividades especulativas en, por ejemplo, el sector
inmobiliario. Y es así como se produce la enorme explosión de burbujas
especulativas, facilitada por la desregulación de la banca. Ahora bien,
toda burbuja, por definición, explota. Y cuando explota, la banca
colapsa o se paraliza, el crédito desaparece y la economía se colapsa,
pues sin crédito, la demanda también colapsa, ya que los salarios, cada
vez más bajos, sin crédito, no pueden mantenerla. Y ahí surge la Gran
Recesión. La enorme concentración de la riqueza ha creado la Gran
Recesión, de la misma manera que antes, a principios del siglo XX, creó
la Gran Depresión.
¿Y por qué ha habido esta concentración de riquezas?
Una vez se entienden las causas de la
crisis, las soluciones son bastante fáciles. A riesgo de pecar de
inmodestia, les aseguro que la gran mayoría de mis estudiantes en el
programa de Políticas Públicas y Sociales de la UPF-Hopkins, al terminar
sus estudios, saben cómo resolver la crisis. Las soluciones no son
difíciles de ver desde el punto de vista científico: revertir las
políticas públicas que se han ido desarrollando, la mayoría desde el
periodo 1980 hasta ahora, cambiando el signo de estas intervenciones,
favoreciendo a las rentas del trabajo en lugar de a las rentas del
capital. Ello implica una redistribución muy notable de las rentas del
país, disminuyendo las rentas del capital –incluso con la sustitución
del capital por otras formas de propiedad en muchas áreas de la
economía- y aumentando las rentas del trabajo. La solución para salir de
la crisis es un aumento muy notable de las rentas del trabajo (a base
de aumentar salarios, ocupación y empleo) y un descenso de las del
capital.
Y como acabo de decir, con una notable
reducción no solo del espacio del capital financiero, sino también de
su propiedad y comportamiento, eliminando, por ejemplo, el carácter
especulativo del capital privado, sustituyéndolo, en el caso de la
banca, por capital público. No tiene sentido, por ejemplo, que la banca
privada consiga préstamos baratísimos del Banco Central Europeo (BCE),
que es una entidad pública, para que luego los bancos privados presten
este dinero a unos intereses altísimos a las autoridades públicas (como
al Estado) o a las empresas. Es mucho más eficiente y justo eliminar el
intermediario –la banca privada- y que el BCE preste a los Estados
directamente, y que estos presten a la población y a las empresas
directamente (ver mi artículo “Una de las mil razones para estar
indignados”. El Plural, 13.01.14).
Y, como parte de esta solución,
disminuir la excesiva dispersión salarial (que ha ido aumentando entre
la población asalariada), impidiendo que los salarios más altos sean,
como ahora, obscenamente altos, sin guardar ninguna relación con la
productividad. Y, muy importante, terminar con la “beneficencia” hacia
la banca, que ha sido la que más se ha beneficiado de la generosidad
estatal.
Ahora bien, que ello ocurra o no,
depende de causas políticas. Para que ocurra, se necesita un cambio
profundo de las relaciones de poder, incluyendo las relaciones de poder
de clase, en las que una minoría controla la mayoría de instituciones
mediáticas y políticas de los países de la OCDE, imponiendo las
políticas ultraliberales que están dañando enormemente a la población.
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Fuente: Kaos en la Red
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