Acaba
de salir a la luz la noticia de que dos ex presidentes del Valencia están
metidos en una historia de intento de secuestro, pagarés falsos y deudas
millonarias que da para rellenar dos temporadas de Los Soprano. Cómo
estará el patio que un periodista le preguntó a la salida de la Ciudad de la
Justicia a Juan Soler: “¿Quería usted matar a Vicente Soriano?”
De
un paraíso antaño conocido por sus naranjas, sus playas y albuferas, Valencia ha pasado a ser la tierra del Gürtel y la chufa, de
Camps y Barberá, de los circuitos de Fórmula 1 y las cruzadas del Papa.
Madrid
y Barcelona no le van a la zaga. El estandarte blaugrana del independentismo se
dedica sin el menor pudor a la pedofilia deportiva, por no hablar de los tiovivos
fiscales de sus dos glorias sudamericanas, Neymar y Messi, que últimamente
hacen más regates dentro de los juzgados que fuera de ellos.
Del Madrid ya se
ha escrito más de un libro sobre la trayectoria estelar de Florentino Pérez,
pero podría escribirse una enciclopedia en varios tomos únicamente sobre los
extraños acuerdos urbanísticos entre el amo del Bernabeú y el ex alcalde
Gallardón, actual justiciero del reino.
En las cuentas de ambos equipos hay tal
cantidad de ceros sin cuadrar como para que Stephen Hawking se ponga a revisar
la teoría de los agujeros negros y la cambie por una en números rojos.
David Torres


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