Viñeta de Kalvellido
Siempre he sentido fascinación por la palabra.
Me maravillan las personas que saben usarla, en voz alta,
por escrito o en paredes.
La palabra puede muscular las ideas más atrofiadas, puede
poner en pie de paz o de guerra.
La palabra, cuando está en manos de los libres tiene más
poder que mil AK47.
Por eso es temida, odiada, encarcelada.
Porque cuando da en el blanco revienta las cadenas, airea
los corazones, se pone a cantar a las
mujeres y los hombres hasta que se hace luz entre las tinieblas.
La palabra no es piedra, pero golpea, no es plomo, pero dispara,
no es propiedad privada.
Es de todos o de ninguno.
Pero los que la quieren en sus jaulas, la persiguen, la
acechan, la quieren atar en corto, herirla de muerte, llenar de miedo sus
arterias.
Hoy hubo cacería, el objetivo es claro, hacer que seamos más
cautelosos, que seamos nuestros censores,
que nos vigilemos a nosotros mismos, que no opinemos enrabietados, que pongamos
a nuestras letras o a nuestra voz dentro de sus fronteras canallas.
Que callemos, de lo contrario habrá más poetas en
galeras.
La palabra, hoy, cruza los dedos para que tengamos el
coraje mañana de seguir disparando toda la metralla.
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