Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


viernes, 23 de mayo de 2014

La campaña de la que desapareció la corrupción

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Vota, o no



El efecto más devastador de la corrupción (así lo verifican siglos de mafia en Italia) es la consolidación de la pobreza en las regiones donde el voto se convierte en nulo, pues la papeleta se transforma en un  simple visado que amplía el margen de tiempo que el reyezuelo de turno emplea para continuar con su saqueo y el de los suyos, a cambio de alguna limosna y la seguridad de no caer en más desgracia.


El dios celoso y vengativo del Antiguo Testamento se encarna de esta forma en algún presidente de diputación, un delegado de vivienda o ministro, o hasta un presidente, como en el caso de Berlusconi: omnipotente y omnisciente, pero invisible. Solo se conoce de su furia a través del flujo burocrático, cuando un papel que fue al lugar equivocado desencadenó un torrente de acciones legales e ilegales que acabaron por destruir al objeto de la venganza.


En esa región de lo invisible han quedado en esta campaña electoral los miles de casos de imputados por corrupción que asolan la geografía nacional. El error machista de uno de los candidatos y la caza de tuiteros han copado un debate que, desde el principio, se planteaba estéril. Precisamente, en esa caza de tuiteros encontramos una réplica exacta de lo que viene sucediendo desde que el hombre renuncia a su propia voluntad en pos de un dios, un emperador, un mafioso o el club de fútbol al que debe pagar sin retraso el diezmo correspondiente.


Con el asesinato por parte de dos militantes de un partido a otro miembro con poder administrativo del mismo partido deberían haber saltado todas las luces de alarma por corrupción, cuando menos, en la propia región donde se comete el crimen. No obstante, el ministro de interiores (que de dioses vengativos sabe mucho), con el apoyo del partido de la oposición y toda la propaganda ulterior, decide que aquí no ha pasado nada, y que la culpa es de las redes, o de los subordinados, que hablan demasiado y mal.


Así, las grandes agrupaciones pasan por alto cosas como que el juez Ruz, por ejemplo, ya ha catalogado una estructura de crimen organizado dentro del PP. El expolio de las cajas por parte de todos (migajas del gran factótum) garantiza una ley del silencio entre la clase política, que limita el debate sobre la corrupción a casos puntuales como el de Urdangarin o Bárcenas, obviando por supuesto el efecto a gran escala del saqueo sistemático.


Vótanos para Europa, o si quieres no votes que tampoco pasa nada, viene a ser el mensaje principal.


La corrupción va a permanecer en algún lugar del subconsciente pase lo que pase, los feligreses mantedrán su religión de voto sin voluntad y el machismo del candidato se perderá entre los medios de difusión como lágrimas en la lluvia. Mientras, todos los poderes financieros esperan impacientes a que llegue el día después, para saber con quiénes han de negociar el futuro de sus carteras y cuántos céntimos les va a costar engordarlas esta vez.




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