La verdadera democracia
Once años después de encabezar el golpe de Estado contra la II República, Franco estableció (a través de la ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947) que España era un Reino, reservándose él la facultad de proponer a las Cortes la persona que debía ser llamada en su día a sucederle.
Veintidós años después, el dictador estimó que esa persona era el entonces Príncipe don Juan Carlos de Borbón y Borbón, ya que, tal y como establece el preámbulo de la ley 62/1969, por la que se proveía lo concerniente a la sucesión en la Jefatura del Estado, había dado pruebas fehacientes de su acendrado patriotismo y de su total identificación con los Principios del Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino.
Dos días después de la muerte del dictador, en su discurso de proclamación, Juan Carlos de Borbón dijo que el título de Rey de España se lo confirió la tradición histórica, las Leyes Fundamentales del Reino y el mandato legítimo de los españoles. Sólo acertó en una: Juan Carlos I fue proclamado rey porque el dictador y las Cortes franquistas así lo quisieron. Ésta es la raíz antidemocrática sobre la que está basada la actual Jefatura del Estado, ostentada asimismo por una figura antidemocrática. Ahí empezó la transición democrática, pero, a la vista de los hechos objetivos, de lo que hay que hablar es de transformación de la dictadura, con la que el bloque oligárquico burgués dominante en la dictadura iniciaba su tránsito hacia la democracia formal.
Tras treinta y nueve años de reinado, de nuevo se hurta al pueblo la posibilidad de decidir la persona que ha de ocupar la Jefatura del Estado. Si en los años setenta del pasado siglo la clase dominante en el poder imposibilitó que el pueblo decidiera acerca del modelo de Jefatura del Estado agitando los fantasmas de la Guerra Civil, ahora esa misma clase considera que en el actual momento de crisis hay cosas más importantes que debatir sobre la Monarquía. Se equivocan: democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto del pueblo, garantizando al conjunto del mismo plena igualdad, sin ningún tipo de discriminación.
Mientras España siga siendo una Monarquía, mientras la biología sea el único argumento válido para acceder a la Jefatura del Estado, mientras el pueblo no pueda elegir a su máximo representante, España no será una democracia plena. ¿Por qué tiene tanto miedo la clase dominante, con el PP y el PSOE a la cabeza, a la verdadera democracia?
Raquel Monasterio Alonso (Gijón)
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