González, ya presidente del Gobierno, y el rey Juan Carlos |
"No creemos en el origen divino del Poder, ni compartimos la aceptación de carisma alguno que privilegie a este o a aquel ciudadano simplemente por razones de linaje. El principio dinástico por sí solo no hace acreedor para nosotros de poder a nadie sobre los demás ciudadanos".
Son palabras del diputado socialista Luis Gómez Llorente pronunciadas el 11 de mayo de 1978 en el Congreso constituyente, durante el debate sobre el artículo 1 de la Constitución que recogía la forma política del Estado.
"Es un axioma que ningún demócrata puede negar: la afirmación de que ninguna generación puede comprometer la voluntad de las generaciones sucesivas. Nosotros agregaríamos: se debe incluso facilitar la libre determinación de las generaciones venideras", afirmó.
Gómez Llorente resaltó que la Monarquía era un deseo de Franco, "dictador extinto que, secuestrando por la fuerza la voluntad del pueblo y suplantando ilegítimamente su soberanía, pretendió perpetuar sus decisiones más allá de su poderío personal despótico".
"Defendemos la República como forma de Gobierno... por honradez, por lealtad con nuestro electorado, por consecuencia con las ideas de nuestro partido... y porque podemos y debemos proseguir una línea de conducta en verdad clara y consecuente", dijo.
El 4 de julio de 1978 se aprobaba el artículo 1, que definía a la Monarquía parlamentaria como forma de Estado, con la abstención del PSOE. El asturiano Gómez Llorente era un serio aspirante a suceder a Felipe González. En 1982 llegó el 'cambio'. Las chaquetas de pana se metieron al armario y el PSOE inició su deriva ideológica que lo acabará disolviendo.
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