Artur Mas en la conferencia inaugural de la XVIII reunión del Cercle d’Economia. ARCHIVO
La Directa⎮La Marea⎮30 de septiembre de 2014
JESÚS RODRÍGUEZ //
Desde mediados de agosto, la palabra desobediencia se ha situado en el
centro del debate en el marco del proceso soberanista que vive Cataluña.
Si el Gobierno español mantiene su oposición frontal al ejercicio del
derecho de voto para decidir si queremos la independencia o no, llegará
el momento de desobedecer el marco legal español para hacer posible el
voto. Poco después de la multitudinaria V del Once de Septiembre,
representantes de todos los partidos proconsulta declararon que estaban a
favor de la desobediencia si era necesaria, pero sólo la CUP-AE ha
puesto toda su estructura al servicio de una campaña para hacerla
posible una vez llegado el veto del Tribunal Constitucional.
Ni el Estado español ni Mariano Rajoy;
el principal obstáculo de Artur Mas para llegar a poner las urnas el 9
de noviembre son sus vínculos con la banca y las grandes
multinacionales. Durante una discreta reunión celebrada el 20 de julio
en el Palau de la Generalitat con la plana mayor de los representantes
españoles en la Comisión Trilateral, el president de la
Generalitat aseguró que no está dispuesto, en ningún caso, a “pasar por
encima de la legalidad” para hacer la consulta del 9 de noviembre. Estas
palabras lo atan de manos y pies, sobre todo teniendo en cuenta quienes
eran las personas que le escuchaban entre las paredes del edificio
donde, más tarde, ha firmado el decreto de convocatoria de la consulta.
La Comisión Trilateral está formada por
390 representantes de las multinacionales e instituciones bancarias más
influyentes de los Estados Unidos, Europa y Japón y se considera, junto
con el Club Bilderberg, como un poder planetario a la sombra. Fueron dos
horas y media de reunión -según explicó el periodista Manel Pérez en
una crónica en La Vanguardia que tuvo una repercusión mínima- alrededor
de una mesa con una buena comida, donde se sentaron: Antonio Garrigues
Walker, del bufete de abogados Garrigues; Alfonso Cortina, ex presidente
de Repsol y consejero de numerosas empresas multinacionales; Pedro
Miguel Echenique, físico y ex consejero del Gobierno Vasco de Carlos
Garaikoetxea; Ignacio Polanco, presidente del grupo Prisa; Esther
Giménez-Salinas, ex rectora de la Universidad Ramon Llull y consejera
del Banco Santander; Emilio Ybarra, ex presidente del BBVA, y Ferran
Rodés, presidente de la empresa editora del diario Ara y consejero de la
constructora Acciona. Estos ocho capitostes de las oligarquías catalana
y española trasladaron las palabras de Mas al comité ejecutivo del
organismo que se celebró durante el mes de agosto, con Jean-Claude
Trichet y David Rockefeller a la cabeza. Este último, a sus 99 años, es
el presidente de honor de este poder global neoliberal.
La Comisión Trilateral y el Club
Bilderberg tienen la capacidad de hacer temblar las variables
macroeconómicas de toda la Unión Europea. Pueden cambiar a dedo los
presidentes de Italia o Grecia sin necesidad de hacer comicios. Mas lo
sabe bien. Durante la rueda de prensa de valoración de los resultados
del referéndum escocés, un periodista de The Economist preguntó al
presidente catalán si la consulta era un pulso a la Unión Europea y Mas,
sin dudar, respondió: “No, la gran mayoría de los que impulsamos el
proceso queremos continuar en Europa, en el euro y en la OTAN “. Por
tanto, es muy difícil que la desobediencia en España se llegue a
materializar de la mano de Artur Mas, sobre todo por los obstáculos que
pondrían sus socios de la economía global. Pero también porque tendría
graves dificultades de cara adentro, con la cúpula de los Mossos y con
UDC, su socio de federación y de gobierno. La única alianza clara del president en este hipotético escenario sería la gente movilizada en la calle.
[Artículo publicado en La Directa]
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