Al leer las primeras noticias sobre el Francisco
Nicolás y su posterior puesta en libertad sin fianza, mi primera
reacción fue de rabia. Me resultaba insoportable el tratamiento que se
daba “al niño estafador” por parte de los principales medios de
comunicación. Cuando quieren son niños y cuando quieren son antisistema.
Por otra parte, no me parecía realista la historia
que los medios de comunicación estaban vendiendo sobre Nicolás
Gómez-Iglesias, detenido el pasado martes acusado de estafa,
suplantación y falsedad en documento público tras presuntamente hacerse
pasar por agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
En una segunda lectura sobre el caso, me llamó la
atención que Nicolás fuera nieto de militar y que además viviese con sus
abuelos. Una simple búsqueda en Internet, cruzando sus apellidos (Gómez
Iglesias) con graduaciones militares, me llevó a descubrir que Nicolás y
el excapitán golpista del 23F, miembro del CESID, Vicente Gómez Iglesias comparten apellidos.
El excapitán de la Guardia Civil, el abuelo del “niño
estafador”, estaba destinado en la Unidad Operativa de Misiones
Especiales del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), cuando fue detenido en 1981 y acusado de mediar entre mandos del CESID y el teniente coronel Antonio Tejero,
dos días antes del golpe de Estado.
Fue condenado a seis años de
prisión y separación del servicio pero, finalmente, fue indultado en
diciembre de 1984. Después de su expulsión del cuerpo trabajó en empresas de seguridad.
Demasiadas casualidades. No me quedaba más que
contrastar los datos. Me puse en contacto con miembros en activo del
Ejercito -soy “hijo del cuerpo”, hijo de militar- que me confirmaron
que, efectivamente, Nicolás era nieto del excapitán golpista y que
incluso le unía otro lazo familiar más, con un Teniente General del
Ejército.
La indignación dentro de las fuerzas y cuerpos de
seguridad es enorme, especialmente en aquellos que deben dedicar horas y
horas de guardia, en controles, etc., para ver cómo su trabajo queda en
entredicho por culpa de la imagen que los medios de comunicación, en su
más amarillento tratamiento de la información, están tratando de dar
del caso: el de un niño muy listo que engañó a todos sin más ayuda que
unas fotocopias.
¿Cómo se puede falsificar una autorización para entrada de vehículos en el Palacio de la Moncloa?
Para falsificar algo, que está por ver que la autorización sea falsa,
debes tener una copia o un modelo en el que basarte. ¿Dónde puedes
encontrar algo así? Quizás de la misma forma que consiguió placas de la
Guardia Civil y sirenas de policía.
La policía nacional registró el domicilio de Nicolás
el pasado martes y encontró varios informes falsificados del CNI,
autorizaciones falsas para vehículos en el Palacio de la Moncloa,
una sirena de policía, una placa de la Guardia Civil y otra de la
Policía Municipal, auténticas, que le habían regalado sus titulares.
Ahora, con más información sobre los lazos familiares
de Nicolás, resulta más fácil entender cómo pudo acceder a donde
accedió sin alertar a nadie.
“Vaya por delante que esta Instructora no acierta a
comprender cómo un joven de 20 años, con su mera palabrería […] puede
acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió sin
alertar desde el inicio de su conducta a nadie, por muy de las
Juventudes del PP que manifieste haber sido”
Se me antoja que esto es mucho más vergonzoso que un
“niño listo” que, presuntamente, estafa a empresarios y se codea con la
flor y nata del Partido Popular.
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