El desastre y el saqueo económico perpetrado por el gobierno del Partido
Popular, empecinado en los recortes sanitarios, entre muchos otros,
mientras los miembros del ejecutivo se llenan a espuertas los bolsillos,
ha traido a España el ébola. Esta vez no porque un enfermo haya sido
trasladado a casa desde Sierra Leona, como en el caso de los misioneros
infectados en África, sino porque en los hospitales españoles, ni
siquiera en los que se supone están especializados en controlar las
enfermedades infecciosas, hay dinero para guantes adecuados.
Hasta la fecha se han registrado varios casos de europeos contagiados
por ébola, pero en todos ellos el contagio se produjo en África y fueron
trasladados, ya enfermos, a Europa. Así, el de la auxiliar de
enfermería que atendió a García Viejo sería el primer caso del virus
contraído en el continente europeo.Todo un honor para el gobierno de cutres y sinverguenzas que soportamos los españoles.
El caso es que este gobierno, que tan empeñado está en recortar y apretar el cinturon a los trabajadores, mientras se suelta a lo grande el suyo y el de sus cómplices mafiosos, trasladó a los misioneros infectados de ébola sin que en España hubiera condiciones para tratarlos, en una gran parte debido a sus políticas de contención del gasto destinado a sanidad, que obligó a que, entre otras lindezas, los enfermeros trataran a los contagiados con guantes "impermeabilizados" con cinta aislante, en lugar de disponer de trajes completamente herméticos, como prescribe el protocolo.
Como puede verse en las fotografías facilitadas por personal del Carlos III, el traje utilizado no era el reglamentario. No contaba con ventilación y los guantes eran de látex y estaban sujetos por cinta adhesiva. Se ha denunciado, además, el riesgo que ha supuesto que el centro hospitalario no haya sido desalojado para atender a los misioneros, y critican que los residuos procedentes de las habitaciones de los dos religiosos infectados eran expulsados por el mismo ascensor que ha utilizado el resto del personal. Yolanda Fuentes, subdirectora del Hospital Carlos III-La Paz, ha reconocido que, efectivamente, la vestimenta del personal contaba con guantes independientes como los que pueden verse en las imágenes, pero ha señalado que "cumplen el protocolo de seguridad para el ébola".
No solo ha existido irregularidad anterior, sino que la lista del caos y la irresponsabilidad que ha rodeado traslado y tratamiento de Miguel Pajares y Manuel García Viejo, los dos misioneros contagiados en Sierra Leona. Como se puede leer en una carta escrita por un enfermero del hospital Carlos III denunciando la lista de chapuzas cometidas entorno a todo el proceso, todo fue pura improvisación, el personal no tenía formación y, en el resumen, no había ni material adecuado ni casi nadie sabia qué hacer.
De hecho, la enfermera contagiada en Madrid llevaba seis días con síntomas del virus, tras irse de vacaciones un día después de morir García Viejo, el segundo de los misioneros fallecidos. Parece que la mujer, otra víctima más de un gobierno temerario, "entró dos veces en la habitación del fallecido García Viejo. Una para atenderle y otra cuando ya había fallecido". También atendió al misionero Miguel Pajares, pero de éste ha pasado el tiempo suficiente para descartar que sea la fuente de contagio.
Lo peor de todo no es la serie de despropositos de la España del Partido Popular, fiel a sí mismo y haciendo honor a aquello de ser de "chirigota y pandereta", sino que Ana Mato, la ministra de sanidad, que recordemos afirmó no saber que su marido, otro delincuente de la banda pepera, tenía un Jaguar aparcado en el garaje de la casa común, se ha puesto al mando para "resolver la crisis". Una garantía de que, sin duda, la cosa va a ir a peor, y de que, aunque no creamos en ídolos ni en supersticiones, nos den muchas ganas de recurrir a aquello de "que dios nos pille confesados".
De hecho, ya empiezan a aparecer noticias de un segundo caso de ébola en Madrid.
Traje antiébola modelo PP (cinta adhesiva incluida) |
El caso es que este gobierno, que tan empeñado está en recortar y apretar el cinturon a los trabajadores, mientras se suelta a lo grande el suyo y el de sus cómplices mafiosos, trasladó a los misioneros infectados de ébola sin que en España hubiera condiciones para tratarlos, en una gran parte debido a sus políticas de contención del gasto destinado a sanidad, que obligó a que, entre otras lindezas, los enfermeros trataran a los contagiados con guantes "impermeabilizados" con cinta aislante, en lugar de disponer de trajes completamente herméticos, como prescribe el protocolo.
Como puede verse en las fotografías facilitadas por personal del Carlos III, el traje utilizado no era el reglamentario. No contaba con ventilación y los guantes eran de látex y estaban sujetos por cinta adhesiva. Se ha denunciado, además, el riesgo que ha supuesto que el centro hospitalario no haya sido desalojado para atender a los misioneros, y critican que los residuos procedentes de las habitaciones de los dos religiosos infectados eran expulsados por el mismo ascensor que ha utilizado el resto del personal. Yolanda Fuentes, subdirectora del Hospital Carlos III-La Paz, ha reconocido que, efectivamente, la vestimenta del personal contaba con guantes independientes como los que pueden verse en las imágenes, pero ha señalado que "cumplen el protocolo de seguridad para el ébola".
No solo ha existido irregularidad anterior, sino que la lista del caos y la irresponsabilidad que ha rodeado traslado y tratamiento de Miguel Pajares y Manuel García Viejo, los dos misioneros contagiados en Sierra Leona. Como se puede leer en una carta escrita por un enfermero del hospital Carlos III denunciando la lista de chapuzas cometidas entorno a todo el proceso, todo fue pura improvisación, el personal no tenía formación y, en el resumen, no había ni material adecuado ni casi nadie sabia qué hacer.
De hecho, la enfermera contagiada en Madrid llevaba seis días con síntomas del virus, tras irse de vacaciones un día después de morir García Viejo, el segundo de los misioneros fallecidos. Parece que la mujer, otra víctima más de un gobierno temerario, "entró dos veces en la habitación del fallecido García Viejo. Una para atenderle y otra cuando ya había fallecido". También atendió al misionero Miguel Pajares, pero de éste ha pasado el tiempo suficiente para descartar que sea la fuente de contagio.
Lo peor de todo no es la serie de despropositos de la España del Partido Popular, fiel a sí mismo y haciendo honor a aquello de ser de "chirigota y pandereta", sino que Ana Mato, la ministra de sanidad, que recordemos afirmó no saber que su marido, otro delincuente de la banda pepera, tenía un Jaguar aparcado en el garaje de la casa común, se ha puesto al mando para "resolver la crisis". Una garantía de que, sin duda, la cosa va a ir a peor, y de que, aunque no creamos en ídolos ni en supersticiones, nos den muchas ganas de recurrir a aquello de "que dios nos pille confesados".
De hecho, ya empiezan a aparecer noticias de un segundo caso de ébola en Madrid.
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