Médicos de la sanidad pública derivan a niños desnutridos a asociaciones solidarias

Una de las cartas de derivación. 

Ningún Niño sin Cenar recibe peticiones de centros de salud y del hospital de Cabueñes para cubrir las necesidades básicas de menores

Médicos de la sanidad pública están derivando a familias con niños desnutridos a oenegés para que puedan satisfacer sus necesidades vitales básicas. Así lo asegura, al menos, Blanca Menéndez, fundadora de Ningún Niño sin Cenar. Esta asociación, radicada en Gijón, ha recibido ya hasta cinco peticiones de facultativos para ayudar a menores con carencias alimentarias. Las solicitudes proceden de profesionales de dos centros de salud y del hospital de Cabueñes.


La imagen que acompaña esta información revela una de estas derivaciones, obviamente, no oficiales. Las realizan a título particular facultativos que conocen la labor que realiza Ningún Niño sin Cenar. La oenegé, constituida para paliar los daños de la crisis económica, atiende ya, según su promotora, a 1.635 niños. El número ha crecido, además, de forma exponencial.


Menéndez subraya que, en los cinco casos que, hasta ahora, han llegado a su asociación, el procedimiento siempre ha sido el mismo. "Recibimos una llamada del médico que nos pregunta si podemos atenderlos y, obviamente, les decimos que sí". 

Perfil tipo

Las familias derivadas por la medicina pública asturiana coinciden con el perfil tipo de hogares a los que presta cobertura esta oenegé. Blanca Menéndez indica que estos núcleos de convivencia suelen estar constituidos por una mujer, con dos o tres hijos, separada o divorciada, que se ve incapaz de sacar a sus niños adelante y que no cuenta con otros apoyos.


A menudo, añade la fundadora de Ningún Niño sin Cenar, son mujeres que acuden al médico por problemas de depresión o estrés y que, en la conversación con sus facultativos, les reconocen que no pueden satisfacer las necesidades básicas de su familia. "No tienen ropa, calzado, no tienen leche, galletas", comenta Menéndez. "La gente está pasando auténticas penurias", añade. 


La principal impulsora de esta asociación ha visto de todo. "Una bolsa de leche diluida en cinco litros de agua, niños que van al cole sin desayunar, familias que no tienen para comprar cereales", relata Menéndez.


Ningún Niño sin Cenar había recibido derivaciones desde los centros escolares. "Directoras de colegios nos mandan cartas para atender a menores", comenta. "Las escuelas pueden satisfacer las necesidades durante los días laborables pero no los fines de semana o las vacaciones", añade Menéndez. 


Lo más reciente es que estas derivaciones, por llamarlas de algún modo, se están produciendo ya desde el sistema público de salud. Proceden de médicos que, conocedores de la existencia de la oenegé, envían a las familias hasta la asociación. ¿Por qué no a los servicios sociales? "Eso mismo me pregunto yo", apostilla Blanca Menéndez. 


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