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jueves, 16 de julio de 2015

La economía nacional está muerta: ¿quién se deja llevar por cantos de sirena?



Esto lo va a entender cualquier votante del PP y va a ser muy breve. Imagina por un momento que en diciembre de 2008 debías al banco 43.000 euros, e ingresabas al año 31.000 con unos gastos previstos para ese año de 35.000 euros, y en diciembre de 2014, habiendo recortado gastos y viviendo bastante peor que en 2008 debes al banco 103.000 euros e ingresas 28.000 con unos gastos previstos de 42.000. ¿Dirías que te va bien? Ahora multiplica estas cifras por diez millones, y ahí tienes lo bien que le va a la economía del Estado.



El Estado español de 2008 a 2014 se ha endeudado a razón de 100.000 millones de euros anuales netos, pasando en 6 años de los 430.000 millones de euros de deuda pública a los 1,030 billones de euros de 2014, y eso incluso metiendo un tijeretazo brutal, entre otras partidas, al gasto social y de personal, que es lo único por lo que tendría algún sentido endeudarse. Pero no es ese el objetivo: nos endeudamos cada día más y más para pagar la deuda vencida y los intereses de la nueva y la vieja deuda. Así, en 2014 se ha tenido que emitir deuda por un valor superior a los 240.000 millones de euros, además de para lo ya comentado, también para cubrir un abultadísimo déficit del Estado causado por la falta de ingresos a pesar de las constantes subidas de impuestos a las rentas del trabajo y al consumo (no así al capital que sigue en su paraíso fiscal nacional en una economía real ya agonizante).



Todo lo demás que te puedan contar en positivo, querido votante, que es mucho y puede ser voluntariamente inextricable, son cuentos chinos o relatos infantiles. En cualquier caso estamos hablando de las cuentas del Estado, no de las del país. A nivel de nación las cosas son todavía peores: no hay un crecimiento que te pueda beneficiar, no se crea empleo en el sentido de lo que hemos considerado durante generaciones que era un empleo (de esos que permitían hacer proyectos de vida), y la deuda privada, a pesar del obsceno rescate que se ha acometido con dinero público, no ha mejorado, o al menos no en el apartado no financiero de esa deuda privada: pues, aunque sí ha descendido, no ha descendido demasiado ni por una mejora de la economía sino justamente por lo contrario, por su ralentización, siendo los años pico de la crisis (estafa) los que mayores porcentajes de descenso acumularon. 


Con todo, hoy las familias tienen una deuda del 77% del PIB, y las empresas no financieras del 100%. Y se dice en alguna prensa, porque no hay datos oficiales a los que un servidor tenga acceso, que el sector financiero acumula otro 100% de deuda. Contando con que este último dato sea correcto, la deuda total de España estaría muy cercana al 400% del PIB. ¿España va bien y Grecia iba mal? Pues que no se le ocurra ganar aquí a un partido no adscrito al neoliberalismo que no pretenda abandonar el euro, porque lo que le han hecho a Grecia, en comparación, se iba a quedar en una broma.



Y aquí estamos, sin que el BCE (español) pueda comprar deuda pública, sin poder devaluar la moneda, sin poder subir impuestos al capital ni al gran patrimonio, sin poder decidir un impago o una reestructuración, perdiendo a pasos agigantados el relativo ‘estado del bienestar’ y los derechos logrados en los últimos 50 años, y todo ello acompañado por la misma receta de austeridad que nos ha llevado hasta aquí, y tras el desmantelamiento en los 80 y principios de los 90 de los sectores primario y secundario que exigió esa Europa de ensueño que nos quería como un país de servicios que hoy ya no le sirve para nada, excepto para colocar las tumbonas al sol y poner cervezas baratas. 


Y seguimos, como si nos hubieran hipnotizado, temiendo salir de esa cárcel. Será que nos va la marcha.


Al margen de todo esto, hay que decir que tampoco la soberanía sería ninguna panacea si el que fuera a gestionarla tuviera algo que ver con los que nos han llevado a esta situación tras 40 años de traiciones. Para ese viaje no hacen falta alforjas pues los mamporreros del poder no entienden de fronteras. Pero qué diferente sería todo dándose ambas condiciones: soberanía política, económica y monetaria, y un gobierno con voluntad de servicio y principios sociales.


Seguiremos soñando mientras podamos.








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