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martes, 25 de agosto de 2015

17 de los 20 empleados del (fallido) Campus de la Justicia de Madrid eran jefes



Proyecto de uno de los edificios



Diecisiete de los 20 operarios del Campus de la Justicia de Madrid, la sociedad 100% pública encargada de crear la que iba a ser la mayor ciudad judicial del mundo (que ha supuesto un despilfarro para las arcas públicas de 105 millones), fueron contratados como jefes, sin subordinados a su cargo, elegidos a dedo y con nóminas de hasta 106.000 euros.

Al renunciar la Comunidad de Madrid a levantar la megaciudad judicial a finales de 2008, por la crisis económica, muchos de los operarios continuaron en nómina pese a que apenas había trabajo que realizar. Los tres últimos fueron despedidos finalmente a mediados de 2012, cuando se decidió extinguir el Campus por inviable.

Entre los empleados del Campus estuvo un hijo del exministro y actual eurodiputado Miguel Arias Cañete. También fueron contratados varios agentes que se vieron salpicados en el escándalo del espionaje de Madrid, altos cargos del PP que utilizaron a agentes a sus órdenes para espiar a otros políticos del mismo partido.

La sociedad fue extinguida en julio del año pasado tras nueve años de funcionamiento. y ha desperdiciado 105 de los 130 millones de euros que le inyectó desde 2005 el Gobierno de Madrid. A estas alturas el patrimonio neto de la firma se ciñe a un secarral de 400.000 metros cuadrados situado entre el aeropuerto de Barajas y el recinto ferial del IFEMA.







El dinero público despilfarrado en la que iba a ser la ciudad de la Justicia más grande del mundo se ha gastado en artificios. Desde fastuosas presentaciones millonarias de colocación de primeras y segundas piedras o proyectos de cientos de miles de euros que nunca vieron la luz, hasta maquetas que costaron cada una casi un millón de euros y que ahora ven pasar el tiempo en un sótano de la Consejería de Justicia.

El capítulo que más ha contribuido al despilfarro del dinero público del Campus fue el de los empleados. Apenas había curritos, casi todos eran jefes sin tropa a la que mandar, pero con sueldo de alto cargo. Sólo había un administrativo, un recepcionista y una secretaria. Tres trabajadores para 17 jefes.


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