Espero
que el caso de las dos chicas asesinadas en Cuenca, después de varios
días desaparecidas, sea la chispa que encienda todas las luces de alarma
de la sociedad española contra el terrorismo machista. En 10 años, esta
barbarie ha matado a más personas que el terrorismo de ETA en 40 años
de actividad.
No os alarméis al estilo sensacionalista, no soltéis vuestra ira contra el supuesto desgraciado que ha asesinado a estas dos mujeres, no pidáis pena de muerte ni cadena perpetua; no, no actuéis con la tripas y el odio al que nos inducen los medios de comunicación. Esto no es cosa de un desgraciado, son muchos desgraciados, muchos programas de televisión, muchas medidas políticas, muchos patrones y todo un entramado cultural que sostiene la violencia contra los mujeres.
Tomemos conciencia, organicemos la marcha del 7 de Noviembre contra la violencia machista, no eduquemos ni a campeones ni a princesas y no banalicemos esos programas de televisión donde ellas son puros objetos de esos machitos violentos y desgraciados que se las rifan como si estuvieran en una feria de ganado. No soportemos más comentarios misóginos de políticos, empresarios, curas, jueces o mecánicos contra las mujeres.
No nos mantengamos en silencio cuando un macho cabrío insulta a una mujer por su condición de mujer. No seamos cómplices de esos anuncios que enseñan a las mujeres a fregar y a los hombres, a dirigir bancos y empresas. No permitamos gobiernos y mesas de debates donde las mujeres no estén representadas. Ni que el feminismo sea un mero adorno y reclamo publicitario de los partidos políticos. Seamos feministas, tanto hombres como mujeres.
Salgamos de una vez por todas de esa puñetera cortina hipócrita que convierte cada acto de violencia contra las mujeres en algo privado, normal y tolerado. Pensemos qué ocurriría si cada año cerca de 100 políticos, policías, militares, futbolistas, abogados, sindicalistas o periodistas fueran asesinados por eso, por ser políticos, policías, militares, futbolistas, abogados, sindicalistas o periodistas.
Y ahora, grabémonos a fuego este dato: ¡En España, cada año, casi 100 mujeres son asesinadas por eso, por ser mujeres!
No os alarméis al estilo sensacionalista, no soltéis vuestra ira contra el supuesto desgraciado que ha asesinado a estas dos mujeres, no pidáis pena de muerte ni cadena perpetua; no, no actuéis con la tripas y el odio al que nos inducen los medios de comunicación. Esto no es cosa de un desgraciado, son muchos desgraciados, muchos programas de televisión, muchas medidas políticas, muchos patrones y todo un entramado cultural que sostiene la violencia contra los mujeres.
Tomemos conciencia, organicemos la marcha del 7 de Noviembre contra la violencia machista, no eduquemos ni a campeones ni a princesas y no banalicemos esos programas de televisión donde ellas son puros objetos de esos machitos violentos y desgraciados que se las rifan como si estuvieran en una feria de ganado. No soportemos más comentarios misóginos de políticos, empresarios, curas, jueces o mecánicos contra las mujeres.
No nos mantengamos en silencio cuando un macho cabrío insulta a una mujer por su condición de mujer. No seamos cómplices de esos anuncios que enseñan a las mujeres a fregar y a los hombres, a dirigir bancos y empresas. No permitamos gobiernos y mesas de debates donde las mujeres no estén representadas. Ni que el feminismo sea un mero adorno y reclamo publicitario de los partidos políticos. Seamos feministas, tanto hombres como mujeres.
Salgamos de una vez por todas de esa puñetera cortina hipócrita que convierte cada acto de violencia contra las mujeres en algo privado, normal y tolerado. Pensemos qué ocurriría si cada año cerca de 100 políticos, policías, militares, futbolistas, abogados, sindicalistas o periodistas fueran asesinados por eso, por ser políticos, policías, militares, futbolistas, abogados, sindicalistas o periodistas.
Y ahora, grabémonos a fuego este dato: ¡En España, cada año, casi 100 mujeres son asesinadas por eso, por ser mujeres!
Raúl Solís
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