Pero más impactantes aún son las reacciones que con el tiempo generó semejante éxodo entre la población biempensante de Estados Unidos. Vemos en las viñetas y carteles xenófobos de la época a los monarcas europeos saltando de alegría (José Ignacio Torreblanca)
Vemos
en las fotografías que se conservan de la época a esos europeos siendo
despiojados en los puertos de salida, huyendo de los pogromos, el
hambre, la desesperación y las persecuciones. Vemos también los carteles
avisando a las mujeres alemanes de que no se dejaran engañaran por
falsas oferta de empleo para el servicio doméstico que en realidad
encubrían redes de tráfico de mujeres destinadas a la prostitución una
vez en Estados Unidos.
Pero más impactantes aún son las reacciones que
con el tiempo generó semejante éxodo entre la población biempensante de
Estados Unidos. Vemos en las viñetas y carteles xenófobos de la época a
los monarcas europeos saltando de alegría mientras un flautista vestido
con la bandera americana se lleva a todas las ratas europeas hacia
Estados Unidos.
Hubo
una época en la que millones de pobres y andrajosos europeos se echaron
al mar para huir del desastre que era este continente. El éxodo fue
masivo. Y Estados Unidos fue el principal receptor. Según los registros
que constan en la Isla de Ellis,
durante mucho décadas el más importante centro de acogida y
clasificación de inmigrantes del mundo, por allí pasaron nueve millones
de europeos provenientes de Irlanda, Alemania, Austria y Escandinavia,
algo más de ocho millones de polacos, búlgaros, rumanos, húngaros,
bálticos y rusos, y más de cinco millones de italianos y griegos.
El
espeluznante total da una cifra de 22,5 millones de europeos.
Vemos
una olla (el famoso “melting pot”) desbordada por los miles de
inmigrantes que se vierten sobre ella y una petición de cuotas que
estrangulen un gigantesco embudo.
Vemos a quienes en vano intentan
cerrar las llaves de paso de lo que se describe como una “inundación de
inmigrantes”.
Vemos la llamadas a que alguien ponga orden y patee el
trasero de los inmigrantes delincuentes que se cuelan en el “Hotel
América”. Pero también vemos las viñetas de los que dibujaron al Tío Sam
como a un moderno Moisés que enarbolando la bandera de la libertad,
hizo que se abrieran las aguas del Atlántico y que por ellas pasaran
todos aquellos que huían de la opresión. ¡Ay, la Historia!
Publicado originalmente en la edición impresa del Diario ELPAIS el miércoles 28 de octubre de 2015
José Ignacio Torreblanca
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