"No es un delito esa representación, como no son un delito
muchos de los lamentables y violentos dibujos animados, películas o
anuncios publicitarios que niños y niñas ven durante horas en la
televisión, aunque a mí me parezcan extremadamente dañinos", señala la
autora
Atónita asisto al último esperpento madrileño centrado
en la obra de títeres que ha terminado con el encarcelamiento de los
titiriteros.
En la polémica y debate abiertos se
discute si la obra enaltecía el terrorismo y si era adecuada para
público infantil. Con respecto al primer tema, antes de opinar, es
interesante leer el resumen del guion de la obra publicada en eldiario.es para
saber por qué aparecía esa pancarta en la obra. Podrá gustar más o
menos el hilo argumental, pero es obvio que no se enaltecía la violencia
terrorista, sino que los muñecos que mostraban la pancarta
representaban a policías que trataban de incriminar a otro de los
muñecos como terrorista.
Si tuviesen que ser detenidos los actores y directores
de cine y teatro que han representado alguna escena en la que un
personaje defiende la violencia, el robo o el terror, nos encontraríamos
con las prisiones llenas de gente del mundo de la escena.
A mí no me gustan las viñetas de Charlie Hebdo. Me parecen
irrespetuosas, insultantes para las personas con creencias islámicas y
prescindibles. Es posible que tampoco me gustase la obra de títeres
objeto de la discordia, pero desde luego, creo en una sociedad en la que
una persona pueda dibujar, escribir o representar la crítica social que
crea que debe hacer.
No es un delito esa representación, como no son un
delito muchos de los lamentables y violentos dibujos animados,
películas o anuncios publicitarios que niños y niñas ven durante horas
en la televisión, aunque a mí me parezcan extremadamente dañinos y me
pudiese encantar que no existiesen. Por eso, me parecen atroces y
criminales los atentados contra Charlie Hebdo y me da vergüenza vivir en
un país en el que dos titiriteros estén en la cárcel porque sus
malvados muñecos querían acusar falsamente de terrorista a otro muñeco.
Si no fuese por el drama del encarcelamiento, sería para hacer el guion
de una comedia tontorrona de enredo.
El segundo tema
es el de si la obra es adecuada o no para público infantil. Leyendo la
trama, puede que no lo sea. No sé si los titiriteros no explicaron el
contenido o si las personas responsables de la contratación no prestaron
atención. A quien le competa, tendrá que aclarar dónde está la
responsabilidad y si hay que depurarla pero, lo que me parece ridículo,
patético y lamentable es que, por un error o negligencia de
programación, dos personas estén en la cárcel, una concejala y el
ayuntamiento denunciados por enaltecimiento del terrorismo y el equipo
de Ahora Madrid acogotado y esgrimiendo tibias defensas que no calman al
conservadurismo cavernícola desatado y llenan de preocupación y dudas a
las personas que pensaban que Madrid comenzaba a cambiar.
Me parecen atroces y criminales los atentados contra Charlie Hebdo y me da vergüenza vivir en un país en el que dos titiriteros estén en la cárcel porque sus malvados muñecos querían acusar falsamente de terrorista a otro muñeco
A mí me preocupa la protección de los niños y las niñas
en el mundo real. Es una pena que que la representación de guiñol no se
anunciase con “dos rombos”, pero me parece más grave que la infancia
escuche en las noticias que 10.000 menores refugiados han desaparecido y
pueden ser víctimas de trata, que vaya “naturalizando” la aparición
cotidiana de niños ahogados en el Mediterráneo, que se acostumbren a ver
que otros niños, como ellos, pierden a sus madres asesinadas por su
propio padre, que den al interruptor de la luz y no se encienda porque
se la han cortado, que esperen con miedo a que vengan a desahuciarles de
sus casas,...
De esa realidad, es de la que tenemos que proteger a los
niños.
La apuesta por la
protección y el cuidado de la gente fue la que movió a tantas personas a
apoyar las candidaturas en Madrid, en Barcelona, en Coruña, en Zaragoza
y en tantos sitios. Ahora Madrid manifestaba que quería gobernar para
todo el pueblo de Madrid. Gobernar para todo el pueblo, ser el gobierno
de toda la ciudadanía, significa intentar poner las bases materiales,
políticas y culturales para que todas las personas puedan vivir vidas
decentes y, eso implica poner límites a quienes no lo quieren. Gobernar
para todas las personas no es hacer las cosas para que todo el mundo
esté contento.
Quién roba, especula o expolia, quien sobreacumula o no
quiere perder privilegios, no se siente feliz y agradecido cuando los
pierde y eso es lo que explica por qué se montan estos espectáculos
mediáticos a causa de las ocas de la cabalgata de reyes, una flor que
lleva la alcaldesa en la mano, una concejala que protestó en una capilla
hace años o una representación de títeres.
La
dificultad mayor del buen gobierno es bregar con intereses contrapuestos
y, en este caso, creo humildemente, que deben priorizarse los intereses
y propósitos que alentaron la construcción del proyecto de Ahora Madrid
porque fueron definidos para desbancar el lucro como motor social y la
corrupción como práctica institucionalizada y para poder generar
dinámicas de vida buena para las mayorías sociales.
Hace unos meses, Manuela Carmena se incorporaba a la recta final de un
proyecto que se había venido construyendo con mucho esfuerzo durante
meses. Muchas personas vibraron de emoción ante el sueño de construir
entre todo y todas, y con ella al frente, una ciudad decente y justa,
dinámica y acogedora, esa ciudad de los abrazos y de los cuidados.
Pero el cuidado, la decencia y la justicia, en un modelo político que
le declara la guerra al bienestar de las mayorías, requiere el coraje,
la osadía y el valor de afrontar y no rehuirel conflicto. En demasiadas
ocasiones vemos miedo, mucho miedo, a lo que digan los medios
ultraconservadores, a lo que digan o declaren otros partidos políticos
que aprovechan ese ataque feroz para intentar sacar tajada política.
Con todo el respeto, no creo que este conflicto se esté abordando bien
desde el ayuntamiento. Si te equivocas quitando una placa, se repone y
se piden disculpas y ya está Si una obra está mal programada, se
establecen responsabilidades y se programa mejor a la siguiente y ya
está. No tiene, a mi juicio, mayor historia Y si hay que denunciar con
más fuerza a quienes pretenden ocultar debajo de las ropas de colores de
unos reyes magos o detrás del marco cuadrado de un teatrillo de títeres
polémico lo que presuntamente ha sido una descomunal operación de
corrupción, podredumbre y expolio, pues habrá que hacerlo.
No entiendo la dinámica amedrentada y defensiva que vemos en el
Ayuntamiento de Madrid.
Mientras las miradas se extravían en estas
polémicas periféricas alimentadas por los medios y las redes que cuentan
mentiras o verdades a medias, concejales y concejalas que tanto
lucharon en diferentes momentos, se defienden torpemente, intentando ser
amables y dando mensajes contradictorios. Mientras, los procesos de
desposesión, las denuncias de corrupción, expolio, blanqueo y robo que
han dejado a tantos niños y niñas – y personas adultas -indefensos y
desprotegidos en el mundo real, en su día a día cotidiano, parecen no
pasarle factura política a sus responsables.
Confrontar
y defenderse pacífica, pero firmemente, de quienes quieren que todo
siga igual, es un acto de amor por la vida y por las personas. Si
queremos construir algo distinto en dónde quepamos todas, estamos
obligados a abordar ese conflicto. No se entiende el porqué de dejarse
acorralar por el insulto, la mentira o llas medias verdades de quienes
no pueden soportar haber perdido el espacio de privilegio del que tanto
beneficio ha sacado.
Como decía el cantante, “los
amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan ahí”.
Esperemos que esta reivindicación del amor que empezaba hace unos meses
no se quede ahí.


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