Soto del Real llora ante el discurso del líder del PP.
Condenados de la Gürtel,
Púnica, Taula, Acuamed, Bankia, Brugal, etc, además de otros reclusos en
su condición de amigos, chulos o amantes de los encarcelados, han
provocado alborotos en la mayoría de las cárceles españolas durante la
emisión del discurso-escupitajo de Rajoy en la segunda sesión de
investidura.
También desde las casas de
citas más importantes del país, desde los corrales clandestinos de
peleas de gallos, desde los sumideros ilegales de aguas residuales,
desde el fondo de las ciénagas más ominosas y desde las marisquerías más
suntuosas han surgido los gestos de apoyo y admiración hacia el verbo
gracioso y barroco del presidente del Gobierno en funciones.
En todos los arzobispados se
han sucedido, además, las misas, la magia y los rezos para acompañar la
comparecencia de Mariano Rajoy, se han asado venados, descorchado
excelentes caldos y acariciado fabulosas hembras.
Bancos, compañías
energéticas, multinacionales farmacéuticas, fábricas de armamento,
trileros, usureros y carteristas valoran enormemente la capacidad del
orador para transformarse elegantemente en una babosa sin necesidad de
desanudarse la corbata.
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