El pacto que ayer se presentó en la investidura es el pacto
del fracaso, porque no suma y no es capaz de conseguir adhesiones (ninguna, que
se dice pronto). Lo único que consiguió, al margen de los diputados de PSOE y
C’s que la presentaron, fue una abstención. Un resultado que dice mucho de su
muerte súbita.
Según están las cosas, finiquitado este acuerdo, no hay nada
más que tres posibilidades, después del viernes. Una es el gran pacto que pregona
el PP, con este partido a la cabeza y con el PSOE y C’s como acompañantes. Es
el que podríamos conocer como el pacto del IBEX-35. Otra es un pacto de
izquierdas, con PSOE, Podemos, IU, Compromis y con la colaboración de los
partidos nacionalistas.
Y la última es la proclamación de elecciones generales.
¿Por qué no se puede apoyar un pacto como el presentado? La
razón es que se perdería una oportunidad de conseguir un cambio real y no un
‘cambito’. Un acuerdo de izquierdas que es posible y para el que se pueden
encontrar apoyos necesarios. La posibilidad de este acuerdo pasa por deshacer
el pacto PSOE/C’s –conocido como el pacto naranja-- por tres motivos:
- El contenido del propio pacto: Falta una reforma fiscal, la derogación total de las leyes Mordaza y LOMCE, y una verdadera reforma laboral que derogue las dos anteriores. Falta una verdadera subida del SMI (lo del 1% suena a chiste malo). Y está llena de indefiniciones que quitan credibilidad a las propuestas.
- La desconfianza al PSOE. Supongo que este punto le debe doler a los socialistas, pero basta ver su historia de gobierno, basada en las experiencias anteriores, para darse cuenta de que muchas de sus proclamadas medidas programáticas de izquierda se han quedado en el camino. Por ello, es necesario entrar en el gobierno, como por ejemplo se ha hecho en Valencia. Es la única forma de que juntos se consiga cumplir el programa de izquierdas.
- Ciudadanos ha dicho que quiere entrar en el gobierno y eso significa que tendrá responsabilidades y tomará decisiones contrarias a la izquierda que no están en el pacto, y tratará de retrasar o de evitar las medidas progresistas que pueda haber.
Un pacto de izquierdas no es difícil, puesto que el PSOE
tenía la mayoría de estas medidas en su programa y las ha proclamado por activa
y por pasiva, durante los últimos cuatro meses y, además, ideológicamente
debería sentirse más cerca de la izquierda que de Ciudadanos, algo que ha
repetido hasta la saciedad en los últimos tiempos.
Por lo tanto, hay que apostar por un pacto progresista, de
verdad, (ayer se vio que era posible conseguir el voto afirmativo del PNV y la
abstención de los grupos catalanes), siempre que se dé un giro verdadero en la
economía, se entre en el gobierno con el PSOE (hay que estar cerca para evitar
que no cumpla lo pactado) y quede fuera Ciudadanos, una fuerza que estaría loca
por entrar a gobernar con el PP, si no fuera por Rajoy.
Alberto Garzón ha vuelto a dar un paso al frente y ya ha
convocado a los otros tres partidos, PSOE, Compromis y Podemos, para reunirse
de nuevo, a partir del lunes, y tratar de encontrar el acuerdo deseado. No se
debe perder esta oportunidad. El PP está al acecho y Ciudadanos, que ya ha
cambiado de posición en varias ocasiones, puede ayudarle. Lo tienen más
difícil, pero haríamos mal en dormirnos y esperar a ver cómo pasa el tiempo y
se convocan nuevas elecciones. Podría ocurrir que en el último momento, entre
estos dos partidos de derechas y la complicidad y la presión de las fuerzas
oligárquicas (UE, FMI, Banco Europeo, IBEX-35, etc. ), con Mariano Rajoy fuera, se llegara a un pacto de
derechas que siga con las políticas de desmantelamiento del Estado del
Bienestar y de la precarización del mercado laboral.
En manos de los cuatro partidos está. Hay que olvidar
ofensas y brusquedades del combate dialéctico y encontrar ese acuerdo posible
que permita un futuro mejor para los que más han sufrido esta crisis.
Salud y República
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