El negocio del deporte profesional y la compra de atletas por países del "Primer Mundo"
El pasado martes, el atleta nacido en Cuba Orlando Ortega Echevarría conquistaba para España la medalla de plata de los JJ.OO. de Río de Janeiro, en la prueba de 110 metros vallas. De inmediato, la prensaespañola lo convertía en un "héroe nacional", mientras que Ortega rechazaba la bandera de su país que le era ofrecida para festejar su triunfo. Pero, ¿qué hay realmente detrás de un sistema en el que atletas extranjeros se convierten en el mayor orgullo para otras naciones?
En 2012 el hoy flamante subcampeón olímpico “español” de los 110 metros vallas, Orlando Ortega Echevarría, vaticinaba un resultado como el que acaba de conseguir en los Juegos Olímpicos de Río.
Así lo expresó en una entrevista concedida a la agencia de noticias AP, tras vencer a su compatriota Dayron Robles, campeón olímpico en Pekín 2008.
"Estoy muy emocionado, pensando en Londres.
No me obsesiono, pero cuando entreno me motivo pensando: voy a llegar,
voy a llegar. Soy joven, no estoy apurado, ni presionado, porque no
tengo nada que perder, algún día mi hora va a sonar"- presagió Ortega.
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"Intentar invisibilizar cínicamente losverdaderosorígenes de su aparente éxitopersonal es un vil engaño que los mediosespañoles se encargan de reproducir yamplificar"
El vallista se preparaba entonces en el Estadio Panamericano de La Habana para representar a Cuba en los Juegos Olímpicos de Londres, bajo la pupila Santiago Antúnez, el mejor entrenador del mundo en el 2010, según la Federación Internacional de Atletismo.
Como se conoce, el martes Orlando Ortega, el velocista “español” o hispano-cubano -apelativo que también emplean los medios-, ganó la medalla de plata en la prueba de 110 metros vallas de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, por detrás del jamaicano Omar McLeod.
En sus palabras de agradecimiento -ampliamente difundidas- destacan dos “perlas” que vale la pena comentar. La primera de ellas con manifiesto carácter político.
Envuelto en la bandera monárquica y entre incontenibles sollozos, Ortega dijo a Radio Televisión Española RTVE “que no negaba sus raíces cubanas, pero se declaraba español con gustos españoles”.
Y añadió, "me ofrecieron la bandera de Cuba, pero yo quería la de España".
Este fue el broche final de los agradecimientos que Orlando Ortega prodigó a España -por "la oportunidad” y la confianza”-, a la Real Federación Española de Atletismo, a su familia y a su club en España por “todo el apoyo recibido en este tiempo”.
Sus emocionadas palabras suenan muy bien ante la audiencia, pero resultan infames.
Que se negara en la celebración a llevar también la bandera del país que lo vio nacer podría considerarse una cuestión de “conciencia”.
Sin embargo, intentar invisibilizar cínicamente los verdaderos
orígenes de su aparente éxito personal es un vil engaño que los medios
españoles se encargan de reproducir y amplificar.
"Nadie nace siendo deportista de élite. Sellega a serlo como resultado de un trabajocolectivo y consciente que, en el caso deOrlando Ortega, tiene como génesis laprestigiosa "Pirámide Deportiva" cubana"
“Miden todos más o menos 1,85 metros y gastan cuerpos estilizados y
musculosos, producto de sus entrenamientos y de sus genes. Son de lo
mejor del atletismo mundial y han nacido en Cuba, aunque ahora son
españoles o quieren serlo y ganar medallas bajo nuestra bandera”- escribió el “otrora prestigioso” periodista deportivo del diario El País, Carlos Arribas.
Sin embargo, lo cierto es que nadie nace siendo deportista de élite.
Se llega a serlo como resultado de un trabajo colectivo y consciente,
que en el caso de Orlando Ortega, como en el de muchos otros atletas cubanos que hoy compiten para otros países, tiene como génesis la prestigiosa "Pirámide Deportiva" cubana.
Un sistema nacido con la Revolución y que se desarrolla con un
equilibrio entre la iniciativa y la participación individual y
colectiva, con el imprescindible apoyo del Estado cubano.
En ese marco, y a pesar de los escasos recursos económicos de un país
bloqueado, todo cubano tiene la posibilidad real de practicar deportes
de forma gratuita sin distinción de edad, género, raza, creencias
religiosas o filiación política. Desde el deporte recreativo al alto
rendimiento.
Para que se tenga una idea de la eficacia del sistema deportivo del
país caribeño, basta recordar que en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 Cuba ganó una medalla de plata en atletismo; en México 1968, cuatro; en Montreal 1972 13 y en Moscú 20. Una década después, en Barcelona 92, la delegación cubana se hizo con 31 medalla.
No por casualidad Cuba se encuentra entre los países más medallas por habitantes, con una población de tan solo doce millones de personas.
Una rápida comparación:
En la lista de países con mayor número de medallas por habitantes Cuba ocupa el puesto 14, Estados Unidos el 37 y España el 57. En el ranking de oros por habitante Cuba se sitúa en el lugar 13, Estados Unidos en el 23 y España en el puesto 48.
Desconocemos los motivos por los cuales Orlando Ortega
decidió venir a España, pero el factor económico que se trata de
solapar con buenas palabras es casi una constante en estas historias de “hombres hechos a sí mismos”.
Detrás del deseo de obtener medallas recurriendo a deportistas de otros
países se encuentra el rentable negocio del robo de talentos
deportivos y científicos que el llamado Primer Mundo succiona, como tantas y tantas mercancías surgidas aparentemente de la nada absoluta.
"Detrás del deseo de obtener medallasrecurriendo a deportistas de otros países seencuentra el rentable negocio del robo detalentos por parte de los países del llamadoPrimer Mundo"
La segunda de las joyas con las que el vallista "hispano-cubano” obsequió al público llegó después de referirse a sí mismo en tercera persona -“Orelando no tiene límites”- expresó
"Estoy seguro –añadió- de que van a venir muchos más éxitos. Quiero seguir adelante, dando lo mejor de mí en cada carrera, esto es el comienzo de un gran momento del atletismo español".
Sin quererlo, tal vez, hablaba del jugoso negocio del deporte
profesional. Lo cierto es que en España no existe un único sistema
deportivo- independientemente de los criterios utilizados al hacer
referencia al ámbito territorial- de naturaleza pública o privada.
Cuando se expresa de esta forma, Ortega ignora
que lo que formalmente se denomina “sistema deportivo español” -en el
que se encuadra el atletismo- se rige por decisiones que trazan los
agentes económicos, medios de comunicación, multinacionales, marcas
deportivas y el sector financiero.
En la sociedad española es escaso el porcentaje de población que
practica una actividad física con asiduidad. Los datos indican que solo 2
de cada 10 personas lo hacen regularmente.
Las barreras económico-sociales imposibilitan la práctica de la
actividad física y el deporte a mujeres, personas mayores y ciudadanos
con bajos niveles educativos o con escasos ingresos.
Este es el sistema al que el corredor Orlando Ortega afirma “deberle todo”,
y en el que es más rentable comprar a atletas de alto rendimiento,
perfectamente formados de países empobrecidos, que formarlos desde la
base, como la que sí desarrolla Cuba y que permitió a Ortega convertirse
en deportista y obtener la medalla olímpica
Eso es lo que, “ingenuamente”, el corredor llama “oportunidad” y lo que, con lágrimas en los ojos, agradece de corazón a quienes le han comprado para que represente al Reino de España.
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