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sábado, 17 de junio de 2017

Carta de una profesora al consejero madrileño de Sanidad sobre los abanicos de papel


Señor consejero de Sanidad:


Permítame responder a sus declaraciones sobre cómo está afectando la ola de calor al alumnado de 3 a 18 años en las aulas de la Comunidad de Madrid y a sus estrambóticas recomendaciones para combatirla a base de abanicos de papel elaborados por los propios menores.


Quiero pensar que es por simple desconocimiento por lo que afirma usted que las altas temperaturas no alteran gravemente el normal desarrollo de la actividad escolar. Le aseguro como profesora de Secundaria que imparte clases en un centro público que esto no es cierto. 


Sabrá usted como médico que los niños y adolescentes son especialmente vulnerables al calor. En cualquier caso sabrá que no son más resistentes que los adultos a los que la normativa vigente sobre prevención de riesgos laborales desaconseja trabajar a más de 27 grados en una oficina por considerarlo insalubre.


En los últimos días se han registrado casos de mareos y lipotimias en centros educativos que habrá conocido usted por la prensa, pero también se ha producido un cansancio, desánimo, irritabilidad, pérdida de concentración, incomodidad y desazón generalizados entre el alumnado que los maestros y profesores percibimos claramente y que es incompatible con el aprendizaje.


He visto a mis alumnos de 16 años escapar literalmente de las aulas y esconderse a la sombra del edificio donde tendrían que haber estado dando clase y a profesores de tecnología afirmar que en las aulas de informática se han alcanzado los 35 grados centígrados. Todo dentro de esa normalidad en la que usted afirma que nos encontramos.


Mis alumnos de Secundaria se enfrentan a jornadas escolares similares al horario laboral de muchos adultos (siete horas en el instituto donde trabajo) y lo hacen en grupos de 33 y encerrados en aulas demasiado pequeñas sin toldos, ventiladores ni aire acondicionado, en edificios en muchos casos pésimamente orientados y peor aislados donde pega el sol toda la mañana. Su escasa media hora de recreo la pasan en patios y canchas donde las zonas de sombra son una anécdota, si es que tienen la suerte de haya alguna.


Ningún adulto trabaja en su Consejería en estas condiciones que considera usted adecuadas para los menores. Me pregunto entonces si sus afirmaciones obedecen a criterios profesionales o a criterios políticos de complicidad con quienes deberían tomar medidas para prevenir o paliar estas situaciones y no han hecho nada al respecto.


Querría pensar que cuando un consejero de Sanidad no asesora al Consejero de Educación ni le insta a tomar medidas efectivas contra los efectos del calor en colegios e institutos lo hace desde el desconocimiento, pero cuando se atreve usted a desaconsejar por motivos de salud la instalación en las aulas de equipos de aire acondicionado de los que sí están dotadas las áreas de pediatría de los centros de salud y de los hospitales públicos de los que usted es el máximo responsable no me queda más remedio que pensar que en uno de los dos casos está actuando con negligencia.


También quiero pensar que cuando un consejero de Sanidad recomienda que los alumnos se dediquen a elaborar abanicos de papel para combatir las altas temperaturas en las aulas lo hace desde el desconocimiento, porque lo contrario supondría directamente cuestionar la profesionalidad de los docentes y menospreciar el trabajo que realizamos, que no consiste en organizar “terapias ocupacionales muy importantes para los niños” sino educar y enseñar de acuerdo a los más altos estándares de aprendizaje recogidos en una ley educativa que seguro que le suena porque la ha redactado su propio partido.


Debo reconocer que como profesora no me resulta nuevo que un consejero del PP de Madrid cuestione la profesionalidad y menosprecie el trabajo de los docentes pero hasta ahora esa labor se la reservaba el consejero de Educación, así que quiero pensar que esto también lo ha hecho usted desde el desconocimiento.


Cuando un responsable político actúa con tal despliegue de desconocimiento no tengo más remedio que preguntarme por qué no dimite o es cesado. Pero esta pregunta ya no se la dirijo a usted sino a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Dª Cristina Cifuentes, que aún no le ha desautorizado y le mantiene en el cargo.
Atentamente,


Raquel Romero



 Raquel Romero – Profesora de secundaria






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