Dedico mi vida a escrutar información y
resulta que me había pasado inadvertido semejante espectáculo bochornoso
(también, casualmente, a todas las televisiones españolas, qué cosas).
Y sí, es cierto que no es ningún secreto que el presidente de la todopoderosa Comisión Europea es un alcohólico sin solución, pero es que una cosa es lo que se filtra de los comentarios de los trabajadores de la institución e incluso el tener conocimiento de las denuncias públicas por parte de algunos de sus colegas, como la carta de la diputada polaca Krystyna Pawlowicz advirtiendo de lo impresentable que llega a resultar este personaje, u otras advertencias, incluso previas a su elección como ‘capo’ europeo, y otra cosa es verlo ‘en acción’.
En cualquier caso, más allá de la fiesta
de tortazos que monta el susodicho con las caras de los altos cargos
invitados, lo mejor es lo que hace con Viktor Orbán, y con ese: “aquí
viene el dictador” para acabar recibiendo al presidente de Hungría con
el propio apelativo. Y encantado de la vida, oiga (porque in vino veritas pero a Juncker esto le resulta gracioso incluso estando sereno, sabiendo que no es ninguna broma).
Esta es la seriedad de las muy solemnes
grandes instituciones de Europa. Esta es la respetabilidad de los que
nos gobiernan y de los que deciden nuestro futuro. Y esto es lo que
ocurrió en la recepción de Jefes de Estado y Presidentes de las
instituciones europeas con motivo de las celebraciones del 60
aniversario del Tratado de Roma (ni más ni menos).
Juncker, presidente de la Unión Europea, borracho
*
Y luego escuchas estas declaraciones del pasado jueves día 9 y no tienes
más remedio que reírte (porque llorar no valdría de nada).
*
Intervención del Presidente del Gobierno, MAriano Rajoy, con motivo de
la entrega del Doctorado Honoris Causa a Jean-Claude Juncker, Presidente
de la Comisión Europea, en la Universidad de Salamanca, el 9 de
noviembre de 2017.
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