Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


viernes, 1 de junio de 2018

Adiós, Soraya. Adiós.

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Estimada, o no, Soraya:


Te he soportado durante todos estos años y empleo el verbo soportar con el ánimo de que este texto no sea excesivamente grosero. Créeme, podría haber utilizado otro tipo de expresiones. Eso sí, me voy a dar el gustazo de escribir estas palabras. 


Vete. Lárgate. Esfúmate. Multiplícate por cero. Desaparece de nuestras vidas.


 Y métete esa chulería, el tonito, el sarcasmo, la crueldad, la condescendencia y esa infinita capacidad para la prepotencia castiza por donde te plazca. 


Esa voz. Esas frecuencias elevadas, esa tesitura estridente que acaba las frases con un gallo alimentado por la rabia, como el cantante que pone demasiado ímpetu en su actuación y destroza la canción en el peor momento.


 Qué daño ha hecho esa voz a las aspiraciones de la paz social y la convivencia.


El odio. Un odio visceral, empeñado en hablar a los tuyos, a tu parroquia… un odio cruel que se ceba con los débiles, insensible ante quien sufre, ante los presos políticos, ante los heridos del 1 de octubre, ante todo aquel que no forma parte de tu micromundo de amiguetes, simpatizantes, palmeros y conocidos varios.


 Los de la pulserita española, el jersey por encima de los hombros y el pelotazo urbanístico. 


Vete. Tú y los tuyos. Regresad al lugar del que nunca debisteis salir. La gestión de lo público no tiene absolutamente nada que ver ni con la judicialización de la política, ni con la humillación del disidente, ni con la negación de la voz a las multitudes, ni con el miedo, ni con la violencia.


 Es otra cosa.


En fin, Soraya, estás en liquidación. Y lo sabes.






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