No me gusta aquello en lo que cree este señor, no me gusta su círculo
de confianza, incluso no me gustan sus modos ni sus gestos, pero hasta
un reloj averiado da bien la hora dos veces al día, y aunque así no
fuera, todo el mundo merece poder expresar su opinión –especialmente si
no nos gusta– sin tener que pasar por el juzgado cada vez que ‘molestas’
a alguien.
Y en esta ocasión el tertuliano ha ido a molestar a la
Iglesia y a una poderosa asociación (¡ay, las asociaciones!).
Algún día tendremos que hablar también de cómo, haciendo palanca en
los sentimientos y apoyados en organizaciones sociales, los
sinvergüenzas e inmorales se aprovechan de los buenos sentimientos de
mucha buena gente para vivir como reyes.
Pero eso será otro día.
En defensa de Arcadi Espada
(y no me lo puedo creer)
*
Hoy toca hablar del sentido común, de la diferencia entre derechos y
caprichos, de la ignorancia y el condicionamiento y de la libertad de
expresión.
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