La caída de la sexta entidad financiera de España y su venta al
Santander por un euro tiene una consecuencia que afecta a todos los
españoles: Ana Patricia Botín controla a los principales partidos
gracias a la financiación de los mismos
El Banco Popular, además de ser el líder en el
mercado de pymes, tenía otra peculiaridad que le hacía muy atractivo
para cualquier entidad que quisiera hacerse con él: la financiación a los partidos políticos y, por tanto, el control que ello supone de la acción pública y legislativa,
algo que, como los hechos han demostrado, no debe ser muy útil cuando
hay intereses superiores, puesto que fue resuelto sin que los partidos
movieran un dedo para evitarlo.
El Santander sabía que, haciéndose con el Popular, se convertía en el principal acreedor de los grandes partidos políticos, y así lo demuestran los propios datos internos de las distintas formaciones y lo indicado en los informes del Tribunal de Cuentas.
En base a estas estadísticas, antes del 7 de junio de 2017, el PP tenía créditos activos con el Banco Popular por valor de 24,5 millones de euros, lo que suponía un 51% de la financiación del partido.
Con el Santander tenían préstamos por valor de 16,9 millones de euros,
es decir, un 36%. Por lo tanto, tras la resolución y la compra por un
euro, el banco presidido por Ana Patricia Botín podría estar controlando el 87% de la financiación del Partido Popular.
Dentro del espectro de la derecha sorprende el caso de Ciudadanos.
Según los datos previos al 7 de junio, tenían el 100% de su
financiación con el Banco Popular, en concreto 8,2 millones de euros,
préstamos que han pasado a ser propiedad del Santander.
Por tanto, el banco presidido por Ana Patricia Botín ha pasado a controlar la deuda de los dos principales partidos conservadores de España.
Un caso diferente es el del PSOE, que no tenía deuda con el Santander, pero el 35% la mantenía con el Popular, en concreto, 24,3 millones de euros. El Partido Socialista siempre evitó el contacto con el Santander.
En el caso Filesa, por ejemplo, quedó claro que los bancos benefactores del PSOE eran el Banco Central Hispanoamericano y el Banco Bilbao Vizcaya.
Toda la deuda contraída por las campañas electorales del referéndum de
la OTAN y algunas otras menores —que no tenían devolución de dinero por
parte del Estado— era, principalmente, con esos bancos.
Alfonso Guerra era muy amigo de Alfonso Escámez y de José María Amusátegui. No necesitaba para nada a Botín.
Cuando el Banco Central Hispano cayó en manos del Santander, el PSOE
comenzó a trabajar principalmente con Cajas de Ahorros (La Caixa, en
especial), el BBVA y el Banco Popular que, a pesar de tener
vinculaciones con el Opus, no era de la corte de Botín.
Por tanto, tras el 7 de junio de 2017 la deuda del PSOE pasó a manos del Santander y, por tanto, controlan financieramente al partido en el gobierno.
En consecuencia, el banco presidido por Ana Patricia Botín tiene controlados a los tres partidos con opciones reales de formar gobierno tras el 28 de abril.
Esta es otra de las razones por las cuales la operación del Banco
Popular era beneficiosa para el Santander.
Por muy poco dinero
financiado, apenas 150 millones de euros, tiene en su mano a las tres
formaciones políticas que tendrán la responsabilidad de ejecutar las
políticas que, de un modo directo o indirecto, no perjudicarán
sobremanera los intereses de la entidad cántabra.
Esteban P. Cano
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