“Me liberé de toda esa carga de ser quien no era. Sobre los 16 años me di cuenta de que no estaba enfermo ni loco. Lloré de felicidad porque había encontrado lo que me estaba pasando”.
Quien habla nació como Isabel el 24 de junio de 1992 en Llano de Brujas (Murcia). Ahora es Gabriel.
La fotógrafa Mar Sáez acaba de publicar un precioso fotolibro dedicado a él y a su ‘renacimiento’. ‘Gabriel’ es un delicado retrato visual de la transición de una persona a lo largo de seis años.
“Me niego a pasar por alto 20 años de Isabel. No me los voy a quitar.
Le tengo mucho cariño a esa personita. Pero no era yo. Aunque al
principio la decisión se hizo difícil, es que simplemente no era yo”.
“El día que me vino la primera regla tuve que fingir que estaba feliz. Pero en realidad estaba llorando de tristeza, ansiedad, congoja. De repente fue como sentir que todo lo que yo no deseaba se había hecho realidad. Fue un verdadero trauma. Se me quedó grabado para toda la vida.
Fue horrible”.
Gabriel es otro ejemplo del calvario de incomprensiones y burocracias, pero también de decisiones valientes que al final les hacen sentirse orgullosos, que deben pasar las personas que nacen con un sexo con el que no se identifican hasta llegar a ser simplemente ellas mismas, hasta ajustar de alguna manera su exterior con su interior, hasta el punto que cada uno decida.
Otro ejemplo de algo que no acabamos de tratar sin tópicos y que libros con tanta poesía y tan poca estridencia como Gabriel (André Frère Éditions; 700 ejemplares distribuidos por La Rueda) pueden ayudar a normalizar.
Los entrecomillados que habéis leído son retazos de las entrevistas que Mar le ha realizado a lo largo de todo este tiempo. Cientos de horas pasadas con él, su familia, su pareja (Ariel, otro chico que ha pasado por una transición similar a la de él); charlando mucho, recordando, planeando, viajando… (los paisajes de la tierra murciana de la que son tanto Gabriel como Mar forman parte del fotolibro en un plano de protagonismo casi parejo al humano), acompañándole en momentos trascendentales como cuando se operó, cuando se hizo la mastectomía.
Ser ellos o ellas hasta el punto que cada cual decida.
“Las operaciones para mí se acabaron con la mastectomía. Mis
genitales forman parte de mí. Me siento orgulloso de tener vagina. Eso
no va a cambiar. Y mis parejas tendrán que quererme así, porque yo soy
así”.
Mar Sáez, ya conocida por otro proyecto, Vera y Victoria, que fructificó en otro maravilloso fotolibro y en un plan de exposiciones que arrancó en 2016 y cuyo recorrido aún continúa, explica que en un principio estos dos proyectos nacieron como uno solo sobre la transexualidad. “Luego se bifurcaron para que Vera y Victoria se centrara en una historia de amor y Gabriel en una historia de transformación”.
En ambos casos no les enseñó el resultado hasta que no lo tuvo terminado, recién salidos los libros de la imprenta. Una decisión arriesgada, pero que en ambos casos ha obtenido el absoluto visto bueno de los protagonistas. “Es mi forma de trabajar. No quiero entrar en ese debate de si aquí me veo bien o no, si salgo mejor o salgo peor, porque no es eso lo que yo persigo, no son criterios estéticos, sino algo más profundo, quiero contar una historia. Quiero que confíen en mí y en lo que estoy haciendo.
Y por ahora me ha salido bien”.
¿Y cómo se lo tomó Gabriel cuando ya tuvo Gabriel entre las manos? “Fue un momento cumbre, claro, de muchos nervios, mucha emoción y mucha ilusión por ver cómo reaccionaría. Me miró y me dijo: ‘Me veo en este libro; has contado mi historia’. Y eso para mí fue lo más importante que me pudo decir”.
Durante la reciente presentación del fotolibro en Madrid, en la Escuela Lens de Artes Visuales, Carmen Dalmau, historiadora y crítica de arte, docente y comisaria, destacó cómo estos dos trabajos de Mar Sáez tratan de “la complejidad de la identidad y de la biopolítica, término acuñado en los años 70 por Foucault que aborda los patrones de poder”. “El poder”, explicó, “se configura para controlar los mecanismos de la vida, de la muerte, del género, una serie de parámetros que hacen factible el control social, que busca hacer individuos productivos y controlables.
Y tanto Vera y Victoria como Gabriel hablan de transiciones y de escapar del patrón hetero-normativo, que nos dicta roles y comportamientos establecidos de acuerdo a unas reglas BBVAH (blanco, burgués, varón, adulto y heterosexual). Con un libro frágil y ligero, sin alharacas, con mucha poesía, Mar ha conseguido un dardo muy certero, un objeto muy potente, contra todos esos estereotipos. Un libro muy blanco, como toda la iconografía que acompaña al arcángel Gabriel”.
“En los retratos de Gabriel”, continuó Carmen Dalmau, “vemos mucha melancolía y a la vez mucha lucha y mucho orgullo. Con mucho romanticismo al hacer ese juego entre la naturaleza y el hombre, ese juego de los paisajes con el cuerpo. Me encanta cómo el fotolibro contrapone poses como esa imagen en la que Gabriel es una Venus recortada frente al mar, con ese otro Gabriel íntimo, de andar por casa, en albornoz. Gabriel es una joya muy eficaz para alertarnos sobre comportamientos en los que caemos continuamente sobre lo que consideraos que es normal, ¿qué es lo normal?…”.
Por su lado, Mar Sáez explicó que de todo el material elaborado durante estos seis años con Gabriel, en el fotolibro ha optado por un formato más poético, el tomado con una cámara Hasselblad, centrándose en la parte final del proceso, en ese renacimiento en el que, tras etapas de rechazo y frustración, surge el Gabriel satisfecho.
Guarda mucho material -ha podido desde tener acceso al álbum familiar a entrevistar a su entorno más cercano-, al que irá dando salida en exposiciones artísticas (la representa la galería Pilar Serra) más un audiovisual, y ahí sí con un carácter más documental.
Rafa Ruiz
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