Cuando Europa y la UE hayan visto el pronunciamiento del Tribunal
Supremo sobre Franco, necesariamente han tenido que llevarse las manos a
la cabeza…
España no merece estar en la Unión Europea (que sólo les interesa a
algunos porque recibe de ella ingentes ayudas económicas de las que en
parte se apropian la banca y los pícaros).
Aunque no por las razones del
Brexit que esgrimen en Gran Bretaña quienes desean desconectarse de la
UE, España no merece tampoco pertenecer a la Unión Europea y alguien
debiera mostrarse favorable a su salida también.
España incumple
sistemáticamente las directivas y está amenazada por las condiciones del
franquismo tardío que promueven la extrema derecha y el poder judicial,
y es incompatible con el espíritu y los puntos programáticos políticos
de la Unión.
Y luego extrañará a muchos europeos que no sólo dos millones de
catalanes sino también millones de otros españoles de todas las
regiones, no queramos ser «oficialmente» españoles; que nos resistamos a
que Europa y el resto del mundo nos confunda con gente de esa ralea,
con sus prácticas políticas, educacionales, sociales y judiciales.
Sobre
todo que nos juzguen por la inteligencia de esa chusma encorbatada,
trajeada y togada sólo sagaz y activa para el engaño, para la trampa,
para la práctica mafiosa y para conspirar contra el progreso moral y la
verdadera libertad; que no nos basta la libertad reducida a lo
interpersonal, al divorcio, al matrimonio homosexual, a la libre
sexualidad: lo único que mantiene la apariencia de que España vive en
democracia, por lo demás en estos mismos momentos amenazada por las
intenciones de los energúmenos franquistas que han llegado al poder
desde la ultraderecha, cuya catadura nos hace bastante màs incierto el
futuro a no muy largo plazo.
Jaime Richart
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