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miércoles, 19 de junio de 2019

Fútbol femenino, el sexismo sigue vivo




Mientras deportes como el tenis o el baloncesto se feminizaron en la primera mitad el siglo 20, el fútbol ha tardado mucho tiempo y aún le queda…


La Copa del mundo femenina de fútbol se desarrolla en Francia hasta el 7 de julio, pero las prácticas financieras en vigor y los comentarios colaterales del evento atestiguan que los prejuicios sexistas no han desaparecido.



Jugadoras excluidas durante mucho tiempo


Al principio, a fines del siglo 19, este deporte era practicado por mujeres que constituyeron clubes. En Francia, a finales del los años 1910, varios equipos de mujeres jugaban al fútbol. Pero cuando se creó, en 1919, la federación francesa ésta rechazó formalmente la entrada de mujeres.


En 1925, el patrón del influyente diario L’ Auto (predecesor de L’ Équipe) se indignaba de esta manera: “ ¡Que las jovenes hagan deporte entre ellas, en un campo rigurosamente cerrado, inaccesible al publico: sí, de acuerdo. Pero que den el espectáculo, algunos días de fiesta, donde esté invitado el público, que incluso se atrevan a correr tras un balón en una pradera que no esté rodeada de gruesos muros, esto es intolerable!”.


 El fallecimiento de una jugadora durante un partido, en 1927, fue explotado para defender la prohibición. En los años 1930, el fútbol femenino todavía era muy criticado. Finalmente, el 27 de marzo de 1941, el gobierno de Vichy prohibió a las mujeres una serie de deportes, entre ellos el fútbol, Será necesario esperar hasta los años 1970 para ver la vuelta del fútbol femenino y la creación de un equipo de Francia.


La federación internacional, la FIFA, ha dado pruebas del mismo sexismo. En los años 1970, en una época en las que varias federaciones prohibían todavía a las mujeres jugar, las primeras copas del mundo femenino eran disputadas al margen de la federación. Cuando la FIFA organizaba copas del mundo masculinas ya desde 1930, será preciso esperar a 1991 para que organice la equivalente para las futbolistas.


Sexismo y buenos negocios


Hoy, que la sociedad ha evolucionado, y tanto los patrocinadores como los medias ven en el fútbol femenino un gran potencial económico. El sexismo adquiere formas más insidiosas que la simple prohibición de jugar en el campo. Se observa por ejemplo en las desigualdades de tratamiento.


Cuando un jugador de la Liga 1 gana una media de 73.000 euros mensuales, el salario medio de una futbolista profesional en Francia es de 2.949 euros. En caso de victoria en el Mundial, la Federación francesa de fútbol entregará a cada jugadora 40.000 euros de prima cuando en 2.018 los jugadores el equipo masculino cobraron cada uno 400.000 euros.


 La diferencia entre las primas ofrecidas a los equipos por la FIFA aumenta más todavía. En varios paises, las jugadoras han denunciado estas desigualdades, incluso se enfrentan a su federación por discriminación, como las norteamericanas: ellas han sido varias veces campeonas del mundo y campeonas olímpicas, pero continúan ganando menos que sus homólogos masculinos, que jamás han pasado un cuarto de final.


Para justificar estas diferencias tan groseras, las instancias deportivas pretextan que el fútbol femenino no genera los mismos ingresos (derechos de televisión etc.) justificando de esta manera sus sexismo por el de la sociedad.


Si las diferencias de popularidad existen, las autoridades son las primeras responsables: al prohibir mucho tiempo el fútbol femenino, han impedido durante mucho tiempo que se desarrollase. Y en realidad van por detrás de la sociedad, a menudo mucho más favorable a la igualdad de sexos de lo que lo son las autoridades y los medias.


Entre las jóvenes, la práctica del fútbol y el número de federadas progresa muy rapidamente. El 7 de junio, el partido de apertura Francia- Corea del Sur atrajó 11 millones de telespectadores, una cifra próxima al del partido masculino equivalente.


Los comentaristas deportivos ya no se atreven a criticar abiertamente el fútbol femenino como un Thierry Roland lo hacía tan groseramente.


 Hay que acudir a la Academia francesa para encontrar a un Alain Finkielkraut explicar que no le gusta el fútbol femenino, añadiendo: “ No es así como me gusta ver a las mujeres”.


¡Que guarde pues sus ganas para él!


Michel BONDELET


Lutte Ouvrière


Traducción de Francisco Ponzán






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