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lunes, 23 de diciembre de 2019

Christine de Pizan, la precursora medieval del feminismo

Christine Pizan
  


Christine de Pizan, también conocida como Cristina de Pisan o de Pizzano, vino al mundo en Venecia probablemente en el año 1364 o 65. Era hija de un célebre físico, alquimista y astrólogo de la corte veneciana, Tomás de Pizan, que se trasladó a Francia para entrar al servicio del rey Carlos V.


 Su hija le acompañó y así entró en contacto con el humanismo prerenacentista y aprendió a manejarse con soltura en latín, italiano y francés, lo que le permitió acceder a la excelente biblioteca que poseía el rey francés.


A los 15 años la casaron con Étienne du Castel , un secretario de la corte, con el que según ella mismo relató, tuvo una relación bastante feliz e incluso igualitaria, algo bastante inusual en la época. 


Sin embargo la plácida vida de ilustrada cortesana no duró demasiado. Al poco de casarse Christine fallece el rey Carlos V y es sucedido por su hijo, Carlos VI, más conocido como Carlos el Loco, por las decisiones desastrosas que tomó durante su reinado y que desde el primer momento afectaron a Christine y a su padre, que vieron drásticamente reducidos sus ingresos.


A los 25 años se queda viuda, justo después de que muera su padre y la ilustre dama se queda con tres hijos a su cargo, además de su madre y una sobrina. En ese momento toma una decisión trascendental: convertirse en escritora para sacar adelante a su familia. 


La fortuna acompañó a su trabajada capacidad intelectual y su habilidad creativa y pronto sus poemas y baladas se hicieron muy populares entre los cortesanos y nobles europeos, entre ellos la reina Isabel de Baviera, esposa de Carlos el Loco, quién le encargó varios poemas y canciones.


Otro admirador suyo fue Juan Sin Miedo, Duque de Borgoña, quien le encargó la obra Libro de las tres virtudes, para su hija Margarita de Borgoña, que acaba de contraer matrimonio.


 En el libro Christina  daba a la joven princesa consejos sobre “lo que debía aprender y cómo debía comportarse” en los que alentaba una buena dosis de independencia. 


En este sentido es muy revelador el título de uno de sus poemas más famosos Seulette suy et seulette vueil estr (Solita estoy y solita quiero estar). 
 

En sus trabajos volcaba su experiencia como mujer sola en un mundo dominado por los hombres y además incluía muchos datos biográficos de sus personajes, lo que la convierte en un magnífica fuente de documentación para conocer la vida de su tiempo.


Christine de Pizan protagonizó la primera polémica literaria francesa, al enfrentarse al poeta francés Jean de Meung autor de Le Roman de la Rose, una obra en la que las mujeres eran cruelmente difamadas y vilipendiadas. Como respuesta Christine escribió La Epístola al Dios de Amores.


 Esta actitud que revelaba una osadía prácticamente inaudita en la época, le acarreó severas críticas y unos cuantos detractores, con los que ajustó cuentas en su autobiografía, La visión de Christine, escrita en 1405. 


Esa obra tuvo su continuidad en  el libro Le Livre de la cité des dames (El libro de la ciudad de las damas), una colección de historias de heroínas del pasado que también creó un escándalo considerable y en el que muchos estudiosos han visto una obra precursora del feminismo moderno.


Deprimida por la brutal y larga Guerra de los Cien años, De Pizan acabó recluyéndose en un monasterio. En 1429 dedicó una de sus últimas obras, Ditie de Jehanne dArc (Canción en honor de Juana de Arco), a la heroína francesa en la guerra contra los ingleses, a la que reivindica afirmando que su figura recompensa los esfuerzos de todas las mujeres en defensa de su propio sexo.


 Un año después de la aparición de este libro, Christine falleció. Sirvan estas líneas como nuestro homenaje a su figura.









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