TAJO
ABIERTO.
Shihuahuaco (Dipteryx micrantha) de más de 700 años de edad
talado en una zona no autorizada para aprovechamiento maderable.
Un solo
árbol atrapa 40 toneladas de carbono, un tercio del que captura una
hectárea de bosque primario.
La industria maderera mundial ya no se contenta con la caoba y el cedro, reducidos a cifras mínimas en tan solo dos décadas.
Hoy se ha puesto la mira en el shihuahuaco, un árbol que llega a vivir 900 años y que, derribado en un par de horas, es destinado a ser piso.
Una ingeniera forestal ha emprendido la pelea por salvarlo.
Tatiana
Espinoza (41) –bah, Tati– sabía que armar un emprendimiento en una
sociedad altamente machista como el Perú era un reto grande. Pero a ella
eso le importó un pepino, así que postuló a una concesión de
reforestación en el 2009, cuando estaban a precio de ganga: ya habían
extraído todo el cedro y caoba.
Se la dieron en el 2010; total, era
ingeniera forestal y estaba haciendo un posgrado en Costa Rica.
Para
llegar a su flamante concesión demoró tres días en bote desde Puerto
Maldonado.
Eso no la arredró; era una guerrera. Su temor era que hubiese
gente viviendo dentro de la propiedad, pero solo halló a un cazador de
huanganas y un bosque real maravilloso que superó sus expectativas.
Siempre le pareció extraño que otorgaran concesiones de reforestación en
esos paraísos arbolados.
¿Reforestar qué?
BUENA
COSECHA. Arbio tiene 150 shihuahuacos adultos, pero este es un árbol
especial, pues han crecido 300 ejemplares juveniles a su alrededor. Tati
Espinoza y Emérito Ruiz, especialista en plantas medicinales, muestran
las semillas del renacimiento.
Regresó
al poco tiempo para echar raíces, levantar una cabaña.
Se quedó 33 días en el monte, guarecida en una carpita. Instalaron los pilotes, el techo y el piso. Volvió a los dos meses y no encontró ningún clavo, parecía que un tornado hubiera arrancado la estructura de cuajo. Se percató de golpe de que la selva era tierra de todos y de nadie. Tuvo que dejar a un guardián de manera permanente.
Se quedó 33 días en el monte, guarecida en una carpita. Instalaron los pilotes, el techo y el piso. Volvió a los dos meses y no encontró ningún clavo, parecía que un tornado hubiera arrancado la estructura de cuajo. Se percató de golpe de que la selva era tierra de todos y de nadie. Tuvo que dejar a un guardián de manera permanente.
Igual
recibió advertencias de que sería mejor que se fuera por donde vino. Le
dispararon al señor que le cuidaba el bote y se ha enfrentado a
taladores ilegales durante 10 años. Incluso han hecho una carretera en
el límite de su concesión, a metros de colosales shihuahuacos.
“¿Alguna vez has sentido la tentación de tirar la toalla?”, le pregunté. No dudó en responderme: “A pesar de los obstáculos, siempre he tenido la motivación de continuar. Se lo debo a mis hermanas Rocío y Gianella y al bosque en sí. Va a sonar raro, pero son ellos [los árboles] los que me impulsan a seguir en la lucha”.
“¿Alguna vez has sentido la tentación de tirar la toalla?”, le pregunté. No dudó en responderme: “A pesar de los obstáculos, siempre he tenido la motivación de continuar. Se lo debo a mis hermanas Rocío y Gianella y al bosque en sí. Va a sonar raro, pero son ellos [los árboles] los que me impulsan a seguir en la lucha”.
BELLEZA
ACORAZADA.
Oruga de mariposa que ha evolucionado largas espinas para
protegerse de depredadores y poder volar.
La carretera del mal
Tati
sabía qué era el shihuahuaco, pero recién lo vio en vivo y en directo
en Las Piedras. Se dio cuenta de que muchos animales lo usaban como
refugio, como las águilas arpías, las más poderosas del mundo, que
anidan en su copa.
Pero comprendió sus propiedades biológicas y la
íntima relación que tenía con el bosque y sus seres.
Lamentablemente, la
historia de explotación y depredación se repetía como con la caoba.
Una
de sus vecinas, Nurinarda, contaba que los madereros cambiaban un árbol
de caoba por dos kilos de azúcar.
Y Tati observó que los campesinos
migrantes remataban sus shihuahuacos en 100 soles.
“De
pronto, todos los grandes shihuahuacos que se podían apreciar desde el
río desaparecieron a partir del 2013.
Los shihuahuacos eran trasladados
hasta puertos como Lucerna, donde hay una carretera que conecta con la
Interoceánica a la altura del poblado de Alegría. Allí están los
aserraderos y se hace el blanqueo de la madera, con papeles que dicen
que ha salido de un área autorizada”, señala Tati.
Lo
cierto es que la Interoceánica es la madre de todos los conflictos
(forestales, de minería ilegal, cocales). Esto lo confirma Ronald
Taboada, asistente de ARBIO: “La tala se ha intensificado con la
Interoceánica, especialmente desde el 2017”. Precisamente la sigla ARBIO
es la Asociación para la Resiliencia del Bosque frente a la
Interoceánica. Tati la tenía clara desde un principio.
Honor y orgullo
El
shihuahuaco es atractivo comercialmente por su extrema dureza y por ser
resistente a las plagas y la humedad. En China el metro cuadrado de
parquet se vende a 20 dólares. “Del total de madera que sale de Madre de
Dios, el 25% es shihuahuaco”, sentencia Augusto Mulanovich, ingeniero
forestal consultor en Serfor de Madre de Dios. Incluso, en el Perú, a
través del portal Mercado Libre, se ofrecen cunas y camas elaboradas con
shihuahuaco.
“Lo
primero que deberían cambiar es la medida mínima de corte, que es de 51
centímetros y corresponde a un árbol de 300 años. Debería aumentarse
este diámetro a por lo menos un metro, que son ejemplares que superan
los 700 años. Y no afectaría el comercio porque el 50% de los
shihuahuacos tienen más de un metro de diámetro”.
Así
las cosas, parece haber pocas esperanzas. Pero Tati no se rinde. Para
financiar su proyecto, desarrolló una plataforma en línea
(crowdfunding), donde cualquier persona puede entrar a la página web (arbioperu.com)
y contribuir a conservar una hectárea de la concesión o un árbol de
shihuahuaco por uno o varios años. Se puede visibilizar el terreno en un
mapa, y uno sabe qué áreas y árboles protege.
“Recuerdo
que hace años hicieron una campaña para no consumir pollo a la brasa
hecho con carbón de algarrobo. Pues bien, ahora el shihuahuaco está
reemplazando al algarrobo, porque detrás de los madereros vienen los
carboneros que utilizan todas las partes del árbol que pueden tener
algún defecto. Los venden en sacos de 100 kilos y por ahora abastecen a
clientes locales y de Arequipa y Tacna, pero la demanda es creciente”,
se indigna Tati.
Camión cargando shihuahuacos en carretera, sin puestos de control, de Lucerna a Alegría.
Este
12 de noviembre, en Nepal, Tatiana será galardonada con el Jane Goodall
Hope and Inspiration Ranger Award, por su labor conservacionista en
Madre de Dios.
Es uno de los premios más prestigiosos de medio ambiente
en el planeta.
“Será una sorpresa para muchos en el auditorio enterarse
de que en la Amazonía peruana hay árboles de más de mil años que están
siendo talados para convertirlos en pisos”. //
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