Imagen del documental ‘The Cove’
El ADN humano guarda una gran similitud con el de los delfines,
aunque estos cetáceos viven en el agua.
¿Qué nos diferencia de los
animales? Es posible que nuestra especie sea la única en recordar a sus
antepasados, y también la única en utilizar todo su intelecto para
someter a la naturaleza, e incluso a otras personas consideradas
inferiores y volubles.
Y no es seguro que esto último nos haga
especiales. Se puede concluir que la capacidad para interrogarnos nos
hace diferentes. Tal vez la admiración ante la belleza.
Según algunos estudios, compartimos la misma capacidad que los delfines para disfrutar del sexo.
Además, las dos especies nos reconocemos ante el espejo, lo que indica
cierto grado de conciencia.
El gozo en sí es una forma de onanismo, cuyo
resultado en ocasiones es identificarse con los otras/os, en una
especie de fascinación por la imagen.
Simpatizamos con los delfines y el medio a través de la pantalla, pero las personas, al emanciparnos de la naturaleza, no vemos la verdadera dimensión del desastre, causado por la popularización de la codicia, respaldada legalmente por los regímenes “del libre mercado”.
En el documental The Cove (Louie Psihoyos), disponible en Filmin, la sangre de estos cetáceos colorea el mar de Taiji (Japón), en calas próximas a deliciosos paraísos, donde se masacran por miles en una orgia sanguinolenta.
Cerca, los armoniosos templos y los budas sonrientes guardan silencio, porque su mundo no es el de los necios, y dan la espalda a los crueles.
En el documental, un angustiado Ric O’Brian
se enfrenta a los pescadores nipones.
Este ex entrenador de delfines
siente verdadera devoción por ellos, sin embargo, tuvo una mala
experiencia que martillea su memoria.
Durante el rodaje de Flipper, la popular serie de los años 60, la
protagonista hembra delfín murió en sus brazos. «Estaba deprimida, lo
podía notar».
Estos animales son muy sensibles al ruido, y muchos han
muerto así en los delfinarios. La realidad es que O ‘Brian popularizó
la cautividad de otros muchos flippers, lo que aún no se ha perdonado.
Aquel error le ha llevado a un activismo extremo por todo el
mundo. Descubrió que los delfines eran inteligentes, y que un ser que
disfrutaba tanto de su libertad no debía encerrarse en una pila de agua
limitada con hormigón.
Normalmente en los delfinarios se interpreta que
sus saltos, piruetas y arrumacos se deben a la presencia humana, pero no
es así. Su naturaleza jovial lleva a un error de juicio.
Hay animales totémicos, como los caballos, los gatos o los perros, y
por eso consumirlos se asemeja a la antropofagia. Los delfines
representan la libertad, la alegría y el gozo. Los tenemos en el palacio
de Cnosos (Creta), coronados de un azul vibrante.
Toda la basura que genera este sistema de consumo coloniza lo lugares
más bellos, transformados en insospechados vertederos de plástico.
Por
eso el organismo de los delfines está lleno de mercurio.
La
incineración, la combustión de carbón, la minería, y toda actividad
industrial emiten mercurio a la atmósfera,
que pasa a la cadena alimenticia.
Las consecuencias del consumo de
peces contaminados se vieron en Minamata (Japón). La empresa Chisso
vertió mercurio, y contaminó las áreas de pesca.
Las mujeres
embarazadas lo consumieron, y muchos niños nacieron con problemas
cognitivos y parálisis.
Centrarse en los problemas ambientales sin hacerlo en el modelo productivo es como intentar eliminar el humo sin apagar la hoguera. Los órganos más bellos suelen ser los más sensibles, los más delicados, susceptibles de convertirse en vertederos.
Si es necesaria una “revolución verde”, es que el cambio solo puede
ser radical. Y parece casi imposible llegar a un acuerdo real, como se
ha visto en Madrid hace días. Actualmente el incremento del PIB es
directamente proporcional a la destrucción de las libertades mayúsculas.
https://blogs.publico.es/…/comederos-de-delfin-y-bebedore…/…
The Cove Operacion Delfin
*
*
Somos Inteligentes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION