Felipe VI ha convocado a las corporaciones nobiliarias para repartir aceite y leche a las familias más vulnerables, un gesto insultante, grotesco y anacrónico de estos aristócratas en plena crisis social en la que millones viven situaciones de miseria.
La noticia podría figurar en los anales
de un documento histórico fechado en 1520, pero es de absoluta
actualidad: el rey y la nobleza repartiendo leche y aceite a los pobres.
Felipe VI ha instado a las distintas corporaciones nobiliarias, órdenes
militares y caballerescas españolas a contribuir en la campaña “Cruz
Roja responde frente al Covid-19”, con la compra de 38.604 litros de
leche y alrededor de 25.000 litros de aceite para su distribución entre
familias vulnerables de distintas regiones.
Es difícil de creer, pero es así, en
pleno siglo XXI no sólo siguen existiendo la monarquía y los títulos
nobiliarios, con sus marqueses y marquesas, sus caballeros y sus
anacronismos varios, sino que todavía tenemos que soportar gestos
insultantes de “caridad” y paternalismo.
Cómo señalan medios ultra
conservadores como El Mundo:
“estas instituciones nobiliarias han colaborado intensamente,
especialmente con Cáritas y con diferentes comedores sociales, así como
con organizaciones benéficas, para aliviar el sufrimiento de muchas
familias”.
Siendo generosos y suponiendo que hayan pagado a 1 euro el litro de leche y a 5 euros el de aceite, estamos hablando de un gasto de alrededor de 164.000 euros, simplemente por hacernos una idea aproximada. Tengamos en cuenta que sólo en uno de los últimos escándalos de corrupción en la que una fundación a nombre del rey emérito y con Felipe VI como beneficiario, daba cuenta de una “donación” de Arabia Saudí de 65 millones de euros.
Sólo la fortuna de
la Casa Real se calcula en más 2.000 millones de euros, sin contar las
fortunas y propiedades que deben acaparar en total toda esta banda de
parásitos y rentistas “aristócratas”.
Si el monarca trata de limpiar la mala fama de una Monarquía española cada vez más cuestionada, como siguen reflejando las encuestas,
no parece que vaya a conseguirlo con esta ridícula acción.
Hace pocos
días su padre y actual rey emérito aparecía en una nota de Le Monde,
uno de los medios de referencia en Francia, con el título de “Maleta de
billetes en Suiza, sociedad opaca en Panamá: Juan Carlos, el
desconcierto de España”. La corresponsal Sandrine Morel autora de la
nota, se refería al emérito como «un viejo rey devorado por su pasión
por las mujeres y el dinero».
Mientras
tanto y en un marco de crisis de un sistema capitalista que está
profundizando cada vez más las desigualdades sociales y la miseria de
millones, Felipe VI junto con unos parásitos rentistas, podridos de
dinero, privilegios y lujos reparten limosnas y nos lo quieren vender
como una “gran contribución”.
Situaciones que también aprovecha la
Iglesia católica para hacer proselitismo y desplegar toda su red de
instituciones asistenciales como Cáritas, una “labor social” con la que
trata de justificar las evasiones de impuestos y los privilegios que le
concede el Estado.
Nos hablan de “aliviar el sufrimiento de las familias”, pero la caridad no soluciona nada, de lo que se trata es de cuestionar el origen capitalista de la miseria, la desigualdad social y la explotación. Por eso mismo es básico intervenir a estas estas grandes fortunas para darle una utilidad social a unos recursos que son acaparados o dilapidados en lujos, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera.
Estas “limosnas” son un insulto, pero el
famoso Ingreso Mínimo Vital tampoco es la panacea ni mucho menos, más
bien es un “parche” del todo insuficiente para una crisis histórica del
capitalismo. Medidas de esta clase no sólo las está tomando el Gobierno
“progresista” de Sánchez e Iglesias, sino también otros gobiernos
europeos, pero que justamente tienen en común que se basan en destinar
dinero público para las familias más vulnerables; eso sí, garantizando y
sin cuestionar ni un ápice los intereses y propiedades de los grandes
capitales y fortunas.
No podemos depender de la “caridad” de
las élites nobiliarias o de Amancio Ortega, ni de que subsidios públicos
vayan a sacar a millones de la “extrema pobreza” para dejarlos en una
situación que va a ser de pobreza igualmente. Intervenir las grandes
fortunas junto a medidas como el reparto de las horas de trabajo, con
reducción de jornada y sin rebaja salarial, cuestionan los intereses
capitalistas y fortalecen a la clase obrera.
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