El presentador hace frente a una campaña de amenazas en redes sociales
después de haberse posicionado al lado del Gobierno de coalición
Y en medio de la ola de fascismo
que nos invade, un tipo menudo y valiente con gafas sin cristales se atreve a
plantar cara a la extrema derecha española: Jorge Javier Vázquez.
Sus bravos desplantes y sus pullas contra la
homofobia y las formas totalitarias del partido de Santiago Abascal lo han convertido, entre algunos sectores de la
izquierda española, en algo así como el Bertolt
Brecht de la televisión.
No vamos a ocultar aquí que Vázquez viene de donde
viene, de la telebragueta, del colorín hortera telecinqueño, del reality más cutre y chusco, pero qué
demonios, con su paso al frente don Jorge Javier (tendremos que dejar de
llamarlo Jorgeja) está dejando en evidencia a otros compañeros periodistas que
iban de progres y comprometidos y que ahora callan por miedo al matonismo
tuitero de la extrema derecha, por parecer más imparciales y equidistantes ante
un hecho tan grave como el retorno del fascismo o sencillamente porque hablar bien
del Gobierno chavista y mal de Vox
perjudica los índices de audiencia.
Pasará a la historia de la
televisión su grito descarado en defensa del socialismo y de los homosexuales, aquel
día que, cabreado por las prácticas de la extrema derecha, y sin cortarse un
pelo, soltó aquello de que “Sálvame es un programa de rojos y
maricones”.
Por todo ello, Vox ha puesto en la diana al astuto y vivaracho
presentador de televisión y él, lejos de arredrarse ante las amenazas que le
han caído como chuzos de punta, ha seguido diciendo lo que pensaba, lo cual es
mucho en estos tiempos de tibieza, paños calientes, medias tintas y compadreo con
el populismo neofascista.
No se trata de dar nombres aquí (cualquiera que vea
la televisión sabe a quiénes nos referimos) pero es preciso recordar cómo
algunos le han puesto la alfombra roja de los platós a Santi Abascal y hasta le
han blanqueado las ideas franquistas en entrevistas amables, cordiales, por no
decir en auténticas felaciones televisivas.
Jorge Javier es lo que es y viene
de donde viene. No engaña a nadie, pero es de los pocos que mientras el
neofascimo emerge con fuerza en nuestro país llama a las cosas por su nombre en
su programa de por la tarde.
Entre exclusiva y exclusiva, entre el culebrón de
la Pantoja y el último episodio de
la señorita que se pasea en pelotas por la casa de Merlos, aprovecha un rato para hacer opinión política comprometida,
valiente, defensora de los valores democráticos y de los derechos de las
minorías, ya sean sexuales o étnicas, sin importarle si el share sube o se va a pique por la sangría de espectadores fachas
que deciden dejar de seguir su programa.
En estos días de guerracivilismo y pandemias, Vázquez no solo ha
hecho valer su rojerío sin miedo, sino su derecho a la libertad de
expresión como líder de opinión que es, e incluso ha ido mucho más allá
cuando no tenía por qué meterse en líos ni en camisas de once varas, ya
que su tema era Belén Esteban y no el sindiós político que vive España.
Y así, un día defiende sin pudor la gestión de un Gobierno que desde el
estallido de la epidemia ha apostado por cuidar la salud de sus
ciudadanos y al siguiente toma partido por los homosexuales y trans del Orgullo Gay, a los que Vox pretende recluir en el gueto de la Casa de Campo.
Todavía no le han puesto su foto en una diana para dispararle con un
rifle de repetición en una sórdida galería de tiro, como hacen algunos
energúmenos de la ralea franquista con los retratos de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Grande-Marlaska, Irene Montero o Pablo Echenique, pero
seguro que ya está en la lista negra.
No en vano, en las últimas
semanas ha sufrido, por rojo, campañas de acoso y amenazas en las redes
sociales.
Fue precisamente Vox quien abrió la veda contra el popular
presentador: “Es indignante que a los españoles se les impida enterrar a
sus muertos en familia y sí se permita a millonarios progres hacer tele
basura. Jorge Javier, tu programa se emite gracias a una concesión
pública, la misma concesión con la que silenciaste una violación en
directo”, le advirtieron en uno de los habituales tuits “trumpistas” y
faltones con los que suelen emplearse los bots ultras.
Después de aquello, Vázquez ha tenido que soportar de todo. “Estoy
siendo víctima de una campaña en redes detrás de la que están cuentas
asociadas a la extrema derecha, falsas, con muy pocos seguidores”, ha
lamentado el presentador.
Y añade: “Cuando está la maquinaria de la
extrema derecha detrás, hay que denunciarlo porque lo que no van a
conseguir es que nos callemos”.
Hace solo unos días, en una entrevista
en la Cadena SER, volvía a mostrar su apoyo a la
izquierda, elogiando medidas como el ingreso mínimo vital y la subida de
impuestos a los ricos (entre los que él mismo se incluye).
“Esta
pandemia ha conseguido que Iglesias me parezca un excelente
vicepresidente.
Estoy feliz con el Gobierno PSOE-Podemos y que esto haya tocado con este gobierno”.
Hasta el ácido y siempre crítico Echenique se ha rendido a su bravura.
“Jorge Javier Vázquez tiene (no poco) dinero y piensa esto de pagar impuestos para tener un Estado del Bienestar
fuerte y una sociedad más justa y mejor.
Bravo por él. El problema no
es la riqueza. El problema es la pobreza”.
Por rojo y maricón, Vázquez
tenía todas las papeletas para ser blanco del odio del nuevo falangismo
patrio.
Pero se ha hecho merecedor de nuestros respetos.
De esta, hasta
le echamos un ojo al Sálvame.
https://diario16.com/jorge-javier-vazquez-se-convierte-en-…/
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