Los programas del corazón gozan de cierta manga ancha a la hora de emitir determinados contenidos, una condición que, según los expertos, nunca debería suponer una intromisión en el derecho al honor

Los datos de audiencia de «Sálvame» vienen refrendando en los últimos meses que el programa de Telecinco es la opción predilecta de los telespectadores vespertinos, ávidos de conocer el desenlace de los «cebos» [informaciones que no se desvelan hasta el último minuto] que el espacio emplea a menudo para enganchar a su público. Desde hace varias semanas, por ejemplo, el popular programa de Mediaset juega con el vocabulario para insinuar que Fani, concursante de «La casa fuerte» conocida por sus intervenciones en los programas «Supervivientes» y «La isla de las tentaciones», habría ejercido la prostitución hace algunos años esquivando, de este modo, toda responsabilidad legal por dichas afirmaciones.

Al «caso Fani» se han unido, en los últimos

días, varios trabajos de investigación periodística gracias a los cuales el programa ha sacado a la luz, entre otras noticias, que los toreros Juan José Padilla, José Antonio Morante y Alberto López estarían presuntamente involucrados en una pelea ilegal de gallos en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. El otro plato fuerte de «Sálvame» ha consistido en vincular a otra mujer famosa con el mundo de la prostitución. Según las revelaciones de algunos tertulianos, una persona «muy conocida» llevaría largo tiempo ejerciendo el oficio sin conocimiento de su familia, una información que, tras días de especulaciones, finalmente ha sido frenada por el propio programa tras la petición expresa del entorno de la protagonista.

Este medio se ha puesto en contacto con el Instituto de la Mujer, dependiente del Ministerio de Igualdad, para conocer su opinión sobre este tipo de debates que especulan con la vida íntima de varias mujeres sin su consentimiento. El gabinete que lidera Irene Montero, de momento, no se ha pronunciado al respecto. «La función de este Ministerio no es otra que defender a la mujer sea cual sea su condición, ya que no hacerlo es un caso de sectarismo que, además, está prohibido por la Constitución, pues todos somos iguales ante la ley», señala el abogado Marcos García-Montes ante el silencio del organismo.

El listón del famoso, más bajo

García-Montes, representante legal de varios rostros conocidos en su trayectoria como letrado, habla a ABC desde un punto de vista general y asegura que determinados programas se sitúan «justo al límite de la ley» con este tipo de debates, aunque sin cruzarlo de manera habitual. Sobre actuaciones similares a las llevadas a cabo en «Sálvame», García-Montes explica que, aunque no se mencione el nombre y solo se especule con la identidad de un sujeto, «sí se está diciendo que se trata de un personaje conocido» y que, por tanto, podría llegar a ser identificado. Así lo refrenda, también, el presidente de la Sección de Comunicación y Derecho del Colegio de Abogados de Madrid, Manuel Sánchez de Diego: «Aunque no se diga el nombre de la persona, si por alguna causa es posible su identificación, nos encontraríamos ante una agresión contra el derecho al honor».

El contenido de los programas del corazón también es menos relevante a ojos de la ley

Como recalca García-Montes, a pesar de que el Tribunal Supremo concluyera en su día que el listón del famoso en términos legales es más bajo por el hecho de haber vendido su intimidad, esta no es condición suficiente para que se produzca una intromisión en su honor. Programas como «Sálvame», no obstante, sí gozan de una cierta manga ancha en este sentido gracias a una sentencia del Supremo en 2014 que considera que los contenidos de los programas de corazón, dado su carácter lúdico, no pueden tomarse tan en consideración como si se ubicaran en un espacio de información general.

La audiencia como excusa

También el aspecto ético chirría a veces en este tipo de programas. Manuel Martín Algarra, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, se muestra contundente al asegurar que «salvo que se trate de un interrogatorio policial, no tiene sentido obligar a nadie a hacer partícipe a los demás sobre cuestiones de su intimidad». El tema de fondo, a ojos del experto, es que «algunas cadenas han olvidado que el espectro digital es un bien escaso que ha sido concedido a compañías privadas para hacer un ejercicio de servicio público y no para ser una fuente de ingresos. También lo han olvidado los políticos y los ciudadanos», señala.

«No hay excusa para introducir discursos dañinos en televisión»

En opinión de Martín Algarra, «el nivel rastrero de un buen número de programas en diversas cadenas no es de recibo». Para el profesor, el «todo por la audiencia» no es excusa para introducir «discursos dañinos» en la televisión generalista, donde muchos espacios «no solo no cumplen ninguna función pública sino que se alejan de lo que un buen profesional debe hacer».

Estrategias como la de «Sálvame», dice el experto, sirven solo para mantener la atención de la audiencia e incrementar las cifras «sin ningún respeto al ciudadano». Sobre la temática de la prostitución, dice Martín Algarra, «el tema y las formas son lamentables, no hay excusa», se lamenta.