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lunes, 6 de agosto de 2012

Queridos dirigentes: gracias por despreciar a nuestros científicos.

Principia Marsupia

"Descifrar lo que está delante de nuestros ojos requiere una lucha constante" Orwell

Queridos dirigentes: gracias por despreciar a nuestros científicos.

Agencia EFE

Observad con atención la fotografía.
Os propongo un desafío. Tenéis que adivinar el motivo de tanta alegría en el rostro más sexy del panorama político internacional. Dos opciones:

a) Nuestro Líder-Supremo Mariano celebra un gol de España en la final de la Eurocopa.
b) Mariano, el Ungido-por-Aznar, reacciona con euforia ante el descubrimiento del bosón de Higgs.
Reconozco la extrema dificultad del dilema que os planteo. ¿Pudiera ser que los políticos muestren más admiración por los deportistas que por los científicos? En los siguientes párrafos os ofrezco algunas pistas. Estad atentos porque son muy, muy sutiles.

Comencemos por las Olimpiadas. No me refiero a las de Londres, sino a las Olimpiadas de Física. Cada año, los alumnos más brillantes de secundaria participan en esta competición donde los ganadores recibían un premio de 300 euros. En la última edición, el Ministerio de Educación decidió que no podía permitirse semejante dispendio y no pagó los premios. Los muchachos estudiaron por encima de nuestras posibilidades.

Mientras tanto, los clubes de fútbol tienen una deuda de 752 millones de euros con Hacienda. Quizás el Ministerio de Educación tomó la decisión correcta. Vivimos una terrible crisis económica y debemos emplear nuestros escasos recursos en aquello que mejor hacemos: España ha ganado más Mundiales de fútbol que premios Nobel de Física.

Hace unas semanas tres adolescentes españoles ganaron la “Google Science Fair”, una competición científica a nivel mundial. ¿Por qué no fueron recibidos en Zarzuela por el Campechano-en-Jefe? ¡Con lo que disfruta fotografiándose con nuestros campeones!

Quizás los chicos se equivocaron al escoger su tema de investigación: “microorganismos en agua dulce”. Seguro que un estudio sobre los hábitos de apareamiento del elefante macho de Botswana hubiese sido motivo de Orgullo-y-Satisfacción.

Otros países se preocupan por el reconocimiento público de sus investigadores: aquí podéis leer la felicitación de David Cameron a los científicos británicos que participaron en el descubrimiento del bosón de Higgs.

Una de las medidas más absurdas para la promoción de la ciencia fue obra de Zapatero-el-Sabio. Con el objetivo de atraer talento, el gobierno socialista decidió una reducción en el IRPF para trabajadores cualificados que cambiasen su residencia a España. Hasta aquí, la idea parece razonable. Pero resulta que sólo podían acogerse a esta ley quienes tuviesen un salario superior a los 120.000 euros anuales.

¿Quienes llegaron a España pagando menos impuestos? ¿Stephen Hawking? ¿Ed Witten? ¡No! Fueron Kaká, Ibrahimovic, Beckham y Cristiano Ronaldo.

¿Qué podemos hacer los investigadores para conseguir una atención similar a la de los deportistas? Quizás impartir las clases de Mecánica Cuántica enfundados en taparrabos de waterpolo. Pero ahí tenemos un problema: los científicos somos feos. Nuestro planeta sería un lugar más desagradable si los anuncios de Kelvin Klein los protagonizase Eduard Punset en lugar de Gerard Piqué.

¿Se os ocurren otras ideas? Mis ecuaciones y yo os estaríamos muy agradecidos.



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