Esta semana el presidente del BBVA afirmó, sobre el futuro banco malo que está diseñando Guindos y su equipo, que su entidad “está abierta a cualquier posicionamiento y estamos dispuesto a hacerlo, bien como accionistas o bien poniendo activos, en beneficio del banco y del país”.
“Todos los bancos estamos abiertos a participar si es bueno para España”, llegó a decir.
Obviamente, y perdonen ustedes, me entró una sonora carcajada.
No pude contenerme.
O aún no se ha enterado de la que ha montado la banca en este país, ayudada por unos políticos entregados a la causa, o pensaba que estaba actuando en el Club de la Comedia, cosa que dudo, viendo el elenco de asistentes a su conferencia en el Foro ABC-Deloitte.
Ahora en serio, ya basta de ocultar a la ciudadanía la realidad. El gobierno es incapaz de encontrar inversores extranjeros, incluidos fondos soberanos, que entren como accionistas o bonistas en el banco malo. Le pasó exactamente igual a aquella banca insolvente que en su momento quiso colocar acciones preferentes entre los inversores profesionales. La mayoría de ellos se negaron a comprar.
¿Recuerdan lo que hicieron entonces? El gobierno y las élites financieras decidieron que si el mercado profesional no las compraba, no quedaba más remedio que venderlas a los ahorradores patrios a través de los bancos locales, ofreciéndose bajo el calificativo de productos de bajo riesgo.
Ahora pasa algo parecido, lo que ocurre es que en principio no van a ser ciudadanos engañados los que salgan al rescate de Guindos, sino la gran banca. Recomiendo encarecidamente la noticia publicada este viernes por Miguel Alba en este medio, “La gran banca rescata a Guindos ante la falta de inversores para el banco malo”. Pero claro la gran banca solo participará si consigue algo a cambio, lo cual será malo, muy malo, para los contribuyentes españoles.
El objetivo del gobierno es una quimera
El Ministro de Economía, Luis de Guindos, en la conferencia de prensa del viernes 31 de agosto, señaló que el objetivo es que los inversores privados adquirieran una participación mayoritaria en el banco malo. Concretamente afirmó "la empresa de gestión de activos debe ser viable y no generar pérdidas y al final no debe tener ningún impacto sobre el contribuyente".
Como ya detallamos en un blog previo, esta afirmación simple y llanamente es falsa porque ambos objetivos son incompatibles. El gobierno deberá elegir entre sobrepagar por la compra de los activos tóxicos, sin tocar a los acreedores extranjeros, en cuyo caso la fiesta la acabarán pagando los contribuyentes patrios. O, alternativamente, proteger a los ciudadanos españoles, infrapagando en la compra de dichos activos podridos, siendo la gerencia, los propietarios y los acreedores extranjeros quienes asuman el coste por haber llevado a la insolvencia a nuestro sistema bancario, al asumir todos ellos riesgos excesivos.
Los inversores extranjeros ya se han olido el percal. A fecha de hoy solo están dispuestos a entrar en el banco malo, en un primer momento, la gran banca española (Santander, BBVA, y La Caixa) que, casualidades de la vida, también está llena de esos activos tóxicos. Por cierto, si el banco malo puede obtener un beneficio derivado de la “gestión” de los bienes que compra a los bancos, ¿por qué no podrían los bancos manejarlos ellos mismos? ¿Y qué pintan como accionistas de un instrumento de gestión de activos podridos todos aquellos que los incluyeron en su balance contaminándolo en unos casos, y en otros quebrándolos directamente?
Santander, BBVA, y La Caixa quieren “trato preferencial”
La gran banca española quiere un traje a medida para entrar como accionistas o bonistas en el banco malo. Y al gobierno, que ansiaba la participación del sector privado en la financiación de dicho banco malo con el objetivo de no incrementar la deuda y el déficit público en la cuantía del rescate, no le queda más remedio que ceder a sus pretensiones.
A las entidades nacionalizadas o intervenidas, y a aquellas susceptibles de entrar en el grupo 2 o 3 según el memorándum del rescate del sistema financiero español, el banco malo les comprará los activos basura muy por debajo del valor en libro menos provisiones, lo que es, desde el punto de vista de los contribuyentes, deseable siempre y cuando sean sus acreedores quienes acaben recapitalizándolo. Eso es lo correcto, se infrapaga y la factura se pasa a aquellos que permitieron tal destrozo, sus accionistas y todos sus bonistas.
Véase el ejemplo del rescate bancario de Suecia en 1992 con su banco malo Securum, donde la gerencia de la banca nacionalizada se fue de patitas a la calle, y los acreedores pagaron la fiesta.
Sin embargo, y aquí viene la trampa, al BBVA, Santander u otras no intervenidas que entren como accionistas en el banco malo se les podría comprar los activos tóxicos a valor en libro menos provisiones.
Sí fuera sí, ¡menudo regalo!, sustituyen en su activo porquería de primera calidad por liquidez o bonos soberanos, y no tiene que recapitalizarse. ¡Qué maravilla, qué ejemplaridad! Por favor, dejen de insultar nuestra inteligencia cuando afirman sin rubor que todos los recortes en salarios, derechos básicos, pensiones, desempleo… son para garantizar el sistema de bienestar. No sean tan miserables.
Pero la cosa no para ahí. Además, pelillos a la mar, en el banco malo no se van a incluir ni préstamos o créditos a particulares, PYMES, Administraciones Públicas o participadas. Como ya detallamos en un blog previo, la cuantía necesaria, siguiendo el diseño implantado por las élites, rondará finalmente los 300.000 millones de euros frente a los 100.000 millones inicialmente solicitados.
Por cierto, la oposición política ¿no se entera de nada, no tiene ni idea de lo que pasa, o conchaba con todo ello? ¡Qué pena de país, cuanta regeneración hace falta! ¿Alguien duda de que al final haya un rescate total? ¡Qué vergüenza!
La actual crisis económica se debe al papel que juega la deuda privada en la economía, mucho más importante del que están dispuestos a concederle los economistas neoliberales. Es fundamental analizar el nivel y la tasa de variación del crecimiento de la deuda privada y el efecto desestabilizador de la misma. Después de una fase de acumulación de deuda, siempre retroalimentada por una burbuja financiera, en el momento en el que esas tendencias al crecimiento de la deuda privada terminan, la economía se desploma, y los precios de los activos financieros y de las casas se hunden, produciéndose una recesión de balances.
España se encuentra en la fase inicial de la recesión de balances.
El colapso en el precio de los activos deja al sector privado con un exceso de pasivos forzándole a reducir sus deudas. Las familias disminuyen el consumo y recuperan ahorro, las empresas no financieras no invierten, destruyen capital ya instalado, y despiden a trabajadores. Las entidades financieras, muchas de ellas insolventes, cortan el grifo del crédito, en un contexto de incremento de la mora, y tratan de recapitalizarse a costa de los contribuyentes.
Cuando familias, bancos y empresas están reduciendo deuda, la política monetaria es inefectiva, al entrar en trampa de la liquidez, y la política fiscal se convierte en la principal herramienta económica para mantener la demanda.
Los economistas ortodoxos y la deuda privada
Los economistas convencionales ignoraron el papel de la deuda privada en la crisis, por ello no la vieron venir, debido a tres razones sustanciales.
Primero, porque creen que el sector privado es racional en todo lo que hace, incluido el volumen de deuda que contrae. Por eso Ben Bernanke ignoró la 'Hipótesis de la Inestabilidad Financiera' de Hyman Minsky o de Charles Kindleberger ya que ambos abandonaron el supuesto del comportamiento económico racional.
En segundo lugar, porque creen que el nivel de la deuda privada y por lo tanto, también el de la tasa de cambio de la misma no tienen mayor significado macroeconómico.
El papel de la deuda privada en la crisis
La razón por la que un cambio en la tasa de crecimiento de la deuda privada iba a causar una crisis es porque el crecimiento de la deuda privada dispara la demanda agregada. Cuando un banco presta dinero, crea capacidad de gasto al crear simultáneamente un depósito. Ese dinero adicional viene a sumarse a la capacidad de gasto del prestatario, sin reducir la capacidad de gasto de los ahorradores.
En el mundo real los bancos centrales no pueden controlar la creación de dinero privado por los bancos comerciales mediante el control de las reservas. Más bien al revés, en el mundo real los bancos comerciales extienden el crédito, creando depósitos en el proceso, y luego miran las reservas.
En definitiva, el crecimiento del crédito puede expandir la demanda agregada. Entonces, en vez producirse necesariamente una equivalencia entre la demanda agregada y la oferta agregada, la demanda agregada excederá a la oferta agregada, si crece la deuda, y caerá por debajo de la oferta agregada, si cae la deuda.
Por lo tanto, el volumen nominal del dinero importa, y las dinámicas bancaria y de deuda han de incluirse en los modelos macroeconómicos, en vez de ignorarlas como hace la teoría económica neoclásica.
La separación neta entre la macroeconomía y finanzas no puede seguir manteniéndose, puesto que el cambio en la deuda financia la compra de activos, así como compras de bienes y servicios de nueva producción. Y la creencia de que todo lo que ocurre, ocurre en equilibrio, ha de abandonarse.
O austeridad o restructuración de la deuda privada
Sólo hay dos procedimientos para restaurar la solvencia de nuestra deuda privada: o la austeridad, o se implementa una reestructuración ordenada de nuestras deudas. Si, tal como ha optado inicialmente el gobierno Rajoy, dejamos todo a la austeridad, España saldrá de la actual crisis económica en 25 años.
En 2009 la deuda privada alcanzó, según mis cálculos, el 333% del PIB, récord histórico. En los dos últimos años sólo se ha reducido la deuda privada sobre PIB en un 12%. Siguiendo patrones históricos, la crisis no acabará hasta que no se recorte la deuda privada de manera sustancial, y represente alrededor del 100% del PIB o incluso menos. En este caso España si finalmente opta por la austeridad y no por una reestructuración de su deuda privada, necesitará 25 años para salir de la crisis.
Los asesores del Gobierno harían muy bien en leer el capítulo tres del último informe bianual del FMI bajo el título “Dealig with Household Debt”. En él se propone para España, Reino Unido, y Estados Unidos, la necesidad de reducir la deuda de las familias mediante quitas, estudiando diversas experiencias históricas, entre otras la HOLC de la Gran Depresión y la experiencia islandesa de 2008, la más reciente, y que de manera machacona venimos proponiendo en este blog.
Como advierte Willem Buiter, “no tenemos mucha experiencia sobre la voluntad de los electores en tiempos de paz de soportar años de austeridad, crecimientos económicos negativos, y aumento del desempleo, pero eso es lo que se conseguirá, salvo que se opte por una reestructuración de la deuda, pública y privada”
Juan Laborda (21-04-2012)
“Todos los bancos estamos abiertos a participar si es bueno para España”, llegó a decir.
Obviamente, y perdonen ustedes, me entró una sonora carcajada.
No pude contenerme.
O aún no se ha enterado de la que ha montado la banca en este país, ayudada por unos políticos entregados a la causa, o pensaba que estaba actuando en el Club de la Comedia, cosa que dudo, viendo el elenco de asistentes a su conferencia en el Foro ABC-Deloitte.
Ahora en serio, ya basta de ocultar a la ciudadanía la realidad. El gobierno es incapaz de encontrar inversores extranjeros, incluidos fondos soberanos, que entren como accionistas o bonistas en el banco malo. Le pasó exactamente igual a aquella banca insolvente que en su momento quiso colocar acciones preferentes entre los inversores profesionales. La mayoría de ellos se negaron a comprar.
¿Recuerdan lo que hicieron entonces? El gobierno y las élites financieras decidieron que si el mercado profesional no las compraba, no quedaba más remedio que venderlas a los ahorradores patrios a través de los bancos locales, ofreciéndose bajo el calificativo de productos de bajo riesgo.
Ahora pasa algo parecido, lo que ocurre es que en principio no van a ser ciudadanos engañados los que salgan al rescate de Guindos, sino la gran banca. Recomiendo encarecidamente la noticia publicada este viernes por Miguel Alba en este medio, “La gran banca rescata a Guindos ante la falta de inversores para el banco malo”. Pero claro la gran banca solo participará si consigue algo a cambio, lo cual será malo, muy malo, para los contribuyentes españoles.
El objetivo del gobierno es una quimera
El Ministro de Economía, Luis de Guindos, en la conferencia de prensa del viernes 31 de agosto, señaló que el objetivo es que los inversores privados adquirieran una participación mayoritaria en el banco malo. Concretamente afirmó "la empresa de gestión de activos debe ser viable y no generar pérdidas y al final no debe tener ningún impacto sobre el contribuyente".
Como ya detallamos en un blog previo, esta afirmación simple y llanamente es falsa porque ambos objetivos son incompatibles. El gobierno deberá elegir entre sobrepagar por la compra de los activos tóxicos, sin tocar a los acreedores extranjeros, en cuyo caso la fiesta la acabarán pagando los contribuyentes patrios. O, alternativamente, proteger a los ciudadanos españoles, infrapagando en la compra de dichos activos podridos, siendo la gerencia, los propietarios y los acreedores extranjeros quienes asuman el coste por haber llevado a la insolvencia a nuestro sistema bancario, al asumir todos ellos riesgos excesivos.
Los inversores extranjeros ya se han olido el percal. A fecha de hoy solo están dispuestos a entrar en el banco malo, en un primer momento, la gran banca española (Santander, BBVA, y La Caixa) que, casualidades de la vida, también está llena de esos activos tóxicos. Por cierto, si el banco malo puede obtener un beneficio derivado de la “gestión” de los bienes que compra a los bancos, ¿por qué no podrían los bancos manejarlos ellos mismos? ¿Y qué pintan como accionistas de un instrumento de gestión de activos podridos todos aquellos que los incluyeron en su balance contaminándolo en unos casos, y en otros quebrándolos directamente?Santander, BBVA, y La Caixa quieren “trato preferencial”
La gran banca española quiere un traje a medida para entrar como accionistas o bonistas en el banco malo. Y al gobierno, que ansiaba la participación del sector privado en la financiación de dicho banco malo con el objetivo de no incrementar la deuda y el déficit público en la cuantía del rescate, no le queda más remedio que ceder a sus pretensiones.
A las entidades nacionalizadas o intervenidas, y a aquellas susceptibles de entrar en el grupo 2 o 3 según el memorándum del rescate del sistema financiero español, el banco malo les comprará los activos basura muy por debajo del valor en libro menos provisiones, lo que es, desde el punto de vista de los contribuyentes, deseable siempre y cuando sean sus acreedores quienes acaben recapitalizándolo. Eso es lo correcto, se infrapaga y la factura se pasa a aquellos que permitieron tal destrozo, sus accionistas y todos sus bonistas.
Véase el ejemplo del rescate bancario de Suecia en 1992 con su banco malo Securum, donde la gerencia de la banca nacionalizada se fue de patitas a la calle, y los acreedores pagaron la fiesta.
Sin embargo, y aquí viene la trampa, al BBVA, Santander u otras no intervenidas que entren como accionistas en el banco malo se les podría comprar los activos tóxicos a valor en libro menos provisiones.
Sí fuera sí, ¡menudo regalo!, sustituyen en su activo porquería de primera calidad por liquidez o bonos soberanos, y no tiene que recapitalizarse. ¡Qué maravilla, qué ejemplaridad! Por favor, dejen de insultar nuestra inteligencia cuando afirman sin rubor que todos los recortes en salarios, derechos básicos, pensiones, desempleo… son para garantizar el sistema de bienestar. No sean tan miserables.
Pero la cosa no para ahí. Además, pelillos a la mar, en el banco malo no se van a incluir ni préstamos o créditos a particulares, PYMES, Administraciones Públicas o participadas. Como ya detallamos en un blog previo, la cuantía necesaria, siguiendo el diseño implantado por las élites, rondará finalmente los 300.000 millones de euros frente a los 100.000 millones inicialmente solicitados.
Por cierto, la oposición política ¿no se entera de nada, no tiene ni idea de lo que pasa, o conchaba con todo ello? ¡Qué pena de país, cuanta regeneración hace falta! ¿Alguien duda de que al final haya un rescate total? ¡Qué vergüenza!
La actual crisis económica se debe al papel que juega la deuda privada en la economía, mucho más importante del que están dispuestos a concederle los economistas neoliberales. Es fundamental analizar el nivel y la tasa de variación del crecimiento de la deuda privada y el efecto desestabilizador de la misma. Después de una fase de acumulación de deuda, siempre retroalimentada por una burbuja financiera, en el momento en el que esas tendencias al crecimiento de la deuda privada terminan, la economía se desploma, y los precios de los activos financieros y de las casas se hunden, produciéndose una recesión de balances.
España se encuentra en la fase inicial de la recesión de balances.
El colapso en el precio de los activos deja al sector privado con un exceso de pasivos forzándole a reducir sus deudas. Las familias disminuyen el consumo y recuperan ahorro, las empresas no financieras no invierten, destruyen capital ya instalado, y despiden a trabajadores. Las entidades financieras, muchas de ellas insolventes, cortan el grifo del crédito, en un contexto de incremento de la mora, y tratan de recapitalizarse a costa de los contribuyentes.
Cuando familias, bancos y empresas están reduciendo deuda, la política monetaria es inefectiva, al entrar en trampa de la liquidez, y la política fiscal se convierte en la principal herramienta económica para mantener la demanda.
Los economistas ortodoxos y la deuda privada
Los economistas convencionales ignoraron el papel de la deuda privada en la crisis, por ello no la vieron venir, debido a tres razones sustanciales.
Primero, porque creen que el sector privado es racional en todo lo que hace, incluido el volumen de deuda que contrae. Por eso Ben Bernanke ignoró la 'Hipótesis de la Inestabilidad Financiera' de Hyman Minsky o de Charles Kindleberger ya que ambos abandonaron el supuesto del comportamiento económico racional.
En segundo lugar, porque creen que el nivel de la deuda privada y por lo tanto, también el de la tasa de cambio de la misma no tienen mayor significado macroeconómico.
Y en tercer lugar, la más notable de las razones: la deuda, el dinero y el propio sistema financiero no desempeñan el menor papel en los modelos económicos neoclásicos convencionales. Sólo los economistas disidentes de otras escuelas de pensamiento, como los postkeynesianos y los austriacos, tomaron en serio el dinero, y sólo un puñado de ellos construyó modelos formales de la creación de dinero en su teoría macroeconómica.
La razón por la que un cambio en la tasa de crecimiento de la deuda privada iba a causar una crisis es porque el crecimiento de la deuda privada dispara la demanda agregada. Cuando un banco presta dinero, crea capacidad de gasto al crear simultáneamente un depósito. Ese dinero adicional viene a sumarse a la capacidad de gasto del prestatario, sin reducir la capacidad de gasto de los ahorradores.
La teoría económica neoclásica, por contra, trata a los bancos como simples intermediarios entre ahorristas y prestatarios. Un empréstito aumentaría la capacidad de gasto del prestatario, pero reduciría la capacidad de gasto del ahorrador. Si el modelo bancario neoclásico fuera verdadero, entonces los efectos macroeconómicos de la deuda quedarían cancelados, como sostienen Krugman y Bernanke. Sin embargo, hay pruebas empíricas abrumadoras de que ese modelo es falso. Esas pruebas empíricas fueron exhaustivamente analizadas por economistas postkeynesianos como Hyman Minsky o Basil Moore.
En definitiva, el crecimiento del crédito puede expandir la demanda agregada. Entonces, en vez producirse necesariamente una equivalencia entre la demanda agregada y la oferta agregada, la demanda agregada excederá a la oferta agregada, si crece la deuda, y caerá por debajo de la oferta agregada, si cae la deuda.
Por lo tanto, el volumen nominal del dinero importa, y las dinámicas bancaria y de deuda han de incluirse en los modelos macroeconómicos, en vez de ignorarlas como hace la teoría económica neoclásica.
La separación neta entre la macroeconomía y finanzas no puede seguir manteniéndose, puesto que el cambio en la deuda financia la compra de activos, así como compras de bienes y servicios de nueva producción. Y la creencia de que todo lo que ocurre, ocurre en equilibrio, ha de abandonarse.
O austeridad o restructuración de la deuda privada
Sólo hay dos procedimientos para restaurar la solvencia de nuestra deuda privada: o la austeridad, o se implementa una reestructuración ordenada de nuestras deudas. Si, tal como ha optado inicialmente el gobierno Rajoy, dejamos todo a la austeridad, España saldrá de la actual crisis económica en 25 años.
En 2009 la deuda privada alcanzó, según mis cálculos, el 333% del PIB, récord histórico. En los dos últimos años sólo se ha reducido la deuda privada sobre PIB en un 12%. Siguiendo patrones históricos, la crisis no acabará hasta que no se recorte la deuda privada de manera sustancial, y represente alrededor del 100% del PIB o incluso menos. En este caso España si finalmente opta por la austeridad y no por una reestructuración de su deuda privada, necesitará 25 años para salir de la crisis.
Los asesores del Gobierno harían muy bien en leer el capítulo tres del último informe bianual del FMI bajo el título “Dealig with Household Debt”. En él se propone para España, Reino Unido, y Estados Unidos, la necesidad de reducir la deuda de las familias mediante quitas, estudiando diversas experiencias históricas, entre otras la HOLC de la Gran Depresión y la experiencia islandesa de 2008, la más reciente, y que de manera machacona venimos proponiendo en este blog.
Como advierte Willem Buiter, “no tenemos mucha experiencia sobre la voluntad de los electores en tiempos de paz de soportar años de austeridad, crecimientos económicos negativos, y aumento del desempleo, pero eso es lo que se conseguirá, salvo que se opte por una reestructuración de la deuda, pública y privada”
Juan Laborda (21-04-2012)



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