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sábado, 15 de diciembre de 2012

Reyes, Señores y Fueros * Bizkaia era, como dijeron las Cortes de Guadalajara, una tierra aparte en virtud de su régimen foral

Bizkaia tuvo Señores y, más tarde, tuvo Reyes. Los Señores eran una institución propia cuando Bizkaia era un Señorío aparte, distinto de los Señoríos castellanos que el rey podía dar y quitar a su arbitrio. Aunque la naturaleza del Señorío sea discutida, y el Señor de Bizkaia buscó siempre la protección del Rey de Castilla, Bizkaia mantuvo su carácter peculiar hasta el punto de que el Señor podía desnaturalizarse de Castilla como lo hizo el III Diego López de Haro en los tiempos de Alfonso VIII.

Bizkaia se regía por usos y costumbres antiguos que nunca fueron escritos, a los que llamaron Fueros, que los Señores tenían que jurar que acataban y que cumplirían. El acto solemne de jurar se hacía bajo un árbol, en distintos lugares, pero para cuando apareció el primer rey que se convirtió en Señor, era ya Guernica, el lugar ordinario de celebración de las Juntas. Los usos y costumbres de Bizkaia no se alteraban por la alianza con Castilla. Los alcaldes de Fuero aplicaban las costumbres vizcainas que no estaban escritas, en unos tiempos en los que los libros eran escasos y no muchas personas podían leerlos.

Un cambio de régimen Con doña Juana Díaz de Haro se extinguió el linaje de los Haro que durante tres siglos había dominado en Bizkaia. No había sucesores directos de aquella Señora, que murió tras un largo cautiverio en manos del rey Pedro I el Cruel, y en la línea colateral el pariente más próximo de doña Juana Díaz de Haro era doña Juana Manuel, la esposa del rey Enrique II que había derrotado y dado muerte a su hermano don Pedro. La reina aceptó el regalo pero lo transmitió inmediatamente a su hijo el infante don Juan.


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Don Juan tenía catorce años, una edad que las Partidas consideraban suficiente para reinar, y acudió al Señorío y juró los Fueros en Guernica con toda solemnidad, a fines del año 1371. Pero recordemos que los Fueros no estaban escritos y lo más probable es que le fueran explicadas sus líneas generales oralmente.
La situación de Bizkaia era realmente distinta de Castilla. Aquel joven era el heredero del trono de Castilla y llegaría a reinar, por lo que tras la jura podía producirse un profundo cambio en la situación política de Bizkaia.

Pero de momento don Juan era el príncipe y no fue rey hasta ocho años más tarde. Entretanto convivió con los vizcainos y tuvo tiempo para conocer Bizkaia, sus usos y costumbres y todo lo que se ocultaba bajo la misteriosa palabra de Fueros.

Su larga convivencia le permitió percatarse de los problemas del Señorío y del desdichado papel que desempeñaban los bandos de Múgica y Avendaño con sus continuas pendencias y depredaciones. Buscó la solución creando villas, a las que se les asignaba la función de perseguir a los banderizos, al mismo tiempo que se animaba el desarrollo de poblaciones urbanas. Don Juan fundó la villa de Miravalles, tras una larga reflexión y después Munguía, Larrabezua y Rigoitia, las últimas villas de Bizkaia. En el preámbulo insistía en que lo que pretendía era evitar los muchos agravios, hurtos y males que recibían por no estar poblados ni ayuntados en uno.

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Cuando en 1379 murió Enrique II, fundador de la casa de Trastámara, don Juan recogió su cadáver en Nájera y lo trasladó a Burgos. Castilla aún no tenía capital estable y Burgos era un lugar de residencia de los Reyes, entre otros varios. Sus largos contactos con Bizkaia le hacían sentir una gran afinidad con el Señorío y cuando comenzó a reinar hizo trabajar a sus escribanos para confirmar los Fueros y cartas pueblas de todas las villas de Bizkaia.

Luego empezó un reinado tormentoso, que culminó con una guerra con Portugal, de cuyo reino se creía heredero por su matrimonio con una infanta portuguesa. Fue derrotado en Aljubarrota y cayó en un gran abatimiento. Deseaba alcanzar el trono de Portugal y dio una nueva muestra de su afecto a Bizkaia cuando propuso a las Cortes su renuncia a Castilla a favor de su hijo Enrique para eliminar los recelos de los portugueses, reservándose el Señorío de Bizkaia. Las Cortes se opusieron alegando entre otras cosas que los vizcainos siempre quieren sus Fueros jurados y guardados... y aún agora, magüer es vuestra, no consienten que el alcalde vuestro los juzgue ni atienda sus apelaciones...

En 1390 murió don Juan. Ahora eran sus sucesores quienes tenían que jurar y cumplir los Fueros. Está claro que Bizkaia era, como dijeron las Cortes de Guadalajara, una tierra aparte, pero ahora los Reyes, que no conocían Bizkaia como don Juan, gobernaban a distancia, a través de un Corregidor, el primero de los cuales fue Gonzalo Moro, que se encariñó mucho con Bizkaia. Enrique III que era un niño a la muerte de su padre, juró los Fueros con mucha solemnidad pero era un hombre enfermo y falleció en 1406 cuando contaba veintisiete años. Su sucesor fue Juan II, muy enredado en contiendas con los nobles y dirigido por don Álvaro de Luna, al que finalmente mandó ejecutar instigado por su segunda esposa. El mismo rey Juan II murió en 1454

Para entonces los vizcainos se habían percatado de la necesidad de tener unos Fueros escritos. Cuando el Señor estaba en Bizkaia no había problemas para aplicar los Fueros, que conocían bien los vizcainos más notables y, sobre todo, los alcaldes de Fuero que eran los que lo tenían que aplicar. Era muy difícil probar las costumbres forales en la Chancillería de Valladolid y había que recurrir a los testigos, muchas veces contradictorios.

Los Fueros El día 2 de junio de 1452, el Corregidor Pedro González de Santo Domingo recibió la visita de un grupo de vizcainos encabezados por los alcaldes de Fuero que, cumpliendo el encargo de las Juntas celebradas el mismo año en Idoibalzaga, le dijeron que, como él bien sabía los vizcainos habían sus Fueros é franquezas é libertades é otros Fueros que eran de albedrío y no estaban escritos. Y ponían de relieve en cuantos daños é males é errores eran caídos é caían cada día... por no tener las dichas franquezas é libertades é fueros é costumbres que razonablemente se pudieran escribir.

Y pedían que el Corregidor se uniera a ellos para proceder a la escritura, de lo que se excusó por sus ocupaciones.

Tras esta gestión, las Juntas procedieron a nombrar una comisión que redactó el que conocemos como Fuero Viejo. Su texto recogía los usos y costumbres tradicionales pero también buscaba acomodarse a la nueva situación. Y esta es la razón por la que en las primeras leyes se ocupa de su relación con el Señor, que ahora era el rey de Castilla.

Se recogía la obligación del Señor de jurar el Fuero, pero se añadía que el Señor ha de venir a jurar. Se añadía que si el Señor no jura el Fuero no se le paguen impuestos ni se obedezcan sus disposiciones.
Este texto creaba para Bizkaia un régimen distinto al del resto de Castilla, donde el rey era dueño absoluto y se podía decir allá van leyes do quieren reyes. En Bizkaia el monarca estaba sometido a los Fueros, que vienen a ser nuestra Constitución primitiva. Y muchos reyes lo reconocieron así, cuando en sus mandatos se titulaban reyes de Castilla y León, y Señores de Bizkaia, no reyes. Hace muchos años me decía un viejo carlista que mientras las fuerzas carlistas gritaban ¡Viva el rey don Carlos! los vizcainos decían ¡Viva don Carlos nuestro Señor!

Pero el desdichado gobierno de Enrique IV, tras haber jurado los Fueros, pretendió vulnerarlos al imponer unos tributos en los puertos, contra la ley foral que le prohibía imponer otros impuestos que los reconocidos en el Fuero, y más tarde decidió enviar al conde de Haro (título creado de nuevo que nada tenía que ver con los López de Haro) con un fuerte ejército para someter a Bizkaia.



Por primera vez, los vizcainos se unieron, incluso los jefes de los bandos enfrentados y vencieron al conde de Haro en la batalla de Munguía. A continuación, primero la villa de Bilbao y tras ella todo el Señorío decidieron desnaturalizarse del rey y ofrecieron el Señorío a Isabel de Castilla. Su esposo, Fernando el Católico, llegó a Bizkaia e hizo la jura más documentada que poseemos.

En realidad hacían ambas partes un buen negocio: Bizkaia protegía sus andanzas marineras con la protección de España, al mismo tiempo que abría un campo para los segundones, mientras Castilla, que no tenía astilleros ni industrias ni telares que aprovechasen sus lanas, podía exportarlas por el gran camino que le abría Bizkaia, cuyos barcos habían creado casas de contratación en Brujas, Amberes y en La Rochelle.
Lo que ocurrió después es que los reyes castellanos se convirtieron en reyes absolutos y aparecieron los primeros roces con la autonomía foral.

 El primer rey de la casa de Borbón, Felipe V declaró ya que su propósito era el de reducir todos sus reinos a la unidad de las leyes de Castilla.

Y así comienza la historia de un gran cisma. En la España unitaria no quedaba hueco para una Bizkaia libre.

adrián celaya 

‎'El fuero de Vizcaya' continuacion


El Fuero de Vizcaya es el elemento nuclear de la tradición de autogobierno vasco, establecido en todos los territorios vascos, con un nombre u otro, de un estilo u otro. El más conocido es precisamente este, ya que fue codificado en un texto legal único y comprensible de todos los ámbitos a los que se refería. Es una realidad histórica que es muy importante en la tradición legal y en el legado histórico del pueblo vasco, sin la cual es difícil entender la posterior evolución de las realidades jurídico políticas del país de los vascos.


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