(Datos de referencias Europa Press).
De los algo más ocho millones y medio de población de Andalucía, el 31,68 por ciento, vive en el umbral de la pobreza, es decir, que, según el informe ‘Pobreza y privación en Andalucía y España: el impacto de la Gran Recesión’, presentado el jueves pasado 4 de abril, en Sevilla por Cáritas Regional de Andalucía y elaborado por el Observatorio de Investigación sobre Pobreza y Exclusión en la Comunidad Valenciana, de la Universidad Cardenal Herrera, en colaboración con Cáritas y la Fundación Foessa y cuyos autores son Eduardo Esteve Pérez, Enrique Lluch Fechina y Jesús Pérez Mayo, la cifra de andaluces que están en las puertas de la pobreza, sobrepasa los 2.840.000, sin contar con las ayudas, no registradas, de urgencias de familiares, vecinos, amigos y ONGs anónimas.
El crecimiento de la falta de recursos se acerca peligrosamente, dadas las responsabilidades que no se depuran, al genocidio lento y cobarde contra la población indigente, mientras brillan por su abundancia los delincuentes de guante blanco, impunes, consentidos o ralentizados sus procesos penales.
Uno de los autores, Jesús Pérez Mayo, ha destacado la importancia de este informe que "además de medir cuántas personas están bajo el umbral de la pobreza –que en 2011 para un hogar en el que vive una persona es de 7.500 euros al año, y para una familia de cuatro miembros de 15.768– mide la intensidad, que es la distancia a la que las personas se encuentran de dicho umbral, y que en el caso de Andalucía es de unos 1.000 euros anuales de media".
"Los niños son los más afectados por la incidencia de la crisis", lo que significa que es el colectivo que mayor porcentaje de personas tiene por debajo del umbral de la pobreza, un dato importante para el futuro de Andalucía y del país, porque si un niño vive en una familia pobre tiene más dificultadas sus posibilidades para desarrollar sus dificultades".
Los grupos de edad "tienen una intensidad mayor" en Andalucía a la que se da en el caso español "el colectivo que más ha empeorado por la crisis tanto en pobreza como en intensidad es el de los jóvenes, por sus dificultades a lo hora de encontrar trabajo", situación por la que se está produciendo un elevado éxodo de jóvenes titulados que el futuro se encargará de pasar factura. "Nos encontramos pues con un empeoramiento que se ha dado en todos los segmentos de población exceptuando los mayores".
No obstante, Pérez Mayo precisa que aunque antes los mayores de 65 años "presentaban mayores tasas de pobreza y ahora han mejorado, se trata de una mejora ficticia, ya que ellos mejoran porque los demás empeoran", puesto que "dependen de sus prestaciones y éstas, como mucho, se congelan".
PORCENTAJES DE PRIVACIÓN "SUPERIORES" A LOS ESPAÑOLES
En cuanto a la privación, lo que la gente dice que puede hacer, este informe, en cuya presentación ha participado también el vicepresidente de Cáritas Regional de Andalucía Juan Arredondo Miguel, así como su administrador Francisco Domouso Martínez, indica los porcentajes de privación en Andalucía son "superiores" a los que se dan en España.
De este modo, y según indicadores analizados desde 2011, destacan la imposibilidad de permitirse unas vacaciones pagadas de casa al menos una vez al año, dato que afecta a más de la mitad de los ciudadanos andaluces –55,38%– y el porcentaje de hogares que no pueden hacer frente a los gastos imprevistos, que en Andalucía "está 13 puntos por encima del resto de España –48,01% andaluz frente al 35,35% estatal–.
Igualmente, el 10,52 por ciento de los andaluces no puede mantener la vivienda con una temperatura adecuada en los meses de invierno o verano, o casi una cuarta parte de los hogares andaluces tienen problemas de goteras y humedades, lo que supone un porcentaje que supera en un 50 por ciento al que se da a nivel estatal –23,45% andaluz ante un 15,61% estatal–. Además, el 16,83 por ciento de los hogares llegan a fin de mes con mucha dificultad. Cabe resaltar cómo la privación de los bienes duraderos "es muy reducida", especialmente para la lavadora, el teléfono y la televisión, que se han convertido en bienes de acceso prácticamente universal en la sociedad española y en Andalucía, con porcentajes de privación inferiores al uno por ciento.
Mientras esto ocurre, miles de millones de euros vuelan por los paraísos fiscales bajo las alas de quienes, imputados o desimputados, sospechosos o disculpados por su estatus social, o sabedores de la que iba a caer, se apresuraron a sacar del país sus maletas repletas de billetes de 500. Pero ninguno de todos estos ladrones y estafadores, devolverán lo robado o esquivado a la "Hacienda somos todos".
Para entrar en la cárcel y devolver el alimento básico robado en un supermercado, están los que no pueden permitirse pagar bufetes influyentes.
Los que sí les sobran medios para aplazar sospechas, imputaciones y encubrirse detrás de sociedades fantasmas, esos que todos sabemos sus nombres, apellidos, cargos o ¡¿color de su sangre?!, esos nunca verán la fina línea que separa la abundancia ilegal de la pobreza institucionalizada.
No es cierto que "TODOS LOS ESPAÑOLES SON IGUALES ANTE LA LEY".
Si el Estado español ha caído en bancarrota, excusadándose en una crisis mundial que no ha alcanzado a un porcentaje demasiado alto de privilegiados, enchufados en grandes empresas, también responsables del abuso y la usura, Andalucía está a la cabeza por su propia bondad, tolerancia y falta de concienciación, tanto como pueblo como de sociedad servil.
Si África es la vergüenza de los mercados y el medio de forrarse los intermediarios de la caridad, ya que hay informes de que allí, donde los niños mueren de hambre o se los comen las moscas, no llega ni la mitad de las donaciones de ciertas "movidas disfrazadas de ONG", Andalucía es lo que nunca quisimos que fuera, todo lo contrario que reclama nuestro Himno Nacional, lo menos parecido a lo que gritamos aquel olvidado 4 de diciembre de 1977.
Ni la tierra es de quien la trabaja, la tierra es el cebo de las subvenciones, si no que se lo digan a los Alba. Ni los andaluces se levantan. Ni se escribe o habla de otra cosa que la justicia no rematará la verdad que todos sabemos.
El jinete de la apocalíptica HAMBRE, con las alforjas bien llenas de hipotecas, recortes insalubres, impuestos más altos para la cultura que para el fútbol, hachazos a la enseñanza, la discapacidad, la vivienda que promete la Constitución redactada por algunos de los que hoy defienden a los delincuentes, … los derechos humanos al fin y al cabo, galopa sobre el pueblo andaluz.
Decían que por donde pasaba el caballo de Atila no volvía a crecer la hierba. Aquí, por donde se regodea la pobreza no volverá a verse la luz, al menos de momento. Y no es catastrofismo, cada año aplazan los mensajes de esperanza mientras el pueblo siente el aldabón de la puerta esperando algo peor.
Fernando Repiso
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