Se acostumbra a decir que éramos pocos y parió la abuela en forma festiva, cuando ante una situación ya de por sí agobiada, viene a añadirse algún elemento que redobla la gravedad. Bien se puede decir que en estos momentos, nos viene que ni pintada.
Si eran pocos los males que últimamente están acosando a la monarquía española, todos ellos ganados a pulso por la falta de tacto, una deficiente educación democrática del jefe de familia, y un concepto del papel de monarca casi medieval, se ha venido a sumar la imputación de la infanta Cristina en el caso Urdangarín, ante lo cual, el monarca, en vez de mantenerse en un segundo y discreto plano y en forma imparcial, una vez más ha metido su regia y ya muy reparada pata, interviniendo personalmente en el caso.
Es intolerable en cualquier democracia, por muy monárquica que sea, el acoso por parte de la Casa Real, al juez, lo que significa un acoso al todo el poder judicial, cosa que se ha hecho en este caso poniendo en evidencia la imparcialidad del juez Castro al imputar a la infanta Cristina, a través de un ataque en toda regla por parte del Fiscal Anticorrupción de Les Illes Balears. ¿Por qué? Por un motivo muy sencillo. Nuestra Constitución es tan arcaica, y está hecha tan a la medida de la figura del monarca, que la infanta – así como cualquier otra persona perteneciente a la familia real - puede negarse a declarar en directo y hacer lo por escrito, evitando así el interrogatorio, si no está imputada, fin que perseguía evitar el juez Castro.
Por si esta intrusión no fuera suficiente, papi rey, ha puesto a disposición de su hija, y decidiendo por su niña (que tiene la tontería de 48 años), un bufete de abogados, que nadie pero todos, sabemos quién pagará. Y como no puede faltar nunca una guinda en un pastel, la prensa monárquica y la Brunete mediática de la derechaza, han cargado también contra el juez Castro, acusándole de trato discriminatorio con la infantita, algo que ya empieza a sonar a juez Garzón.
Si mala temporada lleva la Casa del Rey, con sus continuas meteduras de pata, sus escapadas a cazar elefantes, sus caídas y su desprecio a la sanidad pública escogiendo clínicas privadas, sus malas compañías que le “agradecen” que les consiga contratos en el exterior gracias a sus buenas relaciones con países amigos o gracias a la intermediación de esa Mata Hari de comedieta que tiene de mantenida, que se siga sosteniendo una monarquía de tipo medieval conservando leyes como la ley sálica, que impide reinar a las mujeres mientras haya varones en la familia, lo que permite que Felipe (aparte de venir indicado en SU Constitución) sea príncipe heredero en lugar de Elena, y que los españoles no tengamos derecho a saber en qué se gasta el dinero que les damos a toda la familia para su mantenimiento, con todo lo que tienen ya encima, solo les faltaba saber, (porque los demás ya lo sabíamos por Internet) que la princesa Letizia había abortado después de quedar embarazada en un día de borrachera en México, y que por tanto está excomulgada, no siendo válido el matrimonio con el príncipe Felipe, por lo que sus hijas son espurias, no pueden heredar y Felipe sigue soltero (todo esto según los ortodoxos monárquicos).
Así que el Muy Católico Rey de España, o hace las maletas, o imitando a Enrique VIII se nombra a sí mismo Jefe de La Iglesia Hispana y se hace también Papa, impartiendo cada domingo desde el Palacio de Oriente – de tan gratos recuerdos para él – vestido con sotana, alba, y solideo blancos, la bendición papal a todos los españoles y latinos de las Españas. Al menos, dejaríamos de mantener a la actual Iglesia y al Vaticano y todas las órdenes religiosas, habría que crear nuevas, y el patrimonio actual pasaría a poder del Estado. Luego, ya veríamos
El juez Castro suspende la declaración de la infanta Cristina del 27 de abril como pedía el fiscal
Juicio
Actualidad Santi Orue
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