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miércoles, 3 de julio de 2013

En un día como hoy de 1883, en Praga, nacía Franz Kafka, quizá el escritor más contundente, demoledor y conmovedor de principios del siglo XX.

En un día como hoy de 1883, en Praga, nacía Franz Kafka, quizá el escritor más contundente, demoledor y conmovedor de principios del siglo XX. Murió en junio de 1924 tras haber dejado para la historia de la literatura obras como “La metamorfosis”, “El proceso” y “El castillo”, entre otras, además de relatos y diarios que siguen haciendo de él un creador inagotable e inabarcable.

“Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
¿Qué me ha ocurrido?, pensó.”

“La metamorfosis” (“Die Verwandlung”), 1912. Traducción: Ángeles Camargo. Ediciones Cátedra. Madrid, 1997. ISBN: 84-376-0562-8.

http://es.wikipedia.org/wiki/Franz_Kafka#Obra
 
 
 
En un día como hoy de 1883, en Praga, nacía Franz Kafka, quizá el escritor más contundente, demoledor y conmovedor de principios del siglo XX. Murió en junio de... 1924 tras haber dejado para la historia de la literatura obras como “La metamorfosis”, “El proceso” y “El castillo”, entre otras, además de relatos y diarios que siguen haciendo de él un creador inagotable e inabarcable.





“Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
 

¿Qué me ha ocurrido?, pensó.”


“La metamorfosis” (“Die Verwandlung”), 1912. Traducción: Ángeles Camargo. Ediciones Cátedra. Madrid, 1997. ISBN: 84-376-0562-8.
 
 
 
 

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