No me extraña que, en su reunión de ayer, el rey y
Mariano Rajoy se hayan olvidado de charlar sobre Luis
Bárcenas. Aunque al lector de intelecto errabundo le suene extraño,
este tipo de olvidos es muy común entre los designados a dedo. Dice el dicho de
que cuando a un tonto le señalas la luna mira el dedo, y no la luna. Por esa
misma razón, cuando la luna señala a un dedo es que hay que mirar al dedo, y no
al tonto. A mí no me extraña en absoluto que los herederos dactilares de
José María Aznar y de Francisco Franco se
hayan olvidado, para una vez que se ven, de hablar de Luis Bárcenas. Están ellos
para tonterías, en agosto. Para los españoles de verdad, y para las gaviotas,
Luis Bárcenas es un peñazo. Pero el Peñón es el Peñón.
Y del
Peñón sí que hablaron, el rey y su fiel Mariano. Y muy alto. Y muy fuerte. Y sin
plasma. En altavoz.
“No [hemos hablado de los sms que le envié a Bárcenas dos días
después de que se desvelara que guardaba casi 50 millones de euros sucios y
negros en Suiza]. Hemos hablado fundamentalmente de economía, del tema de
Gibraltar y de diversos aspectos: Siria, las
últimas elecciones en Mali, la situación de Oriente
Medio… Fundamentalmente ha sido una reunión de temas internacionales
que le afectan a España y de la situación de la economía española”, dijo un
afable Mariano Rajoy a los periodistas y a la no menos denostable opinión
pública.
Como todo el mundo sabe, los seis millones de parados que hay por
culpa de corruptos como Luis Bárcenas y de salvabanqueros como Rajoy,
ZP o Rubalcaba, esos seis millones de parados
que digo, lo que están es desvelados por Gibraltar, por Siria como “diverso
aspecto”, por Mali, cuyas elecciones han sustituido al clima como diálogo de
ascensor, y por “temas internacionales que le afectan a España” en difuso, como
pueda ser el veraneo de Corinna zu Zayn-Wittgenstein, que es
tema internacional por dos razones, ya que Corinna zu Zayn-Wittgenstein no es de
aquí y no creo que este agosto veranee en España.
Todos esos temas
pan-nacionales son los que centraron la atención del Borbón y
de Mariano, en una conversación de resultados geoestratégicos que ya se están
notando, si uno se fija. Solo hay que comparar cómo estaba el mundo ayer de
desastroso y esta placidez pacífica con la que nos hemos levantado hoy. En poco
más de 24 horas, se han arreglado Mali, Siria, Oriente Medio y Corinna, como
cualquier persona informada puede testificar. No es poco logro antes de irse a
tomar tranquilo las cañas.
El ciudadano medio (no confundir con el medio-ciudadano,
que es lo que ya somos en el futuro) tiende a enfangarse en asuntos baladís o
baladíes, cual los latrocinios de Luis Bárcenas, los sobres-sueldos declarados
de Rajoy, los muy eróticos sms en los que Rajoy le pide a Bárcenas “sé
fuerte”, los urdangarines, los diazferranes,
los blesas y esas chorradas. Pero, como no podría ser de otra
manera, nuestro rey y nuestro presidente no se abajan al bar de nuestra
cortedad. Y de lo que ellos hablan es de las elecciones en Mali. Algo que en
Mali se aprecia sobremanera y aquí valoramos muy poco.
Tanto Juan Carlos como
Mariano, y, en su representación, España, han demostrado durante décadas su
compromiso con el desarrollo de Mali y en pro del exterminio de su hambruna
crónica, como se constata en los Presupuestos Generales del Estado con las
enormes partidas de dinero que cada año destinamos los españoles al progreso de
tan hermanado país vecino. La independencia de Mali, para cualquier español,
sería incluso más dolorosa que la de Catalunya. Y me quedo corto.
Aunque yo no veo a Mariano ni a Juan Carlos sabiendo mucho de
Mali, a mí me da que no están manipulando. Que sí han hablado de Mali, o de
cosas y países de los que tengan parecido entendimiento, que vienen a ser todos.
Ibrahim Bubacar Keita y Sumaila Cissé, los dos
candidatos en la segunda vuelta de dichas elecciones, coincidieron al valorar
muy positivamente las aportaciones de ambos líderes españoles en conversación
telefónica con el diario público.es.
-¿Y quién dice usted que son ese Mariano Rajoy y el tal Juan Carlos?
-coincidieron ambos al analizar las sabias directrices emasculadas ayer por
nuestros más altos dirigentes.
O sea.
Y del Peñón sí que hablaron, el rey y su fiel Mariano. Y muy alto. Y muy fuerte. Y sin plasma. En altavoz.
“No [hemos hablado de los sms que le envié a Bárcenas dos días después de que se desvelara que guardaba casi 50 millones de euros sucios y negros en Suiza]. Hemos hablado fundamentalmente de economía, del tema de Gibraltar y de diversos aspectos: Siria, las últimas elecciones en Mali, la situación de Oriente Medio… Fundamentalmente ha sido una reunión de temas internacionales que le afectan a España y de la situación de la economía española”, dijo un afable Mariano Rajoy a los periodistas y a la no menos denostable opinión pública.
Todos esos temas pan-nacionales son los que centraron la atención del Borbón y de Mariano, en una conversación de resultados geoestratégicos que ya se están notando, si uno se fija. Solo hay que comparar cómo estaba el mundo ayer de desastroso y esta placidez pacífica con la que nos hemos levantado hoy. En poco más de 24 horas, se han arreglado Mali, Siria, Oriente Medio y Corinna, como cualquier persona informada puede testificar. No es poco logro antes de irse a tomar tranquilo las cañas.
El ciudadano medio (no confundir con el medio-ciudadano, que es lo que ya somos en el futuro) tiende a enfangarse en asuntos baladís o baladíes, cual los latrocinios de Luis Bárcenas, los sobres-sueldos declarados de Rajoy, los muy eróticos sms en los que Rajoy le pide a Bárcenas “sé fuerte”, los urdangarines, los diazferranes, los blesas y esas chorradas. Pero, como no podría ser de otra manera, nuestro rey y nuestro presidente no se abajan al bar de nuestra cortedad. Y de lo que ellos hablan es de las elecciones en Mali. Algo que en Mali se aprecia sobremanera y aquí valoramos muy poco.
Tanto Juan Carlos como Mariano, y, en su representación, España, han demostrado durante décadas su compromiso con el desarrollo de Mali y en pro del exterminio de su hambruna crónica, como se constata en los Presupuestos Generales del Estado con las enormes partidas de dinero que cada año destinamos los españoles al progreso de tan hermanado país vecino. La independencia de Mali, para cualquier español, sería incluso más dolorosa que la de Catalunya. Y me quedo corto.
-¿Y quién dice usted que son ese Mariano Rajoy y el tal Juan Carlos? -coincidieron ambos al analizar las sabias directrices emasculadas ayer por nuestros más altos dirigentes.
O sea.
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