Como suele suceder cuando alguien muere, Mandela ha llenado las portadas
de los grandes medios de propaganda, pero también de los blogs
comunistas y alternativos, de grandes palabras elogiosas y sentidos
pésames, unos alabando su lucha por la paz y la democracia y otros
loando su entrega a la lucha revolucionaria y antiracista.
En realidad, la muerte del que estuviera durante 28 años encerrado en
las mazmorras del apartheid sudafricano (régimen apoyado por las
democracias europeas y, por supuesto, por Estados Unidos e Israel) tras
convertirse en diciembre de 1961 en el jefe de la guerrilla ‘Lanza de la
Nación’ o MK, el brazo armado del Congreso Nacional Africano (ANC), y
que fuera considerado como "terrorista" por Washington hasta el año
2008, años después de haberse convertido en presidente de Sudáfrica, hoy
ha provocado que el presidente norteamericano, Barack Obama, ordenara
poner la bandera del imperio a media asta.Mandela pasó gran parte de
su vida luchando por la clase trabajadora sudafricana, contra el racismo
de la Sudáfrica "blanca", y defendiendo y participando en la lucha
armada (terrorista, como lo llaman los medios de propaganda de las
dictaduras del capital), incluso desde su celda, aunque al final optaría
por aceptar y defender una democracia burguesa (sin eufemismos, una
dictadura de la burguesía) y por presidir un pais capitalista en el que
los trabajadores, en su gran mayoria de raza negra, viven en condiciones
igual de dramáticas que durante el apartheid.
Hoy Sudáfrica no es el pais por el que un dia luchara aquel Mandela enemigo del gran capital y defensor de la igualdad. Al contrario, se trata de uno de los famosos BRICS (Brasil, Rusia, India, China y su propio país, Sudáfrica), donde el capitalismo hace estragos y multiplica la desigualdad, mientras aumentan las fortunas de la minoria parásita (en su mayoria de raza blanca), siendo aplaudidos por la burguesia internacional como el modelo a seguir.
Hay que reconocer que Mandela ha tenido dos caras. En primer lugar, la del revolucionario que entregó gran parte de su vida a la lucha y la resistencia por una Sudafrica Socialista y por un mundo sin explotación. Sin embargo, su legado final no es admirable, sino, mas bien, deleznable. Al más puro estilo Mujica, el presidente uruguayo, también antiguo guerrillero que en su vejez pasa sus días contemplativamente como jefe del estado en su pais, cultivando patatas mientras ve con pasividad pasmosa como se reparten la riqueza de los trabajadores uruguayos mafiosos locales y multinacionales, Mandela asumió la presidencia de Sudafrica como si se tratara de un retiro para su jubilación, mientras ante sus ojos (los ojos del hombre en teoria más poderoso del pais) se multiplicaba la desigualdad, crecía la miseria, y se mantenían las injusticias por las que un dia no dudó en estar dispuesto a matar.
En este sentido, me gustaría compartir aquí un fragmento de un comentario enviado por el camarada Sade al respecto, y que resume el legado que nos ha dejado el lider sudafricano, sin olvidar, eso si, que un día fue un modelo de compromiso y lucha para millones del comunistas del mundo entero:
"No hay más que ver quiénes integran el coro de plañideras para delimitar en sus justos términos el alcance de su obra: incorporó a los negros de Sudáfrica a una ficción de dimensiones planetarias, llamada democracia burguesa, de la que no participan, más allá de lo formal, ni blancos ni amarillos ni, por supuesto, negros, incluidos los sudafricanos. Si a eso se añade que Mandela jamás puso en entredicho las proporciones en que está repartida y se sigue repartiendo la riqueza entre blancos y negros, tendremos una visión bastante aproximada de la trascendencia de su figura: la de un hombre que puso el color de su piel no al servicio de la liberación social de los negros pobres, sino del capital y el imperialismo".
Como se ha podido comprobar, no comparto al cien por cien estas palabras, porque olvidan, quizás injustamente, una gran parte de la vida de Mandela. Personalmente, me gustaría recordar solo la primera cara de Nelson Mandela, la del luchador, terrorista, preso político y defensor de una sociedad sin ricos ni pobres, sin explotación; sin embargo, no podemos obviar la existencia de su segunda cara, la del complice del capital, la del defensor del multipartidismo (lease, mafias diversas e impunes) y la democracia burguesa, y la del que olvidó su color de piel y su propio pasado para ponerse al servicio de los enemigos de la clase trabajadora y del imperialismo económico.
Aunque quizás, para terminar, y como puntualización al título de esta entrada y complemento al comentario citado, me gustaría compartir un pensamiento escuchado en algún lugar o leido en algún libro sobre la supuesta perversión que sufre todo el que llega al poder, y que me parece ilustrativa sobre todos aquellos que, como Mandela, acaban defendiendo aquello contra lo que un dia lucharon, (y que daría la razón, a pesar mio, a nuestro camarada):
"Es mentira que el poder corrompa. El poder simplemente desvela los verdaderos principios del que lo obstenta".
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| Mandela y uno de sus recientes amigos: Bill Clinton |
Hoy Sudáfrica no es el pais por el que un dia luchara aquel Mandela enemigo del gran capital y defensor de la igualdad. Al contrario, se trata de uno de los famosos BRICS (Brasil, Rusia, India, China y su propio país, Sudáfrica), donde el capitalismo hace estragos y multiplica la desigualdad, mientras aumentan las fortunas de la minoria parásita (en su mayoria de raza blanca), siendo aplaudidos por la burguesia internacional como el modelo a seguir.
Hay que reconocer que Mandela ha tenido dos caras. En primer lugar, la del revolucionario que entregó gran parte de su vida a la lucha y la resistencia por una Sudafrica Socialista y por un mundo sin explotación. Sin embargo, su legado final no es admirable, sino, mas bien, deleznable. Al más puro estilo Mujica, el presidente uruguayo, también antiguo guerrillero que en su vejez pasa sus días contemplativamente como jefe del estado en su pais, cultivando patatas mientras ve con pasividad pasmosa como se reparten la riqueza de los trabajadores uruguayos mafiosos locales y multinacionales, Mandela asumió la presidencia de Sudafrica como si se tratara de un retiro para su jubilación, mientras ante sus ojos (los ojos del hombre en teoria más poderoso del pais) se multiplicaba la desigualdad, crecía la miseria, y se mantenían las injusticias por las que un dia no dudó en estar dispuesto a matar.
En este sentido, me gustaría compartir aquí un fragmento de un comentario enviado por el camarada Sade al respecto, y que resume el legado que nos ha dejado el lider sudafricano, sin olvidar, eso si, que un día fue un modelo de compromiso y lucha para millones del comunistas del mundo entero:
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| Mandela, arriba a la izquierda, con otros presos |
"No hay más que ver quiénes integran el coro de plañideras para delimitar en sus justos términos el alcance de su obra: incorporó a los negros de Sudáfrica a una ficción de dimensiones planetarias, llamada democracia burguesa, de la que no participan, más allá de lo formal, ni blancos ni amarillos ni, por supuesto, negros, incluidos los sudafricanos. Si a eso se añade que Mandela jamás puso en entredicho las proporciones en que está repartida y se sigue repartiendo la riqueza entre blancos y negros, tendremos una visión bastante aproximada de la trascendencia de su figura: la de un hombre que puso el color de su piel no al servicio de la liberación social de los negros pobres, sino del capital y el imperialismo".
Como se ha podido comprobar, no comparto al cien por cien estas palabras, porque olvidan, quizás injustamente, una gran parte de la vida de Mandela. Personalmente, me gustaría recordar solo la primera cara de Nelson Mandela, la del luchador, terrorista, preso político y defensor de una sociedad sin ricos ni pobres, sin explotación; sin embargo, no podemos obviar la existencia de su segunda cara, la del complice del capital, la del defensor del multipartidismo (lease, mafias diversas e impunes) y la democracia burguesa, y la del que olvidó su color de piel y su propio pasado para ponerse al servicio de los enemigos de la clase trabajadora y del imperialismo económico.
Aunque quizás, para terminar, y como puntualización al título de esta entrada y complemento al comentario citado, me gustaría compartir un pensamiento escuchado en algún lugar o leido en algún libro sobre la supuesta perversión que sufre todo el que llega al poder, y que me parece ilustrativa sobre todos aquellos que, como Mandela, acaban defendiendo aquello contra lo que un dia lucharon, (y que daría la razón, a pesar mio, a nuestro camarada):
"Es mentira que el poder corrompa. El poder simplemente desvela los verdaderos principios del que lo obstenta".



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