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miércoles, 12 de febrero de 2014

EL ZOO DE COPENHAGUE MATA A UNA JIRAFA * La jirafa se llamaba Marius y ha sido sacrificada con una pistola de perno. Entre los espectadores había menores de edad y familias con niños pequeños.



-EL ZOO DE COPENHAGUE MATA A UNA JIRAFA



El zoo de Copenhague ha matado en público a una jirafa sana de dos años y ha descuartizado su cuerpo, arrojando sus restos a los leones. Ha justificado su decisión, alegando problemas de consanguinidad y ha recordado que sacrifica al año entre 20 y 30 animales. El director del zoo afirma que es una medida orientada a preservar la supervivencia de las especies acogidas, garantizando su “excelencia genética”. La jirafa se llamaba Marius y ha sido sacrificada con una pistola de perno.



 Entre los espectadores había menores de edad y familias con niños pequeños. No ha servido de nada las miles de firmas recogidas por diferentes asociaciones comprometidas con la defensa de los derechos de los animales. Tampoco han conseguido nada las peticiones populares on line, con un volumen notable de adhesiones. Ni siquiera la oferta de otros zoológicos de acoger a Marius ha frenado la decisión de acabar con su vida. Diferentes ONG danesas han manifestado que el sacrifico y el descuartizamiento de Marius ha constituido un espectáculo “bárbaro” y “falto de ética”.

 
No se me ocurren palabras para expresar mi indignación. Si liberara mis pensamientos, encadenaría una larga lista de improperios, pero creo que Marius necesita una defensa racional, aunque sea post mortem. He de admitir que de pequeño me gustaban los zoológicos, pero en mi adolescencia comprendí que eran verdaderos centros penitenciarios. No he olvidado la imagen de un tigre en el zoo de Lisboa, paseando de un extremo a otro de la jaula, con gesto de desesperación. Por entonces, no sabía que esa clase de conductas se llaman estereotipias y se producen por una combinación de angustia, miedo y ansiedad. 


A veces, aparecen acompañadas de automutilaciones e incapacidad reproductiva. El 40% de los elefantes recluidos en zoológicos sufren estereotipias. Los caballos estabulados también son muy proclives a estos cuadros de inadaptación. Las estereotipias pueden corregirse con recintos más grandes y con estímulos que reproduzcan su hábitat natural. Los santuarios son una alternativa para estos animales perturbados por un capricho del ser humano. A veces las estereotipias son irreversibles, pues causan alteraciones permanentes en el cerebro.




jirafa 4




No creo que los zoológicos pretendan conservar las especies. Su función es entretener y, en ese sentido, se parecen a los circos que hasta hace poco tiempo exhibían fenómenos, seres humanos con alguna patología particularmente llamativa que despertaba la curiosidad morbosa de personas sin escrúpulos. Hace tiempo, leí que en Estados Unidos se podía contemplar a personas con obesidad mórbida en gigantescas peceras de cristal, pagando una entrada.



 Cualquier mente con un mínimo de sensibilidad entiende que una exhibición de esta naturaleza atenta contra la dignidad del ser humano y degrada moralmente al que se implica como espectador. La indigna y cruel muerte de Marius debería invitarnos a reflexionar sobre nuestra conducta con los animales. Muchos presuponen que son objetos sin derecho a la libertad y a la vida. Es lo que manifestó en el Congreso Toni Cantó, diputado de UPyD. Mario Vargas Llosa y Fernando Savater han expresado lindezas semejantes, ganándose el justificado desprecio de miles de personas. 


Yo entiendo que el especismo es una forma de racismo y no merece otra calificación moral que la esclavitud, la xenofobia, el machismo, la homofobia o el fascismo. No podemos cambiar el orden natural. Los grandes depredadores continuarán cazando, pero nuestra racionalidad nos obliga a regular nuestros actos mediante principios éticos. Los derechos de los animales no se limitan a las especies domésticas (fundamentalmente, perros y gatos), sino que deben extenderse al resto de los seres vivos. Por lo menos, a los que tienen un sistema nervioso central y experimentan sentimientos complejos.


 La tristeza y la alegría no son un patrimonio exclusivo del ser humano. Coetzee ha comparado los mataderos con los campos de exterminio y, aunque le han acusado de demagogo, pienso que no se equivoca, pues los nazis se inspiraron en los mataderos de Chicago para sistematizar el exterminio de judíos, gitanos, eslavos, homosexuales y otros grupos presuntamente indeseables.


 Se han realizado estudios psicológicos sobre criminales nazis y se ha llegado a la conclusión de que pudieron acostumbrarse a la rutina de matar a sus semejantes, adaptando su mente a la perspectiva del matarife, que contempla sin pena a cerdos, vacas, caballos o terneros. Los defensores de los animales no humanizamos a otras especies. Más bien habría que decir que nos deshumanizamos al matarlos, descuartizarlos y devorarlos.



jirafa 3

 
Marius tenía derecho a vivir en libertad, pero sólo conoció el cautiverio y una muerte cruenta. Su triste destino nos recuerda una vez más que la excelencia ética –la genética es irrelevante- se mide por la compasión hacia los seres más débiles y vulnerables. El director del zoo de Copenhague me recuerda a Rudolf Höss, comandante de Auschwitz, que escribió al final de sus memorias: “Nunca comprenderán que yo también tenía corazón”.


RAFAEL NARBONA









 

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