Mientras las rescatamos con fondos públicos, Fomento planea nuevas autopistas.
Acaba de conocerse que el final más
plausible de las últimas autopistas privadas de peaje va a ser el
rescate público por una cuantía superior a los 3.600 millones de euros.
Ecologistas en Acción destaca que muchos de los dirigentes de las
empresas constructoras y de los responsables políticos que aprobaron
estos proyectos figuran en los apuntes del extesorero del Partido
Popular.
Lo más llamativo es que el actual ministerio de Fomento aún se
plantea construir nuevas radiales y prolongar algunas de las que han
quebrado.Ayer martes hubo una reunión entre los ministerios de Fomento y
Hacienda, las grandes constructoras agrupadas en Seopan y los 6 grandes
bancos que han aportado la mayor parte de los créditos a los ruinosos
proyectos de las autopistas de peaje que se diseñaron en la época de
Álvarez-Cascos. Lo que ha trascendido de esta reunión es que el Estado
asumirá la mayor parte de la deuda de las autopistas de peaje.
Las autopistas han quebrado por dos
motivos: no han tenido ni de lejos el tráfico previsto (es decir, no
eran necesarias) y tuvieron que hacer frente a un tremendo sobrecoste en
las expropiaciones. No está de más recordar que el incremento del
precio de las expropiaciones deriva de la Ley del Suelo que se promovió
en 1998 también Álvarez-Cascos. Como es sabido, su enfoque del “todo es
urbanizable” permitió que los propietarios de suelo rústico afectado por
el paso de las autopistas reclamaran indemnizaciones como si este
terreno fuera urbanizable, algo que consiguieron en los tribunales, con
la consiguiente multiplicación de los precios del metro cuadrado.
¿Cómo es posible que se planearan tantas
obras, tan caras y de una manera tan ajena al interés general?
Ecologistas en Acción viene insistiendo en que la respuesta a esta
cuestión está en los llamados “papeles de Bárcenas“,
que supuestamente recogen pagos al PP de muchas de las empresas
constructoras de estas obras en momentos muy próximos a su licitación.
Los presuntos intereses ilícitos son los que podrían explicar lo que no
se entiende desde la racionalidad de la planificación del transporte. De
aquellos papeles, estos rescates.
Por desgracia, muchos de los contratos
de las autopistas ahora quebradas –realizados en la época en la que
Álvarez-Cascos era ministro de Fomento– son previos a 2003 y los
posibles delitos ya han prescrito. Pero otros, como los ligados a la
AP-41, Madrid-Toledo, se incluyen en la querella que Ecologistas en
Acción presentó junto con otras organizaciones a finales de febrero de
2013.
Pero lo que no deja de sorprender a
Ecologistas en Acción es que con estos precedentes, el nuevo plan de
infraestructuras que promueve Fomento, el PITVI, incluya entre las obras
a realizar una nueva radial en Madrid (la R1) y una prolongación de
otra de las autopistas quebradas, la AP-41, para prolongarla desde
Toledo hasta Córdoba, además de 4.700 kilómetros más de autovías.
Parece claro que nuestra política de
transportes no se rige por la racionalidad, sino por otros criterios
poco confesables, aunque cada vez más desenmascarados.


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