Marine Le Pen convierte el Frente Nacional en el primer 'partido obrero' de Francia
En un tiempo récord, apenas tres años, ha sacado a su partido de la casi marginalidad y lo ha convertido en la tercera fuerza política del país. Lleva el mismo programa ultra y xenófobo que heredó de su padre, pero ha sabido darle un tinte populista para ganarse a buena parte del electorado socialista y de centro derecha. Las elecciones municipales de este domingo han fortalecido a Merine Le Pen en su camino a la presidencia francesa. El centro derecha arrebata cientos de alcaldías a los socialistas, que siguen en su descenso.
Los socialistas tienen el voto de los funcionarios; la derecha tradicional conserva el apoyo de los jubilados y el Frente Nacional se lleva las papeletas de los obreros. Este es, a grandes rasgos, el panorama electoral que presenta Francia en estos momentos.
Desde que en 2011 asumiera la presidencia del partido ultraderechista heredado de su padre Jean Marie, Marine Le Pen ha logrado sacarlo del baúl de los grupúsculos marginales para convertirlo en una organización de masas que amenaza a las dos grandes formaciones francesas.
Marine, como le llaman sus seguidores, defiende salir del euro y de la Unión Europea, cerrar las fronteras a la inmigración, restablecer la pena de muerte, abandonar la Convención Europea de Derechos Humanos, imponer serias restricciones a derechos civiles o aumentar la vigilancia policial en las calles, entre otras medidas.
Es el mismo programa ultra y xenófobo de su padre, pero que ella ha sabido endulzarlo para ganarse a muchos votantes socialistas y de la derecha tradicional, especialmente en regiones en las que la crisis ha hecho más estragos, donde los ciudadanos ven en el FN el último clavo al que agarrarse para salvarse.
Ha logrado cuadruplicar el número de militantes, que avanza hacia los cien mil, una afiliación que logrará elevar más fácilmente tras el espectacular aumento de concejales y alcaldes que ha logrado en las elecciones municipales del domingo. Todo con un objetivo claro: la presidencia de la República.
El renovado mensaje populista, patriota y antisistema de Le Pen sale reforzado y pone en peligro el bipartidismo. Además, el FN se mueve mejor en las presidenciales y legislativas, por lo que todo apunta a que sus resultados mejorarán en las próximas elecciones. Una mejora que vendrá principalmente del voto obrero. Otra consecuencia más del declive imparable de la socialdemocracia.



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