La crisis continúa y se agravará
Pedro Montes | Crónica Popular | 06/05/2014
Este comentario tiene un objetivo sólo
transitorio. Va dirigido a la izquierda como una contribución analítica
para la comprensión de la situación económica actual y sus
perspectivas, de modo que se diseñe una estrategia a partir de un
diagnóstico certero.
Se trata de denunciar y poner de
manifiesto que los intentos del gobierno por dar por concluida la crisis
económica y afirmar que estamos instalados en la recuperación son
falsos. La crisis continúa y mucho peor que eso, en cualquier momento
puede recrudecerse y agravarse la situación desoladora que vive el
país. No pasará mucho tiempo antes de que esto ocurra y, con el
gobierno desahuciado por sus mentiras y errores, ya tendrá poco sentido
imputarle su manipulación, sino que la tarea fundamental será como
combatir los nuevos zarpazos de la crisis.
Por parte del PP, entonces, toda su
preocupación será justificar por causas extrañas y espurias el fracaso
de su política y los traspiés de sus pronósticos, cuando hay señales
inequívocas del panorama peligroso que presenta la economía del país. El
gobierno de Zapatero reconoció tardíamente la crisis, los de ahora,
siempre con gran desprecio a los ciudadanos, pretende engañarnos
anticipando su fin, en una nueva versión de los brotes verdes del PSOE.
Por decirlo clara y brevemente, lo peor de la crisis no ha pasado, lo
cual, dicho en medio del desastre actual, no deja de ser el anuncio de
una catástrofe.
La propaganda no se compadece con la realidad
La cadencia de la evolución de la
economía no se ajusta a las necesidades y tiempos del gobierno. Y es así
como éste, tratando de comunicar la superación de la crisis, ha
pasado en muy poco tiempo de hablarnos de incipientes indicios, de estar
a punto de doblarse la esquina, de asaltar las trincheras de la
recuperación, de doblar el cabo de Hornos, a asegurarnos que ya la
economía tiene unas perspectivas totalmente favorables. Todo ello cuando
los indicadores económicos, lentamente elaborados según transcurre el
tiempo real, si sustentan una leve mejora de la situación, arrojan
también datos contradictoria cuando no negativos.
Pero las elecciones están muy cerca y,
ante tantas agresiones cometidas, surge la necesidad de propalar que se
ha seguido una política correcta. De ahí, insistir en la recuperación y
reforzar unas predicciones bastante fantasmales. Como prueba, el
pronóstico de una economía avanzando en firme, cuyo PIB crecerá en 2014
en un 1,2% y en un 1,8% en 2015 (último objetivo proporcionado, frente
al 1,5% anunciado anteriormente, justo el día después de conocerse los
resultados sombríos de la EPA en el primer trimestre del año).
En una realidad tan compleja como la
economía se pueden encontrar datos sobre aspectos parciales que pueden
inducir, por la desesperación, a interpretarlos como señales
indiscutibles de un cambio de situación. Como a un enfermo grave, puede
caerle la temperatura algunos ratos (disminuir la prima de riesgo), o
puede dejar de vomitar (atenuar la destrucción de empleo), o puede
visualizarse algún aspecto favorable, como la evolución de los
beneficios o una buena temporada turística, pero no por ello cabe
afirmar que la salud se ha recobrado y la enfermedad desaparecido.
Precisamente, varios días antes de
conocerse la EPA del primer trimestre, el gobierno, en su delirio
propagandístico, anunciaba que entre este año y el siguiente se iban a
crear 650.000 nuevos puestos de trabajo, o 600.000 en una corrección a
la baja. No obstante, la destrucción de 185.000 en los tres primeros
meses del año, abate sus previsiones y lo compromete a crear ya sólo en
siete trimestres 785,000 nuevos empleos. Como puede interpretarse, todo
un disparate. Aunque las cifras del empleo y paro dan mucho juego para
analizar la evolución de la crisis y el efecto de la última reforma
laboral: son, básicamente, las que utiliza el gobierno para insistir en
un cambio de tendencia según una lectura sorprendente: cada vez estamos
peor, pero empeoramos más lentamente.
Endeblez estadística
Leyendo el informe del Banco de España
sobre la evolución económica en el primer trimestre de este año, con la
intención de indagar en la información de base en la que se sustentan
los pronósticos oficiales, se puede leer un primer párrafo que,
paradójicamente, a pesar de afirmar que la economía mejora, da lugar a
muchas dudas. Vale la pena reproducirlo:
“Durante el primer trimestre de 2014
la economía española prolongó la trayectoria de paulatina recuperación
de la actividad en un contexto en el que se produjeron un avance
adicional en la normalización de los mercados financieros y la
consolidación gradual de la mejoría del mercado laboral. Según la
información disponible —todavía incompleta—, se estima que el PIB
aumentó un 0,4 % en tasa intertrimestral (frente al 0,2 % del período
octubre-diciembre), lo que situaría por primera vez la tasa interanual
también en terreno positivo (0,5 %), tras nueve trimestres consecutivos
de tasas interanuales negativas”.
Todos los mensajes de recuperación chocan con la que será sin duda alguna la política económica que aplique el gobierno muy próximamente
Esas tasas es lo mínimo que se despacha
en crecimiento. Menos, entra en el orden de magnitud de los errores de
estimación. ¿Quién compraría un coche de segunda mano o una
recuperación ofrecida en tales términos?
La endeblez estadística de la campaña de
la recuperación del gobierno es manifiesta. Rastreando y exprimiendo la
información se encuentran algunos datos que han mejorado con respecto
al pasado, pero otros revelan problemas agudizados, de manera que la
valoración global de la situación, en el mejor de los casos, podría
retrotraernos a varios meses anteriores cuando el PP, necesitado de algo
positivo que ofrecer después de tanto desastre y sufrimientos causados,
empezó a anunciarnos que había ya indicios de haber tocado, pero no
para afirmar que la economía ha emprendido ya el camino definitivo de la
salida de la crisis. El gobierno, empleando el gobelino método de
insistir, se creyó su propia propaganda, cuando lo más favorable que se
puede mencionar sobre la recuperación son las propias previsiones del
gobierno, cuya credibilidad es simplemente nula
Los problemas de fondo: la deuda exterior y pública
El asunto principal no es si realmente
la economía ha mejorado levemente, lo que significaría entrar en el
debate artificial que se ha suscitado sobre la evolución “macro” (lo que
ve el gobierno de positivo para su campaña) y la evolución micro (lo
que sufren los ciudadanos en términos de paro, salarios, precariedad,
los desahucios, etc., etc…), que sique profundamente hundida. La
incógnita fundamental pendiente es si hay riesgos de agravamiento serio
de la crisis en el próximo futuro, es decir, antes de que se confirme
esta más que discutible recuperación de la que se habla. Y se puede
afirmar con bastante contundencia que existen serios peligros de que la
crisis origine momentos muy dramáticos, que conmocionen aún más al país
económica y socialmente (dejemos ahora la política).
La España va bien de Aznar y la euforia ridícula de Zapatero con aquello de la liga de campeones, la solvencia del sistema financiero español y el ritmo vertiginoso al que nos aproximamos a Francia e incluso a Alemania,todo
se fue a pique repentinamente al declararse la crisis del sistema
financiero internacional en septiembre de 2008, con la quiebra del banco
norteamericano de inversión Lehman Brothers. La causa no fue otra que
la economía española estaba enormemente endeudada con el exterior y que,
desatada la crisis y activada la vigilancia, nuestro país pasó a ser
un deudor muy sospechoso y bastante insolvente, en un clima general de
incertidumbre, desconfianza y agujeros financieros insondable. El
desarrollo de nuestra crisis económica ya lo conocemos, con el cierre
del crédito, la prima de riesgo disparada, el rescate del sistema
bancario y el aumento del déficit y el endeudamiento del sector
público.
En efecto, al final del año 2007 los
pasivos exteriores brutos de la economía española ascendían a 2,25
billones de euros, tras haberse multiplicado por más de 4 desde la
implantación del euro en 1999, como consecuencia del endeudamiento
derivado de los déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente y la
participación de la empresas y la banca española en la euforia
financiera de aquellos años, endeudándose a chorros y expandir sus
activos Principalmente en Latinoamérica. De esos 2,25 billones, solo
correspondían 0,19 billones a las Administraciones Públicas, en deuda
pública colocada en el exterior, que mantenían entonces una posición
bastante saneada.
Al final del 2013, después del
hundimiento económico de los últimos años, se ha corregido el déficit
exterior y se ha logrado un ligero superávit de la balanza corriente en
2013 por la postración de la actividad, pero todavía los pasivos
exteriores superan los 2,3 billones de euros con la particularidad de
que la parte correspondiente a las administraciones públicas es ahora de
0.35 billones de euros. Un profundo desequilibrio tanto del sector
privado como público que constituye una rémora muy agobiante para la
economía española en los próximos tiempos, susceptible de ocasionar
incidentes financieros graves y descontrolados.
¿Qué pasa con la deuda pública?
En la evolución del sector público
reside uno de los aspectos más negativos y peligrosos de la situación
económica comparada con la del principio de la crisis. Las
Administraciones Públicas llegaron a tener en el trienio 2005-07 un
ligero superávit, pero, sobrevenida la crisis, con la particular
explosión de la burbuja inmobiliaria, los ingresos públicos cayeron
drásticamente y, a pesar de las políticas de ajuste y austeridad, los
déficit del sector público han cobrado en los últimos tiempos cotas
insólitas. La consecuencia inevitable ha sido un rápido e intenso
crecimiento de la deuda pública, cuyos intereses constituyen una pesada
carga para las propias cuentas del sector y exige una renovación
continua de dicha deuda en unas condiciones todavía dominadas por la
inestable situación financiera internacional y la insolvencia potencial
de nuestro país.
En la evolución del sector público reside uno de los aspectos más negativos y peligrosos de la situación económica comparada con la del principio de la crisis
Algunos datos: de 2009 a 2012 el déficit
de la Administraciones Públicas ha oscilado en torno al 10% del PIB y
todavía en el año 2013, después del perseguirse drásticamente su
reducción desde mayo de 2010, con Zapatero plegándose a las exigencias
de la Troika, ha sido del 7 % del PIB siete, incluida la deuda asumida
por el Estado para ayudar a la banca. La deuda de las administraciones
públicas, que al final de 2007 no llegaba a los 400.000 millones de
euros, supera ya el billón, en cifras redondas el 100% del PIB, sin
incluir otros casi 150. 000 millones de avales del Estado y lo oculto en
las alfombras de la Administración.
Estos datos referidos al vuelco de las
cuentas públicas son decisivos para entender la tesis de este artículo
sobre la continuidad de la crisis y su posible agravación. Todos los
mensajes de recuperación chocan con la que será sin duda alguna la
política económica que aplique el gobierno muy próximamente. Más
recortes, más ajustes, mayor austeridad, en esa lucha bastante difícil y
contradictoria por acabar con el déficit público, tal y como lo exigen
los poderes económicos.
Tanto el FMI como la Comisión Europea no
dejan de emitir señales sobre la necesidad de dichos ajustes y
recortes, aparte claro, de no olvidar nunca flexibilizar más el mercado
de trabajo. Se apuesta por una recuperación que no sólo no cuenta con
motores que la empujen sino que existe el freno poderoso del déficit
público. (Así estaba escrito este párrafo antes de conocerse que con
nocturnidad el gobierno ha enviado a Bruselas un documento sobre la
actualización del plan para el cumplimiento del Pacto de Estabilidad en
el que se apuntan nuevos recortes salvajes para pensionistas,
funcionarios, parados, dependencia…)
La continuación del déficit de las
cuentas públicas induce un crecimiento de la deuda pública, que ya roza
el nivel de lo impagable. No se quiere mencionar este dato para comparar
situaciones antes de la crisis y ahora, un pequeño olvido de la
manipulación, pero es definitivo para poner de manifiesto que la
economía española está más socavada e inestable que al comienzo de la
crisis. La evolución de la prima de riesgo con una caída en los últimos
tiempos sensible se aporta en sentido contrario como dato concluyente,
pero bastaran pequeños acontecimientos traumáticos para que se dispare
nuevamente como corresponde a la deuda soberana de un país altamente
endeudado. No se han inventado todavía remedios sin graves consecuencias
para enfermedades de este tipo (quitas, reestructuración, rescates….).
El país está instalado sobre una bomba financiera, con lo que implica de
inestabilidad latente en lo inmediato y de peligros futuros.
¡Que no se distraiga la izquierda y medite sobre cómo afrontar el futuro si estos comentarios tienen verosimilitud!
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