La masacre en Gaza se intensificado este domingo con un ataque indiscriminado a un barrio de la ciudad, donde han muerto más de 60 personas, 17 menores entre ellas. Israel las considera culpables por seguir en sus casas en vez de largarse fuera. Para que la carnicería sea más efectiva, el Ejército israelí emplea bombas con dardos de acero que se desparraman en un área de unos 300 metros de largo por 90 de ancho.
Lo único cierto en Gaza son los muertos
Los habitantes del barrio de Shayaía estaban condenados desde el momento en que Israel lo consideró como un baluarte de Hamás, con túneles y enclaves desde donde ha lanzado decenas de cohetes en los últimos días contra territorio israelí con pequeños daños. El hecho de que alrededor de estos enclaves vivan miles de personas es irrelevante para las fueras de ocupación.
El último ataque ha causado más de 60 muertos en este barrio de la ciudad de Gaza, de los que 17 eran menores. El número de víctimas mortales es de casi 400, con más de 3.000 heridos. La masacre de Sheyaía recuerda las de Sabra y Shatila en 1982, cuando falangistas cristianos atacaron esos campos de refugiados palestinos en Líbano con la connivencia del Ejército israelí.
Israel se escuda en sus avisos a la población para que abandonen sus casas porque les puede caer una bomba encima. Es una obscena forma de situar la responsabilidad de sus muertes en las propias víctimas porque no hicieron caso. Gaza tiene una extensión menor que Madrid y viven casi dos millones de personas. Es muy difícil que un artefacto no ocasione la muerte de civiles.
El caso de la familia Abú Yarad, que cuenta Sharif Abdel Kouddous es un ejemplo. Por la noche se juntaron en el dormitorio de su casa de Beit Hanoun para ver la televisión. El periodista da sus nombres. Abdel Rahman, su mujer Raya y sus hijos Musa, de seis meses, y Haneya, de dos años. El hermano de Abdel Rahman, Naim, con su hijo Samí, de un año. También estaban otros dos parientes, Ahkam, de 15 años, y Sumer, de 13. Tres adultos y cinco niños.
Tres proyectiles de artillería impactaron en los alrededores de la casa, sin ningún aviso previo. Uno de ellos dio de lleno en el dormitorio. Todos murieron. El Ejército había declarado la guerra a la familia Abú Yarad partiendo de la premisa de que todos sus miembros eran culpables de su muerte por estar en su casa viendo la televisión.
El Centro Palestino para los Derechos Humanos ha denunciado que el Ejército israelí emplea bombas de fragmentación con dardos de acero contra civiles palestinos. Estos proyectiles, lanzados desde carros de combate, se abren en pleno vuelo para esparcir pequeños dardos de acero que con la caída alcanzan velocidades similares a las de una bala. La trayectoria de dispersión abarca un arco cónico de unos 300 metros de largo y 90 metros de ancho, por lo que su impacto es indiscriminado.
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